La Jornada Semanal, 23 de diciembre del 2001                           355
(h)ojeadas

El hijo idiota de Holden Caulfield

Guillermo Vega Zaragoza


 

Ruy Xoconostle,
Pixie en los suburbios,
Joaquín Mortiz,
México, 2001.

En su libro de crónicas, Polaroids from the dead (Harpers Collins, 1996), el canadiense Douglas Coupland teje su interesante teoría de la "desnarración". Conviene citarlo profusamente para que se entienda en toda su magnitud: "Se ha dicho que, en tanto que animales, un factor que nos diferencia de los demás animales es que nuestras vidas necesitan ser historias, narraciones, y que cuando nuestras historias se desvanecen nos sentimos perdidos, peligrosos, descontrolados y sensibles a las fuerzas de la aleatoriedad. Es el proceso por el cual uno pierde la historia de su vida: ‘desnarración’. La desnarración es el modo técnico de alguien que ‘no tiene vida propia’. Hasta hace muy poco, al margen de dónde hubiera nacido uno en el mundo, la propia cultura proporcionaba todos los componentes esenciales para la forja de una identidad. Estos componentes incluían: religión, familia, ideología, estrato social, una geografía, la política y una sensación de vivir dentro de un continuum histórico. De pronto, hace unos diez años, con el diluvio en nuestras vidas de los medios electrónicos e informativos, esas plantillas dentro de las cuales trazamos nuestra vida han empezado a desvanecerse, casi de la noche a la mañana. Se ha hecho posible estar vivo y no tener religión, ni vínculos familiares, ni ideología, ni sentido de la ubicación social, ni orientación política, ni sentido de la historia. Estar vivo y desnarrado. En un entorno hipoinformativo, pretelevisivo, etcétera, las relaciones sociales eran la única forma de diversión posible. Ahora disponemos de métodos de enlace y control informativos que abarcan desde los contestadores automáticos a internet y que logran establecer relaciones en una medida que convierte en irrelevante la interacción corpórea. De tal modo que el diálogo interno se ha acelerado hasta alcanzar planos completamente nuevos, al tiempo que el contacto diario se ha convertido en un capricho obsoleto. Por todo ello, cuando a una persona desnarrada se le pide que nos cuente su vida, la respuesta es invariable: ‘Hablar de uno mismo, qué vulgaridad.’"

Hasta aquí la cita de Coupland, que de ninguna manera es gratuita, ya que el autor de la novela que nos ocupa menciona a este escritor en los agradecimientos incluidos al final del libro, por lo que de seguro las líneas aquí transcritas no le serán de ningún modo desconocidas. En Pixie en los suburbios, Ruy Xoconostle se dio a la infame tarea de narrar la vida de un personaje mexicano que, a golpes de regímenes neoliberales y globalifílicos, internet y antenas parabólicas, se ha convertido en un "desnarrado". Y lo logra a través de un texto divertido, corrosivo, mordaz, pero al mismo tiempo terrible, desesperante, descarnado; de un monstruoso monólogo interior de más de doscientas páginas. 

Escrita en un periodo de ocho meses en "una preciosa Apple iBook", la novela trata de contarnos la historia de Cukie, un ejecutivo de apenas veintitrés años, egresado con honores de una universidad privada, que trabaja en una empresa trasnacional avecindada en Ramos Arizpe, Coahuila (que "es un lugar espantoso; imaginen Bosnia-Herzegovina, pero recién bombardeada"), aunque en realidad él "duerme" en Saltillo, y que, para efectos de la narración, ubicada en un incierto futuro nada lejano, se ha convertido en una próspera ciudad industrial, con modernos edificios corporativos en medio de la miseria y el desierto. 

