La Jornada Semanal, 19 de agosto del  2001
(h)ojeadas

De amar a ser amado

Claudio Molina Salinas


 
 

 
 
 
 

Rubén Bonifaz Nuño,
Ovidio: arte de hacerse amar,
UNAM/Instituto de Investigaciones
Filológicas,
México, 2000.
 

 

El poeta sulmonense Ovidio escribió en su juventud El arte de amar, libro que pretendía enseñar a los individuos de su época cómo amar sin ser lastimados y cómo obligar a otro a amar aunque la voluntad de éste se le opusiera.

Si la intención de Ovidio no tenía más que fines didácticos y pretendía no hacer daño, su intento fue en vano ya que seguramente hubo cantidad de individuos, de corto entendimiento y malas intenciones, que se valían de este método de hacerse amar correctamente para satisfacer sus necesidades mal intencionadas de placer, enajenando el juicio humano.

Siendo una obra didáctica, El arte de amar se vale de ejemplos de algunos amores indebidos e ilegítimos, para mostrar a los lectores de su época las ventajas que hay en que las mujeres amen y en que los hombres sepan hacerse amar.

El poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño escribe este librillo, como él mismo lo llama, con el fin de que las verdaderas intenciones de Ovidio sean entendidas: que se entienda que el amor es un ente poderosísimo que mantiene al mundo en movimiento, que hace a las virtudes y facultades del hombre tener calidad humana, y que, si no se sabe amar correctamente, penetra en el alma y provoca locura. En el último de los casos, hay que ver El arte de amar no como un poema vil, vulgar e incitador al libertinaje, sino como un juego que busca la libertad del hombre, el gozar la poesía o simplemente conocer más.

Un lector atento se preguntará: ¿por qué la intención de Rubén Bonifaz Nuño de traer hasta hoy conceptos del pasado que podrían ser ya caducos o pasados de moda? ¿Para qué nos sirve un método de hacerse amar, si amar es una cualidad innata?

Es muy fácil. En este nuevo siglo que comienza la raza humana se encuentra con un reto: encontrar la forma más sencilla y correcta de hacer las cosas, y quisiera que se entendiera la "forma correcta" como "la forma más adecuada" o "el mejor camino" para poder hacer las cosas. Prueba de ello es que si compramos cualquier objeto, como una licuadora, los fabricantes anexan un instructivo de cómo optimizar el uso de la misma. Si bien es cierto que mi bisabuela nunca tuvo problemas de este tipo porque ella solía usar metate y molcajete, con toda seguridad no hubiera padecido esa artritis tan violenta si hubiera tenido en sus manos El arte de saber menear la mano del metate. Actualmente, el alto contenido de potasio de un licuado de plátano no se altera por el uso correcto o incorrecto de una licuadora, pero sí puede hacer la diferencia entre un licuadazo sensacional y salir sin desayunar de casa. De esta misma manera, el saber hacerse amar con arte puede influir, incluso, en la existencia de alguna persona o de las mismas sociedades.

El método de hacerse amar está en este librito mucho más claro y comprensible de lo que se podría pensar. Don Rubén Bonifaz Nuño, de la misma forma que Ovidio, distingue de este método dos partes fundamentales; una, útil únicamente para hombres; y otra, sólo para mujeres. Los dos poetas hacen esta distinción porque consideran al hombre, por su naturaleza, más frío, metódico, capaz de fingir amor, y resistente y menos vulnerable ante los embates del amor. Debería destacar también que cuando el amor logra herir al hombre o lo llega a controlar, éste es mas vulnerable al sufrimiento que el amor trae consigo, incluso mucho más que una mujer.

Las mujeres en cambio aman sin temor a ser heridas. Las mujeres, por su condición, son mejores para proporcionar deleites en el acto amatorio y esta capacidad es su poder y la posibilidad que tienen de menguar las acciones del hombre, y convertir la virilidad en dependencia. Es decir, el hombre subyace ante el placer que la forma femenina provoca, y eso nos pone en desventaja. Por eso como hombres debemos protegernos.