En el mundo de Cukie (que se parece endemoniadamente al mundo en el que deambulan hoy muchos jóvenes mexicanos, hijos de las clases privilegiadas de este país, y no lo digo nada más de oídas), la vida se vuelve las escuelas en las que se ha estudiado y los puestos que se han ocupado; la historia de cada persona se convierte en su currículum: "Yo soy el puesto que ocupo, y sin él no soy nada." Editor de la exitosa revista Quo, publicada por el consorcio editorial de Televisa y especializada en el tratamiento light de cualquier tema, desde la masturbación hasta la biotecnología, egresado él mismo de la Universidad del Nuevo Mundo, a sus veintiocho años y con esa sonrisa ladillosa que luce en la foto de la solapa del libro, Ruy Xoconostle debe saber un poco de lo que habla. 

Gracias a ese puesto, el protagonista gana más que lo suficiente para vivir en un condominio que "se parece a Melrose Place", y comprar todos los gadgets imaginables: teléfonos celulares, cámaras digitales, computadoras portátiles y hasta un robot que hace el aseo de su departamento. De la misma manera en que Patrick Bateman, el yuppie y asesino serial de American Psycho, de Bret Easton Ellis, se la pasa describiendo la ropa que usa, Cukie nos endilga farragosas descripciones de sus aparatitos, así como listas interminables de sus pertenencias, discos, películas, capítulos de caricaturas y episodios de series de televisión que ha visto; pasa noches en vela navegando en internet, descargando canciones y escribiendo correos electrónicos sin sentido. Igualito que los "microsiervos" (empleados de la empresa Microsoft, obsesionados con la tecnología informática) de la novela del mencionado Coupland. La paradoja es ésta: a pesar de que cuenta con un chingo de gadgets para obtener información (de hecho está hiperinformado), no se comunica con nadie. Y, a pesar de que constantemente se caracteriza como parte de una generación, no pertenece realmente a ninguna: "Mi generación es la Generación Que Le Pone Etiquetas A Las Generaciones" (¡tómala, Douglas Coupland!), y al mismo tiempo se autodefine así: "Yo soy El Pequeño Gran Hombre Invisible."

Cukie vive solo, pues su familia (madre, padre y dos hermanos) radica en Naucalpan, Estado de México, y se deprime. Pero el tiempo de sus depresiones dura lo que una canción. Una noche llora todo lo que dura "Perfect day" de Lou Reed: "Tres minutos con cuarenta y cinco segundos llorando pueden parecer poco tiempo, pero cuando estás deprimido te parece que has pasado toda la noche en vela." Y abunda: "Depresión. Solo. Vivir solo no es tan fácil como te lo han platicado. Es llegar tarde a un lugar lleno de máquinas pero muerto. Es convertirse en alguien sin sangre, sin tejidos, sin huesos. Es dormir solo. Es despertar solo. Es acompañarse por mtv o el radio. Y nadie más. Cuatro paredes. Blancas. Y. Tú. Solo. Solo sólo tienes que soportarte a ti mismo. Solo sólo tienes que verle la cara a una persona en el espejo. Sólo solo te conviertes en tu propio dios. Sólo solo te conviertes en tu propia familia, en el padre, la madre, la hija y el hijo. Solo eres todos a la vez." No tiene amigos, pues a todos los desprecia por imbéciles; se masturba, se mete una vela por el culo y fantasea que su asistente se la mama hasta dejarlo seco. Pero a diferencia del mencionado Bateman, que salía a matar pordioseros porque no le aceptaban limosna con American Express; o del esquizofrénico personaje Chuck Palahniuk en Fight Club, que sale en busca de tipos a quienes golpear para recuperar un poco de su masculinidad perdida; o en lugar de atascarse de antidepresivos, como en la novela Prozac Nation, de Elizabeth Wurtzel, Cukie se sale a mitad de las juntas del trabajo y se esconde en el laberinto de salas cinematográficas de un multiplex y ahí es donde conoce a la tal Pixie del título, que es empleada del lugar. A pesar de que se enamora de ella y la concibe como la única persona sensible del mundo (aunque desprecia su trabajo y su estilo de vida), sorprendentemente Cukie termina casándose con Midyet, la cachonda, perversa y arribista hermana de Pixie, a la que odia también, dado que es una adicta al trabajo, que en lugar de coger se pasa las horas ante la pantalla de la computadora, y de la cual no conocemos su voz, ya que Cukie no entiende nada lo que dice, pues sólo escucha gruñidos cada vez que ella abre la boca.

Casado y todo, Cukie sigue viendo a Pixie, con quien nunca fornica ni nada. De hecho, su idea de lugar romántico es el supermercado y es ahí donde se citan en sus escapadas. Un día, Cukie se entera de que solicitan personal en el supermercado para acomodar mercancía en la noche, pide el trabajo y se lo dan. Como el personaje de la película Belleza americana interpretado por Kevin Spacey, Cukie se siente verdaderamente feliz en un trabajito así, pues no tiene ninguna responsabilidad. Pasa el tiempo, hasta que el jefe de Cukie en la empresa trasnacional lo encuentra como empleado del supermercado, pero en lugar de sorprenderse, ¡el jefe es tan imbécil que cree que Cukie está haciendo algún tipo de "investigación de campo" para saber lo que quieren verdaderamente los clientes! Peripecias por el estilo se suceden a lo largo de diez capítulos que se pasan como agua, en un estilo vertiginoso y estridente, plagado de anglicismos, neologismos e idiotismos, que hacen añorar (en realidad muy poco) aquellos que hace más de treinta años eran considerados "atrevidos experimentos de lenguaje" de José Agustín.

Dado que sigue "una rica tradición de novelas con jóvenes como protagonistas", el redactor de la nota de la cuarta de forros yerra totalmente al emparentar esta obra con En el camino de Jack Kerouac y Trainspotting de Irvine Welsh. En realidad, Pixie en los suburbios parece descender involuntariamente de The Catcher in the Rye, de J. D. Salinger. Cukie es una especie de mexicano y trasnacionalizado "hijo idiota" de Holden Caulfield. Parece que los cincuenta años que separan ambas novelas pasaron en balde. Holden se niega a crecer, a madurar, pero las circunstancias de la vida lo empujan a ello. En cambio, Cukie ha crecido físicamente, pero no ha madurado mental ni emocionalmente; sigue siendo un niño, inteligente, sí, pero melindroso y cobarde; mordaz y crítico, gracias a la avalancha de información a la que tiene acceso, pero incapaz de lidiar con la mierda en la que va convirtiendo su vida. Por ello, el aliento desencantado pero a fin de cuentas esperanzador de la obra de Salinger se convierte en un absurdo melodrama al terminar la novela de Xoconostle. El solemne "Dramatis personae" que abre el libro en realidad parece el cast de un paródico sitcom, que se anuncia a gritos con este eslogan: "¡Carajo: este pinche país sería más soportable si las chavas estuvieran tan buenas como Jennifer Anniston, yo fuera tan guapo como Brad Pitt y los conflictos se resolvieran con la facilidad de un episodio de Friends!"

El chileno Alberto Fuguet describe el libro como una "bizarra novela fronteriza –fronteriza en todo sentido: al límite, alienada, generacional, enferma, cool, divertida, sampleada–; es como ver mtv en vez de hacer la tarea: es el tipo de novela que gana adictos y enemigos." Y, muy acertadamente, Juan Villoro la considera "una historia cargada de nitroglicerina sobre la generación Molotov… Los personajes siguen historias a ritmo de zapping y hip-hop, pero saben que a México la globalización llegó en calidad de ruina". En efecto, Pixie en los suburbios es una escalofriante alegoría del presente y el futuro de la "juventud dorada" de nuestro país en el siglo XXI y de la sociedad que la ha engendrado, y con ella se inaugura en México la novela fast food, la literatura efímera, perecedera, la del "cómetela antes de que se enfríe", la del "úsala cuanto antes porque ahí viene la versión 2.0"; una literatura que muy difícilmente resistirá el paso del tiempo y trascenderá más allá del "estreno de la tercera precuela de Star Wars", y que sin embargo hay que leer si es que queremos enterarnos de una de las angustiantes posibilidades de esta nación, antes de que la imbecilidad de sus gobernantes termine por llevarla, ciertamente, al carajo. Aunque pensándolo bien: ¿quién dijo que una dieta de Big Mac con papas fritas y Coca Cola bien fría no puede saberle a puritita gloria a un pueblo muerto de hambre? •
 
 

R E L A T O
Como la mula de seis

Siddharta Camargo


 
 
 

Ramón Gil Olivo,
Un país llamado Amérika y otros relatos,
Editorial Los Reyes,
México, 2001.
 