Alguien más por ahí preguntará asustado: "¿Cómo hago para ser amado por otro y no padecer el sufrimiento con el cual el amor somete a las almas débiles?" Si alguien quisiera aprender cómo hacerse amar correctamente, le diría que armas dio Ovidio a hombres y mujeres para sostener la lucha amorosa, así que ande usted, compre el libro, y aprenda el uso de esas armas.

Me corresponde, ahora, hablar del método de ser amado por una mujer, y de mi experiencia propia.

Creo que fue hace seis, ocho o más meses, cuando llegó a mis manos un artículo escrito por Rubén Bonifaz Nuño en el que hablaba de Ovidio y su método para hacerse amar. Quedé intrigado y quise saber más del tema. Luego de leer no sé cuántas veces ese artículo, llego a mí Ovidio: arte de hacerse amar, que me sugirió poner en práctica el nuevo conocimiento adquirido.

El punto primero fue que debería encontrar a la mujer que cubriera mis expectativas y que fuera placentera para mis sentidos y mi alma; la busqué y la encontré. El punto siguiente sería hacerla creer que yo la amo, con la única intención de conseguirla. Para lograr esto era indispensable que las cartas o e-mails, llamadas telefónicas y conversaciones que sostuviéramos dejaran entrever que yo tenía una creciente necesidad de su persona. En un principio debía fingir, con el objeto de lograr cautivar sus emociones. Incluso, un par de veces llegué a mostrarle mis lágrimas para evidenciar esas heridas de pasión y lograr convencerla de que "sólo ella a mí placía".

El doctor Rubén Bonifaz Nuño llama nuestra atención al punto de que la habilidad de palabra es un don capaz incluso de hacer olvidar los defectos físicos, pero Ovidio nos dice que el oro es aún mas poderoso que la elocuencia, o, como se dice hoy: "Verbo mata carita, lana mata los dos." Así, no sólo me valí de mis torpes palabras que pretendían endulzar sus oídos, sino también eché mano de pequeños regalos que aunque no fueron muy costosos, ponían en evidencia mis intenciones y me hacían presente en sus pensamientos. Tampoco dejé de alabar su lindísima forma, y les aseguro que aquí no mentía. Muchas veces le di un lugar especial aunque fuese fingido, es decir, aunque el destino me hubiese mandado hacer algo que yo no quisiera, o si yo hubiera querido algo para placer mío y luego de ella, a ella le debía hacer sentir que lo que hacía no era más que para complacerla, aunque sólo pensara, con soberbia, en mí.

No puedo omitir que siempre tenía que estar de acuerdo con lo que ella decía. Hacerme de la vista gorda con respecto a sus defectos también se volvió un hábito; incluso llegué a pensar que en realidad estos defectos no existían. Otro punto importante era extender los eventuales actos de cortesía a una caricia en su hombro o tocar alguna parte de su cabello, ya que este tipo de contacto físico invita al enamoramiento, y aunque me costara trabajo, no podía dejar de hacerlo. Al estar seguro de que ya había captado su atención y cierta predisposición para ser su amando, hubo un par de recomendaciones que no pude dejar de atender: una, provocarle pequeños ataques de celos y luego aliviarlos con algún pequeñísimo placer amoroso susurrado en sus oídos, pues el amor es el antídoto más potente para la cólera de una mujer; y la otra es que, después de estar tan cercanos el uno del otro, debía dejarla, ignorarla por completo para que mi ausencia la hiciera necesitarme más que nunca. Pues, como dice Ovidio, el campo descansado da mejores frutos. Aquí resultó que la puerca torció el rabo pues mientras más distancia ponía yo, ella se situaba cada vez más lejos de mí; y ahora es inútil intentar acortarla.