 

Un país llamado Amérika y otros relatos consta de seis textos desiguales en cuanto a temática y estructura. El lector que intente encontrar un hilo conductor entre estos seis relatos fracasará, pues no hay tal. Los relatos son disímbolos y no guardan, salvo la autoría, ninguna relación entre sí.

En el primero de ellos, "La amnistía", Gil Olivo nos propone una historia carcelaria, con una atmósfera bien lograda, cerrada sobre sí misma, en la que los personajes se mueven como sombras. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, el relato pierde fuerza por la insistencia del autor en volver una y otra vez sobre sus pasos para presentarnos una serie de elipsis que en nada ayudan a prestarle vida a los personajes, restándole en cambio agilidad al relato.

El segundo texto, "El invicto", es una historia de aparecidos, sectas llenas de extranjeros rubios y boxeadores. En este relato Gil Olivo no ha podido decidir qué es lo que realmente les sucede a sus personajes, en especial a su protagonista, "el Kit"; su indecisión y la torpeza con la que la historia es relatada eliminan pronto cualquier interés que el lector hubiera podido tener al principio.

En cuanto al tercer relato, "Sin salida", sin duda el más logrado de todos, diremos solamente que Olivo ha sabido mantener la tensión dramática y ha podido construir algo así como una denuncia de la corrupción que impera en la impartición de justicia en nuestro país.

El texto número cuatro merece especial atención por el humor involuntario que contiene. Se trata de la historia de un hombre maduro que se ha separado de su esposa, quien ha decidido además rehacer su vida con otro hombre. De claros tintes autobiográficos, o al menos así lo parece, "Playa azul" es la apología del macho herido, que encuentra su bálsamo en dos prostitutas adolescentes que viven en una playa que ha sufrido una catástrofe ecológica. El malogrado erotismo del relato puede causar en la lectora o el lector desprevenido un verdadero ataque de risa, por lo que se recomienda prudencia. Para muestra un botón: "Mi vista y mis manos recorrían su cuerpo firme y torneado, mis oídos recibían la caricia de su voz: ‘¡Qué grande, qué grande!’, repetía al sentir mi pene endurecido... Esta imagen enardeció más mi virilidad..." No se trata aquí de moralina alguna, sino mas bien de hacer notar la plaga de lugares comunes que infestan el relato, además del poco tino en las descripciones. ¿Se puede escribir algo más lejano al erotismo de, por ejemplo, "El gato" de Juan García Ponce? Y que conste que no tampoco se trata de hacer enfadosas comparaciones, únicamente de establecer parámetros bien conocidos por las y los lectores mexicanos.

El quinto relato, del cual el libro ha tomado su nombre, se basa en una situación equívoca que en manos de un escritor con más sentido del humor y mayor pericia narrativa se habría convertido en una historia deliciosa a la manera del "Nocturno de Bujara" de Sergio Pitol. Desafortunadamente, no es el caso. El relato aborda la historia de un mexicano que viaja en un tren en medio de un crudo invierno polaco para luego ser prácticamente arrastrado por un borracho, quien lo ha confundido con un americano, sin que nuestro compatriota se atreva a aclarar de qué país de América proviene. Gil Olivo abandona las posibilidades cómicas del equívoco para plantear una lacrimógena historia en la que el autor no duda ni por un segundo en aplicar el chantaje sentimental más burdo, en la mejor tradición de los peores melodramas mexicanos.

El último relato es un texto con pretensiones oníricas e ínfulas de prosa poética. "El faro", además de su originalísimo título, es otra historia de violencia gratuita y sordidez mal construida. 

En resumen, este libro que literalmente se deshoja entre las manos del lector, cae, como la mula de seis en el dominó, por su propio peso •


M E M O R I A S

Ingmar Bergman: 
autorretrato literario

Pablo Ortiz Águila


 

Ingmar Bergman,
Imágenes,
Tusquets,
España, 2001.
 

La materia prima con que se construye una obra de teatro, una ópera, una película o un libro, está constituida en gran medida por las percepciones que se tienen de la vida, esos acervos que guardamos en la memoria, poblados de los demonios y las bondades que perfilan a un creador.

Imágenes es un ejemplo de ello. Es un libro de gran amplitud no en volumen, sino en contenido, que va recorriendo a través de los años y los ojos de Ingmar Bergman aspectos de su vida y de su quehacer en el cine, el teatro y la literatura.

Cada película es una etapa, cada escena es reflejo y expresión que responde a un recuerdo personal, a una imagen onírica brillante y detallada, a un miedo, a un simple paisaje o a una brizna de polvo que interesó al artista en esa selva solitaria en la que, como explorador, necesita encontrar el sustento. Por momentos lo encuentra en el teatro; sin embargo, en el cine Ingmar Bergman cabe completo y su propia necesidad lo lleva a entregarse. En cada proyecto Bergman se reconstruye, reconoce errores y logra con el tiempo una estilo propio de hacer cine.

Aunque concebido originalmente como un libro de entrevistas, finalmente queda estructurado como una mezcla de diario personal, respuestas organizadas de entrevistas que le hicieron, notas de trabajo, cuadernos de dirección, múltiples y excelentes fotografías de escenas y rodajes, imágenes literarias que a veces son símbolos provenientes del pasado, de la mente de un niño que vive bajo las sombras y temores de un Dios castrante y culpígeno, en un constante diálogo entre la realidad y la fantasía, repleta ésta de fantasmas y espectros. La realidad para Bergman siempre está íntimamente ligada a su imaginación. "Guardé mi mundo onírico para mi, un niño que estaba obsesionado por la fantasía se había transformado con bastante rapidez en un soñador herido y astuto."

La fiebre y el "hambre" de creación le duran hasta 1983. Luego de Fanny y Alexander decide dejar la dirección cinematográfica para dedicarse a escribir: "Siento una creciente aversión hacia el milagro mismo de la creación [cinematográfica]."

Imágenes es un libro que nos permite acercarnos al creador, a sus antecedentes, a su infancia, a las primeras oportunidades para su pluma, a sus demonios y sueños, a los pormenores de sus películas, a los avatares de la industria fílmica sueca de aquella época, a sus penurias y satisfacciones, a los logros y fracasos reconocidos por el propio autor, a sus desengaños y, en fin, a sus imágenes. Para terminar, el libro cuenta con una extensa filmografía acompañada de notas.

Quedan muchas sensaciones flotando después de la lectura. El texto, desde luego, cumple su objetivo: acercarnos al cine y a los procesos de creación de Bergman, a películas hechas, como suele decirse, con cabeza, corazón y huevos. Bergman logra en un momento lo que él llama la "alegría del artesano" y ahora materializa esas experiencias en esta importante obra •


N O V E L A

Violencia en la ciudad

Guadalupe Bucio Gaona


Germán Maggiori,
Entre hombres,
Alfaguara,
México, 2001.

 

Germán Maggiori es un dentista nacido en Lomas de Zamora, Buenos Aires, en 1971, y un buen día decidió participar en el Primer Concurso Internacional de Novela por Internet convocado por elfoco.com y Alfaguara, denominado Resistencia Literaria. El nuevo narrador deslumbró al jurado con un relato del género negro que nos lleva a las calles de Argentina donde la violencia no conoce límites.

Edgar Allan Poe inicia el género negro con su relato "Crímenes en la calle Morgue", donde por primera vez aparece el detective encargado de resolver el misterio: ¿quién y cómo perpetró el asesinato? Usa como recurso literario al personaje principal (un investigador suspicaz) quien es el encargado de narrar y desenredar los hilos ocultos de la trama. Agatha Christie sobresale con sus novelas policiacas al plantear la pregunta: ¿quién es el asesino? Ubica sus relatos en la clase social acomodada y el móvil siempre es la ambición, es decir, se mata por dinero. El género se renueva en los años treinta con Dashiell Hammet y Raymond Chandler, con sus clásicos relatos publicados en la revista Máscara Negra donde hacen una crítica social profunda e incursionan no solamente en la clase dominante y el móvil económico. Ellos encuentran que los intereses políticos son tan fuertes como el dinero; se trata de una lucha por el poder y el dominio de las masas. 