Este no fue el error más grave que pude haber cometido, lo peor fue que pretendí con tal vehemencia hacerme amar que terminé apasionado de ella, al punto de que la idea de su persona no deja de perturbar mis pensamientos, llamando constantemente mi atención con ese sonidillo similar al de los grillitos o saltamontes revoltosos, que sólo mi corazón puede oír.

Cuando se somete a amar de esa manera, el hombre pierde por completo las virtudes del alma, es decir, el alma se vuelve débil, el hombre no es libre nunca más, y su vista se torna a tal grado corta que sólo puede ver a la que ahora debe ser amada por él. Este estado también es conocido como desconsuelo. Y el desconsuelo es el peor castigo que puede haber para los mal intencionados como yo.

Por todo lo dicho antes no quisiera que pensaran que este libro es un desatador de desgracias; por el contrario, su fin no es ése. La finalidad de Ovidio: arte de hacerse amar es destacar la veracidad y fingimiento que desata el amor en la conducta de los amantes, la felicidad o amargura de los que se resisten a amar, aprender qué es el amor y tomar conciencia de él, mirar al amor como el fundador de la cultura en el mundo, reconocer que es la sustancia que anima, da sentido a la existencia y ordena el universo; que el hombre sin amor continuaría en un estado de salvajismo semejante al de los animales, y, por ultimo, un método para encontrar una manera más apta y correcta de amar. En conclusión: creo que este libro no puede dejar de ser leído por nadie, ya sea su intención ser amado, conocer más de Roma, acercarse de una manera muy grata a la historia, el placer de leer a Rubén Bonifaz Nuño, tomar consciencia de lo que el amor es, o simplemente por el gusto de recordar cómo nos hicimos, por gusto propio, las víctimas de una pasión desenfrenada y tormentosa •
 

n o v e l a

Como de la familia

Alejandro Aura


 
 
 

Gerardo Unzueta,
La grande y el diablo,
Galileo Ediciones,
México, 2001.

No sé cómo decir de primera intención qué fue lo que de golpe me atrajo del manuscrito que conocí el año pasado de Gerardo Unzueta, ni estoy seguro de que decirlo sirva para algo; aunque creo que al hablar de un libro que los demás no han tenido todavía oportunidad de leer, conviene el acercamiento intuitivo, el impacto general, esa primera impresión del que habla de él, en este caso yo, y que me hace desconfiar de mis elaboraciones posteriores.

Quizás lo que me atrajo de primera intención fue esa resistencia a reconocerse a sí mismo, en boca de su autor, como obra literaria; quizás una insistencia en evadir el género, que me llamaba mucho la atención, cada vez que hablábamos del manuscrito; porque la estructura original que pretendía darle Gerardo era la de colección de cuentos hilados por un íntimo vínculo de sangre que evidentemente acabó en rebeldía e impuso su estructura de narración novelada, de novela, en la que los personajes viven, crecen, se reproducen, sueñan, desean, dudan, aman, acumulan verbos y más acciones y, al fin, mueren pasando estafetas afectivas, morales, éticas, políticas, laborales, y caudales de memorias a otros personajes que acumularán su propio tesoro de acciones a lo largo del libro; y como son contados con esa sencillez mañosa que parece hablar sólo de hechos verdaderos sin agregarles un punto ni una coma, si uno no se pone listo lo único que ocurre es que se cree el cuento de que todo lo contado es cierto. Como si lo cierto en la literatura tuviera valores reales; que lo digan Homero el poeta y Herodoto el historiador compitiendo por contarnos las consecuencias del rapto de Helena por Paris Alejandro, entre la verdad y la creación literaria.

Quizás esa forma de la ensoñación tan compartida por mí, tan compartida por todos, de verse en otros viviendo otras vidas en otros tiempos; esas vidas que pasan rozando la historia, que se codean con los señalados, con los que perduran en el recuerdo convertidos en monumentos o en calles y por aquí, por la imaginación del escritor, por la página que uno no quiere dejar de leer aunque suene el teléfono, aunque se haya hecho tarde y mañana haya que levantarse temprano –otro ratito, al cabo ya voy a acabar el capítulo–, van con su ropa real, con la migaja atorada en la barba, con su poquito de residuos del día entre las uñas, con su ira, su calentura, su desasosiego, con las agujetas desatadas y los humores del cuerpo húmedos y tibios y los olores del mundo plenos.