Entre hombres tiene aciertos que actualizan el género respondiendo las preguntas: ¿Quién, cómo y por qué?, y encontrando que el móvil es la adicción al poder, al dinero, a las drogas, al sexo, la falta de valores morales y la carencia de objetivos claros que termina en matanzas y no resuelve el problema de fondo. 

Desde el primer capítulo encontramos descripciones crudas de una orgía entre dos políticos, un banquero, dos travestis y una prostituta que usan la droga como fuga e incentivo para desatar los bajos instintos, tratando el sexo como un escape a sus frustraciones individuales; de pronto se encuentran entrampados por el destino: deben enfrentar la muerte por sobredosis de la única mujer que actúa en la novela, una prostituta con cara de colegiala. 

Una vez presentado el antecedente se narra la desaparición de tres cuerpos que son reducidos a carne machacada y luego sirven de alimento a los cerdos de una granja clandestina. La violencia aquí desatada no tiene nada que envidiar a Charles Manson ni a los asesinos seriales más perseguidos. 

Al entrar al mundo de los investigadores policiales corruptos, el panorama nos remite a la realidad de principios del siglo xxi; los valores morales se encuentran en decadencia y los encargados de hacer cumplir la ley se dedican a extorsionar a traficantes de drogas y regenteadores de putas. El loco Almada y el Mostro Garmendia intentan desentrañar el misterio del video porno para proteger la espalda del político y candidato a gobernador. Jamás aclaran la muerte de las desaparecidas, ni les interesa investigarlo, los muertos no cuentan, las personas pierden valor por el simple hecho de no tener presencia política.

El bajo mundo habitado por ladrones, traficantes, asesinos, psicópatas, borrachos, drogadictos y toda la zoología callejera, es retratado en esta primera novela de Germán Maggiori con un lenguaje lleno de localismos, en un lenguaje callejero que se acerca mucho al de los poetas malditos, donde el vómito es la sociedad misma, una sociedad decadente sin importar la clase social a la que se pertenezca. Aparece la mujer del político aficionada a la cirugía plástica, el chofer del senador que es amante de su patrón, el espía infiltrado que juega con los intereses de ambos bandos, el ladrón con conciencia de camarada que muere defendiendo a su socio, el joven desempleado que camina apresurado a su destrucción al retocar su nariz con cocaína adulterada. 

La esperanza del mundo se encuentra en un linyera, Celedonio Reyes, médico de profesión que enloquece al perder a su esposa y se dedica a vagar sin rumbo por las calles de la ciudad. Su única posesión es un viejo portafolio con papeles llenos de poemas y reflexiones sobre el amor y la violencia. En una de éstas nos dice: " El homo toxicus es un obsesivo del aniquilamiento, todo en él es furia, odio, violencia, destruye todo a su paso, inclusive a sí mismo y para lograrlo se aferra a aquello que le provoca más placer y dolor: La adicción. Es adicto al poder, a las drogas, al sexo..." 

Entre hombres es una muestra de la violencia que se vive en todo el mundo, una crítica feroz a la decadencia y degradación social, una novela narrada por hombres, actuada por hombres, deshabitada de mujeres con voz. Ellas son una mención, un chisme, una ocurrencia, un objeto sexual, nunca un ser con personalidad. Esos hombres dominan el mundo y se encuentran en crisis, son absurdos, simples, y los que valen la pena están locos, hablan solos y escriben poesía. Sin duda el género negro encontró un nuevo narrador •

P O E S Í A 
Situaciones límite

Iván Cruz Osorio


 
 

Henri Michaux,
El pulso de las cosas,
Universidad Iberoamericana/ Artes 
de México,
México, 2000.
 

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"Tú vendrás, si es que existes,/ seducido por mis estropicios,/ mi odiosa autonomía./ Saliendo del éter,/ de cualquier parte,/ tal vez de debajo de mi ser desquiciado;/ arrojarás la cerilla que soy en tu desmesura,/ y adiós Michaux."

Las situaciones fundamentales de nuestra vida las llamamos situaciones límite; aquéllas de las que no podemos salir y que no podemos alterar. En la vida cotidiana huimos frecuentemente de estas situaciones cerrando los ojos y haciendo como si no existieran. Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos nuestro sometimiento al acaso. Entonces sólo tenemos que habérnoslas con las situaciones concretas, que manejamos a nuestro gusto y a las que reaccionamos actuando según planes en el mundo, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones límite reaccionamos hasta que son inminentes, y lo hacemos con desaliento, implorando por la reconstitución. 

Henri Michaux, al contrario, enfrenta las situaciones límite, no las olvida y en todo momento se descubre mirándose a sí mismo o sacando de su propio fondo lo que es para él certeza, ser y confianza. No es fortuito entonces que Michaux escriba: "Mi vida: te vas sin mí./ viajas,/ y yo espero todavía dar algún paso./ Libras en otra parte la batalla./ Y así me desertas./ Nunca te he seguido."

Michaux viajó por Asia y Sudamérica, experimentó con drogas y convirtió su pintura en una obsesión caligráfica. Quizá toda esta búsqueda encuentre causa en su primera vocación. De joven, Michaux soñaba con acceder a alguna orden religiosa y leía a los místicos queriendo seguir el destino de los santos.

Sus poemas sobre la droga nacen del diálogo con su místico interior; él mismo describirá los momentos de éxtasis que era capaz de experimentar profundizando en las situaciones límite como la vía del conocimiento propio.

Exploró el delirio interior y su imaginación poética se vio enriquecida por una intensa observación de la realidad. El poeta respira el oscuro abismo sembrado en su ser y exhala de repente un resplandor en los rincones desconocidos del exterior.

Escrito para transmitir los delirios del poeta, para emitir sus impulsos más allá de lo que pueda implicar un significado, El pulso de las cosas acierta en cada poema en el todo intento de superación espontánea e íntima del artista. Observador de lo minúsculo hasta llegar al fetichismo, Michaux calibra su propio ser tanto como las cosas de afuera. En su poesía hace latente todo esto, pero inmediatamente busca una salida y recurre con facilidad a las puertas irónicas o chuscas: "Señores de la muerte: No les he prodigado ni blasfemias ni aplausos. Tengan piedad de mí, viajero en tanto viaje sin maletas. Ustedes son seguramente poderosos, chistosos sobre todo."

El poeta canta a la exploración de su ser y se agota en su obsesión por la profundidad. Michaux cumple con una condición del poema: la experiencia; además, agrega su voluntad de habérselas con lo inconcebible y tiende, en medio de los dos extremos, las diversas modalidades del desequilibrio.

Una obra redonda, sin fisuras, que resume de principio a fin la búsqueda interior hasta llegar al agotamiento del propio ser.

El poeta escribe de su obsesión por llegar a la profundidad de las cosas, de la posibilidad de acabarlas hundiéndose en ellas, porque toda la aventura radica en lograr el orden interior. El poeta escribe acerca del enfrentamiento con las situaciones límite –la muerte, el acaso, la culpa– como una forma de vida.

Henri Michaux fundamenta sus búsquedas en el ser y lo deja latente en el poema, no se ancla a él en lo absoluto; si acaso crea laberintos, uno tras de otro, y los describe: "Laberinto la vida, laberinto la muerte,/ laberinto sin fin, dice el maestro de Ho. Todo enclava, nada libera,/El suicida renace a otro sufrir./Aquel que cree desenrollar el rollo no desenrolla nada./ Nada desemboca en ninguna parte. Los siglos también viven bajo tierra, dice el maestro de Ho." •
 
 


FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION

arquitectura

• Eupalinos o el arquitecto, Paul Valéry, traducción de Mario Pani, Universidad Nacional Autónoma de México, 80 pp.