Puede ser que Gerardo realmente se haya atenido a lo que él cree que es el retrato de personas reales, como las conoció o como se lo contaron (y aquí asoma la cola el diablo de la creación: como él ha ido componiendo en su magín los datos más o menos exactos, nunca comprobables, de las memorias familiares, eso que se cuentan a falta de otros temas más mundanos los parientes cuando les toca visitarse), pero eso no le quita sino le agrega creatividad y relieves al libro. El uso, incluso, de nombres que tienen que ver con el suyo propio, parecería ser un certificado de autenticidad de hechos no literarios sino reales. Pero ¿por qué si es así resulta atractiva y enganchadora la lectura de la obra para quienes no somos sus familiares ni tenemos negocios con su parentela? ¿Porque uno conoció a esos personajes y le importa saber pormenores de sus vidas? ¿Porque a uno le quedaron a deber y anda buscando a sus herederos para cobrarles? ¿Porque uno anda buscando el secreto para sacarse la lotería? Evidentemente no. Lo importante, y es lo que ocurre en La grande y el diablo, no es que sean ciertos sino que son verosímiles, son cálidos, palpitan, y están montados en situaciones, paisajes, momentos de la vida común que todos conocemos porque han pasado a ser materia de lo que se cuenta en libros y fogones y que podemos aceptar como ciertos. Momentos de la historia que se vuelven más creíbles cuanto más domésticos se presentan; cuanto más insiste el autor en insinuar con pincel grueso que se trata de la historia de sus antepasados desde el marco de la intervención napoleónica hasta las rudas batallas por la nacionalización del petróleo y el inicio de las transformaciones democráticas del país, después del golpe del ’68, y en donde su propia aparición triunfal en persona corona el título del libro, más visible se hace otra voluntad paralela: la de construir un acontecimiento literario, aunque provenga de donde provienen casi todos los acontecimientos literarios, de la vida propia y de la de quienes le son a uno cercanos.

Pero hay algo de subterfugio en todo esto y claro está que no lo digo para mal, no como engaño sino como estratagema, porque el escritor Unzueta coge lo que le pareció más a la mano y lo que a nosotros nos haría pensar eso mismo de primera intención, para pintarnos un excelente escenario de época con sus personajes muy definidos, muy bien ubicados en su entorno, con sus hábitos, sus vestuarios, sus transportes, sus muebles, sus modos de hablar y, semejante al paisajista que cobra la presa por los ojos y quiere hacernos creer que nosotros somos quienes vemos el paisaje, cuando lo que estamos viendo es la habilidad, la sensibilidad, el dominio del artista para crear, de la nada, o más bien, de esa nada compuesta de memorias, imágenes vistas, capacidad de invención y palabras, colores, líneas, sonidos y silencios con que se construye una y otra vez, si hay talento para hacerlo, un mundo posible, una historia verosímil •




Teatro. El grupo Artes Escénicas presenta el montaje coreográfico Ritual a los dioses (Él es Dios), el 25 y 26 de agosto, a las 13:00 horas, en el Teatro Raúl Flores Canelo del cenart ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya.

El Centro Cultural Helénico presenta: Luces del Barroco, con el actor y cantante Iván Martínez y el arpista Ángel Padilla. La obra está basada en textos de Francisco de Quevedo, Garcilaso de la Vega, Juan Ruiz de Alarcón, Lope de Vega y Sor Juana Inés de la Cruz. Dirección de Margarita Isabel. La cita es los días 23, 24, 25 y 26 de agosto a las 20:00 horas en La Capilla.
Farsa infantil de la cabeza del dragón, original de Ramón del Valle-Inclán, obra para niños con Hugo Peña y Patricia Meraz, entre otros, el 25 de agosto y a partir de entonces todos los sábados y domingos a las 13: 00 horas en El Teatro.
La enfermedad de la juventud, dirigida por Armando Ramírez, se estrenará el 26 de agosto, a las 20:00 horas en La Gruta.

El Instituto nacional Indigenista presenta el libro Käräxle nab Furia del mar de Isaías Hernández Isidro, edición bilingüe yok´ot´an español, el 23 de agosto a las 18:00 horas, en el auditorio Alfonso Caso del ini, ubicado en Av. Revolución núm. 1279, pb, col. Tlacopac, Álvaro Obregón, cp 01010, México DF. Mayores informes al 5651 3199 extensiones 304, 305 y 320. Entrada libre.

Evolución y análisis del hecho fotográfico, propuesta de los Talleres 2001 del Centro de la Imagen. Los talleres están divididos en los siguientes bloques: Desarrollo de proyectos: un programa integral; básicos, laboratorio y técnicas alternativas; visión personal, fotoperiodismo y fotografía documental, historia y análisis de la fotografía y otros medios: animación, video y multimedia. Hasta el 3 de noviembre. Mayores informes a los teléfonos 5709 5774 y 5709 6095, en la sede ubicada en Plaza de la Ciudadela núm. 2, Centro Histórico y en el correo electrónico: [email protected]

XIII Certamen Nacional Alfonso Reyes 2001. Convocan el Consejo para la Cultura de Nuevo León y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, con la colaboración del Ayuntamiento de Monterrey y la Universidad Autónoma de Nuevo León. Podrán participar escritores mexicanos residentes en México o en el extranjero, con un ensayo o libro de ensayos inéditos, escritos en español, sobre literatura mexicana o hispanoamericana contemporánea. No podrán participar quienes colaboren directamente en la organización del concurso, ni los ganadores de ediciones anteriores. El premio único e indivisible es de ochenta mil pesos. La fecha límite de recepción de textos es el 21 de septiembre del año en curso. Los trabajos deberán tener un mínimo de cincuenta (50) y un máximo de doscientas (200) cuartillas. Deberá presentarse original y tres copias, escritas a máquina a doble espacio, en hojas tamaño carta y por una sola cara. Los concursantes deberán firmar sus trabajos con seudónimo y proporcionar su identificación en un sobre adjunto cerrado con su nombre, dirección y teléfono. Los ensayos deberán ser dirigidos al XIII Certamen de Ensayo Alfonso Reyes, Consejo para la Cultura de Nuevo León, José Benítez, núm. 604, col. Obispado, cp 64060, Monterrey Nuevo León, teléfono 01 (8) 348 43 82 y fax 01 (8) 348 43 92. El jurado calificador estará integrado por intelectuales de reconocida trayectoria y sus nombres se darán a conocer oportunamente. El fallo se publicará la segunda semana de diciembre. Un notario abrirá únicamente el sobre que contenga la identificación del ganador y destruirá los sobres restantes. No se devolverán originales ni copias de los trabajos presentados. Las instituciones organizadoras notificarán de inmediato el fallo al triunfador y a los medios de comunicación. Asimismo, informarán la fecha en que se efectuará la ceremonia de entrega del premio y se reservan el derecho de publicación del trabajo que resulte ganador.

a n t o l o g í a

El buscador de paradojas

Leo Mendoza


 

Mario Vargas Llosa,
El lenguaje de la pasión,
Aguilar,
México, 2001.
 

Sin lugar a dudas una de las figuras públicas más controvertidas de la literatura hispanoamericana es Mario Vargas Llosa, quien, por si fuera poco, es uno de los mejores narradores de nuestro presente. La novelada muerte del dictador dominicano Leónidas Trujillo –que se encuentra en La fiesta del chivo– es uno de los mejores ejemplos de esta obra madura, estructurada, de aparente sencillez aunque enormemente compleja en cuanto sus implicaciones y complicidades con el lector.