antropología

• Lo sagrado en el arte: la risa en Mesoamérica, Eduardo Planchart Licea, Col. Biblioteca, Universidad Veracruzana, México, 2000, 228 pp.

educación

• Libro del profesor. Desarrollo del pensamiento crítico, Yolanda Argudín y María Luna, Universidad Iberoamericana/Plaza y Valdés Editores, México,  2001, 419 pp.

ensayo

• La imaginación del instante: signos de José Luis Cuevas, Miguel Ángel Muñoz, Col. El horcón, Museo José Luis Cuevas/Editorial Praxis, México,
2001, 60 pp.

ensayo (sociológico)

• Significados colectivos: procesos y reflexiones teóricos, Marco A. González y Jorge Mendoza García (compiladores), Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México, 2001, 389 pp.

historia

• Historiografía crítica. Una reflexión teórica, Silvia Pappe, con la colaboración didáctica de María Luna Argudín, Col. Libros de texto y manuales de práctica, Serie Libros de posgrado, UAM, México, 2001, 174 pp.

narrativa

• Diarios (1847-1894), León Tolstói, selección y traducción de Selma Ancira, Ediciones Era, Conaculta/Fonca, México, 2001, 444 pp.

• Las puertas del paraíso, Jerzy Andrzejewski, traducción de Sergio Pitol, Col. Ficción breve, Universidad Veracruzana, México, 144 pp.

• Movimiento falso, Sergio Missana, Col. Biblioteca Era, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 2001, 182 pp.

poesía

• Las formas de ser gris adentro, Jeremías Marquines, Instituto de Cultura de Tabasco/Editorial Praxis, México, 2001, 69 pp.

• Nueva poesía latinoamericana, prólogo y selección de Miguel Ángel Zapata, Col. Antologías Literarias del Siglo XX, núm. 3, Universidad Nacional Autónoma de México/Universidad Veracruzana, México, 1999, 732 pp.

revistas

• Artes de México, núm. 56, año 2001, revista libro especial Serpiente popular, Alberto Ruy Sánchez Lacy, Dominique Dufétel, Jesús Salinas Pedraza, entre otros, Artes de México y del Mundo, México, 96 pp.

• Casa del Tiempo, núm. 34, noviembre de 2001, vol. III, época III, textos de Carmen Sánchez, Tenzin Tsundue, Luis Ignacio Sáinz, entre otros, UAM,
México, 72 pp.

• Configuraciones, núm. 1, abril-junio de 2000, año 1, textos de Ricardo Raphael de la Madrid, Leonardo Lomelí Vanegas, Marta Lamas, entre otros, Fundación Carlos Pereyra, México, 111 pp.

• Configuraciones, núm. 5-6, octubre-diciembre de 2001, textos de Rosalba Carrasco, Rolando Cordera, Ana Galván, entre otros, Fundación Carlos Pereyra/Instituto de Estudios para la Transición Democrática, México, 175 pp.

• Cantera Verde, núm. 33, julio-septiembre de 2001, año 14, textos de José Francisco Conde Ortega, Abelardo Gómez Sánchez, Luis Enrique del Ángel, entre otros, Órgano del Taller Literario de la Biblioteca Pública Central de Oaxaca, México, 36 pp.

• Debate Feminista, núm. 24, octubre de 2001, año 12, textos de Ricardo Hernández Forcada, Liliana Felipe, Sandra Lorenzano, entre otros, Metis, Productos Culturales, México, 384 pp.

• Origina, núm. 105, noviembre de 2001, año 9, textos de Florina Piña, Carmen Nozal, Ximena Chávez, entre otros, Gilardi Editores, México, 80 pp.
 
 



ALBRICIAS

Recientemente, Maya Goded recibió el Premio Eugene Smith 2001 por su serie
La mujer en la Merced
Han recibido este importante galardón Sebastiao Salgado, Graciela Iturbide, Eugene Richards y Jim Nachtwy, entre otros notables fotógrafos. Felicitamos a Maya por tan merecido reconocimiento.