Vargas Llosa ha cultivado también el periodismo y la política –terreno donde se ganó enemistades y animadversiones y en el que fue derrotado como candidato a la presidencia de Perú por Fujimori quien, como paradoja de la vida pública latinoamericana, terminó siendo el villano del cuento– y se ha mantenido fiel a una postura crítica, pragmática en ocasiones, de defensa de la democracia como el mejor de los sistemas posibles, de la cultura occidental, de la razón y del liberalismo económico, lo cual tampoco ha sido muy bien visto.

Sin embargo, como articulista Vargas Llosa es un hombre de ideas profundas y convicciones arraigadas que nunca cede ante los desatinos exaltados y que, por encima de todo, prefiere ser razonable. No hay que olvidar que en una de sus declaraciones más lúcidas, Vargas Llosa nos recordó que en México vivíamos una dictadura perfecta.

El lenguaje de la pasión reúne un puñado de artículos escritos por el autor de La casa verde para el diario El País y el texto que da título al libro es precisamente el que el narrador dedicó a Octavio Paz a los pocos días de su muerte: un texto sobrio, marcado por la admiración hacia el pensador pero también por una mirada analítica capaz de descubrir que la cercanía del poeta con los gobiernos del pri en sus últimos tiempos empañaron su certera crítica política, como también el afán de novedad pudo conspirar contra la permanencia de su poesía. Por esa sinceridad y esa capacidad para distanciarse de quien escribe –o para acercarse–, el ensayo de Vargas Llosa se encuentra muy por encima de otras elegías escritas por las mismas fechas.

Muchos de los artículos que se reúnen en El lenguaje de la pasión –que es para Vargas Llosa el único lenguaje con el que se puede hablar de Octavio Paz– encaran la gran problemática de Occidente frente a las otras culturas de impedir o respetar en nombre de un mundo multicultural aquellos usos y costumbres que ofenden y lesionan –como la circuncisión femenina en muchos países africanos y aun en Inglaterra– los derechos humanos. Por supuesto que en este caso Vargas Llosa está por la defensa de la soberanía individual que para muchos, seguramente, no cuenta. Y, como constante buscador de paradojas, el escritor nos recuerda que muchos de los argumentos de quienes hoy defienden estas prácticas nacieron de los estudios multiculturales puestos en boga por las universidades estadunidenses, es decir por los mismos colonialistas occidentales a quienes hoy se rechaza.

Pero más allá de estas discusiones donde Vargas Llosa hace de abogado del diablo –lo mismo para la realidad política venezolana que para el aborto, las sectas, el caso Elián o la situación en el Medio Oriente–, se encuentran aquellos textos escritos desde el oficio mismo: las reflexiones que provocan en el escritor el encuentro con pintores como Vermeer o Monet nos asombran por esa enorme capacidad narrativa que se despierta simplemente de la visión de un cuadro o de la visita a una exposición; o por ejemplo, caminar en una ciudad como Alejandría conduce al autor a recorrer la vida de Cavafis.

En uno de los artículos de El lenguaje de la pasión, Vargas Llosa comenta un ensayo de Henri Raczymow acerca de la muerte del gran escritor –es decir, sobre la pérdida del papel y el peso que el escritor tenían antes de la llegada de esta sociedad mediática– y su respuesta, en vez de rasgarse las vestiduras y lamentarse, es la de aceptar el reto que esta nueva realidad impone. Y quizá sea esta actitud razonable la que dialoga con los lectores a lo largo de todo el libro•


FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION

agricultura
• Procesos metropolitanos y agricultura urbana, Pablo Alberto Torres Lima (compilador), Universidad Autónoma Metropolitana/Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, México, 2000, 253 pp.

anuario
• Anuario de la Fundación Octavio Paz 2001, Memoria del Coloquio Internacional “Por El laberinto de la soledad a 50 años de su publicación”, Textos de Roger Bartra, Carlos Monsiváis, Saúl Yurkievich, entre otros, Fundación Octavio Paz/Fondo de Cultura Económica, México, 245 pp.

cine
• Cine y anarquismo. La utopía anarquista en imágenes. Richard Porton, traducción de Mirena Fayard, Col. Cine y política, Editorial Gedisa, España, 283 pp.
• Permanencia voluntaria. El cine y su espectador, Lauro Zavala, Biblioteca Permanencia voluntaria, Universidad Veracruzana, México, 2000, 104 pp.

derecho
• La justicia: ¿discurso o mercado? Los nuevos enfoques de la teoría contractualista, Lucian Kern y Hans Peter Müller, compiladores, Serie Filosofía del derecho, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2000, 294 pp.

ensayo
• Jim Morrison. Un guía en el laberinto, Efrén Minero, edición del autor, México, 2001, 81 pp.

historia
• Breve historia de Yucatán, Sergio Quezada, Serie Breves historias de los estados de la República Mexicana, Colegio de México/Fondo de Cultura Económica/Fideicomiso de las Américas, México, 2001, 288 pp.
• Historia de la televisión en España, Manuel Palacio, Col. Estudios de televisión, 10, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 198 pp.
• Mercedes reales y posesiones. Cacicazgo de Tecomaxtlahuaca 1598-1748, Josué Mario Villavicencio Rojas, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades/Dirección General de Fomento Editorial/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2000, 438 pp.

narrativa
• Entre hombres, Germán Maggiori, Alfaguara/La Resistencia/El Foco, México, 2001.
• Plaza Cuicuilco y otros cuentos de variada intención, Carlos Véjar Pérez-Rubio, Col. Ataranzas, Instituto Veracruzano de Cultura, México, 2001, 123 pp.

poesía
• Dos siglos de poesía mexicana. Del XIX al fin del milenio: una antología, selección y prólogo de Juan Domingo Argüelles, Océano, México, 579 pp.
• Las conversaciones cantadas, Argelio Gazca, Col. El pirul, varia literaria, Miguel Ángel Porrúa, México, 2000, 70 pp.

revistas
• Crónicas y Leyendas, tomo II, 3ra. época, textos sobre La Güera Rodríguez, Atentado en la Catedral, Sobresaltos en Palacio Virreinal, entre otros, Colectivo Memoria y Vida Cotidiana, A.C., México, 2001.
• Discurso y Sociedad, núm. 1, marzo 2001, volumen 3, textos de Joan A. Argenter, Susanne Kjaerbeck, Adriana Bolívar, entre otros, Gedisa Editorial, México, 141 pp.
• Estudios Cinematográficos, núm. 20, febrero-julio 2001, año 7, textos de Reyes Bercini, Peter Broderick, Stephanie Argy, entre otros, Difusión Cultural unam, México, 80 pp.
• La Tempestad, edición especial de fotografía y reflexión, fotos de Ulises Castellanos, Karla Cetina, Karina Rodríguez, entre otros, Editorial Imágenes y Movimiento, México, 2001, 72 pp.
• Metapolítica, núm. 19, volumen 5 julio-septiembre 2001, textos de Rafael Farfán Hernández, José Luis Berlanga, Javier Campos Daroca, entre otros, Centro de Estudios de Política Comparada, a.c., México, 185 pp.
• Novedades Educativas. Ideas y recursos, núm. 123, marzo 2001, año 13, textos de Lila Estela Lahitte, Jarmila Havlik, Elba B. Lizzi, Ruth Harf, entre otros, Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico, Buenos Aires, Argentina, 88 pp.
• Tierra Adentro, núm. 110, junio-julio de 2001, textos de Guillermo Sheridan, Sylvia Navarrete, Rafael Antúnez, entre otros, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 80 pp.
• Tinta Seca, núm. 49, junio-julio 2001, textos de Floriano Martins, Lorenzo Allapán Cayuleo, Manuel Mejía Vallejo, entre otros, Publicación independiente del Estado de Morelos, México, 32 pp.