Jornada Semanal,  12 de agosto del 2001 
Dariusz Nowacki

La prosa de en medio

 
En su definición de la prosa de en medio, Daruisz Nowacki dice que esta literatura debe “caracterizarse por un tema atractivo, un planteamiento de hechos y personajes claramente esbozado, así como estar estructurada preferentemente en función de un subgénero literario definido, y de éxito en los últimos tiempos”. Así enfrentaron los escritores polacos, tras la borrosa época de la República Popular, el dictum de un público lector incómodo al tener que elegir entre la literatura para entendidos y la que se escribía “desde una perspectiva de consumo”. Los resultados son heterogéneos en temática, tratamiento formal y recepción de la crítica, y dan buena cuenta del renovado vigor de una literatura que sabe reinventarse.

Durante la época de la República Popular de Polonia, el escritor no tenía que preocuparse por atraer la atención de los lectores, ni el editor por el número de ejemplares vendidos, y la crítica literaria podía afirmar que lo que gustaba a una gran cantidad de lectores, era –por definición– de menor valía que lo admirado por sólo unos cuantos. Cada escritor que alcanzaba un alto volumen de ventas se consideraba, de entrada, sospechoso. "Si tiene éxito, es porque seguramente se ciñe a las expectativas de la mayoría; luego, no es un escritor de calidad", solía decir la crítica de aquellos años. Al mismo tiempo, había un incremento en la conciencia de que las bellas letras tenían que responder a necesidades diferentes de distintos grupos de lectores –y suele suceder, desafortunadamente, que los que gustan de una literatura difícil, especialmente refinada y que entraña retos particulares en su lectura, se encuentran decididamente dentro de una minoría. A lo largo de muchos años se había considerado que la maldición de la literatura polaca consistía en que –hablando figurativamente– se encontraba constreñida entre dos extremos: por una parte proponía obras sobresalientes, dirigidas a un lector ampliamente preparado, casi podría decirse que especializado; por otra, en tanto literatura de consumo popular –con la excepción de una excelente narrativa de ciencia ficción encabezada por la obra de Stanislaw Lem–, ofrecía por lo general libros de poco valor y baja calidad literaria. Se protestaba entonces precisamente por la falta de algo que, en referencia a la narrativa de grandes ambiciones literarias, se pudiera denominar la prosa de en medio. Este indeseable estado de cosas se mantuvo hasta la transición de 1989. Apenas en los años noventa –con el nacimiento en Polonia de un mercado literario moderno que se ha convertido, por razones obvias, en un mercado del receptor– se aceptó que el lector tiene siempre la razón. Y la tiene, sin lugar a dudas, cuando exige la eliminación del gran abismo existente entre las novelas o relatos para conocedores, por una parte, y la literatura trivial, escrita pensando en los receptores menos exigentes, por la otra.

¿A qué nos referimos entonces cuando hablamos de la prosa de en medio? En términos generales, a un compromiso inteligente entre la literatura elitista y la popular. Se trata de una literatura seria desde la perspectiva de la problemática tratada y, a la vez, bastante tradicional en lo que a su forma se refiere; que se encuentra dirigida a un receptor promedio, pero también con un gusto literario ya formado, y quien, empero, suele tratar a la obra literaria desde una perspectiva de consumo. Debido a ello, la obra tiene que caracterizarse por un tema atractivo, un planteamiento de hechos y personajes claramente esbozado, así como estar estructurada preferentemente en función de un subgénero literario definido, y de éxito en los últimos tiempos (por ejemplo, la novela sentimental, el thriller, el género fantástico en todas sus infinitas variedades). En síntesis, se trata de una narrativa "amigable" con el lector –que cualquiera, sin asomo de temor alguno, pueda entregarse a su lectura. Veamos ahora con mayor detalle las virtudes de esta prosa de en medio, ejemplificándolas con las características más sobresalientes de algunas novelas publicadas en los últimos años.

La narrativa de Andrzej Szczypiorski y de Maria Nurowska permanece como un modelo todavía insuperado en lo que se refiere a una literatura que aborda la historia, difícil y dolorosa, referente a la segunda guerra mundial y sus consecuencias, así como a los totalitarismos y nacionalismos del siglo xx. Estos autores se han concentrado en la presentación de situaciones sumamente complejas, marcadas en lo general por un sentimiento de injusticia, que históricamente han unido a polacos, rusos, judíos y alemanes. Para el logro de sus propósitos se sirven de técnicas y convenciones literarias tradicionales, probadas a lo largo del tiempo, como la narración omnisciente (que sigue siendo atractiva para un gran número de lectores), usada por Szczypiorski en 1986 en su novela de gran éxito Poczatek (El inicio), o el esquema de la novela de suspenso que utilizó en Gra z ogniem (Jugando con fuego), publicada en 1999. Por su parte, Nurowska se sirve usualmente de la novela sentimental. Sus obras, que tratan de los dramas y las atrocidades de la historia del siglo xx son, al mismo tiempo, novelas de amor –ejemplos de ello son Postscriptum (Postdata) y Listy milosci (Cartas de amor). De hecho, la convención de la novela sentimental es cada vez más usual entre los autores polacos, de lo cual constituye una muestra Oksana, la recientemente publicada novela de Wlodzimierz Odojewski, en la cual trata, entre otros temas, el sangriento antagonismo polaco-ucraniano y otros episodios violentos de la Historia. El romance como esquema narrativo parece perfilarse como un recurso insustituible: la gran mayoría de las novelas de gran éxito que se encuentran en el límite entre la literatura popular y la formal hace uso de esta fórmula –baste con señalar las novelas Tego lata w Zawrociu (Este verano en Zawroc) de Hanna Kowalewska, Madame de Antoni Libera, o Kochany Franz (Querido Franz) de Anna Bolecka.

Otro de los atractivos de la novela que situamos en el ámbito de la prosa del medio es que sus autores hacen referencia directa a los temas que se encuentran en el centro de la discusión pública. La literatura de ficción se acerca de este modo a los géneros de opinión; se vuelve uno de los canales para el intercambio de ideas. Nos encontramos con una situación de este tipo en las novelas de Malgorzata Saramonowicz, en las cuales se han discutido, entre otros más, los dilemas del aborto –Siostra (La hermana)– y la eutanasia –Lustra (Los espejos). Aunque pueda parecer una paradoja, a los temas de las primeras planas de los periódicos se refieren frecuentemente los autores contemporáneos del género fantástico –Rafal A. Ziemkiewicz, Marcin Wolski, Jacek Dukaj–, quienes, usualmente desde una perspectiva que puede calificarse de derecha o conservadora, someten a la crítica el terror de lo políticamente correcto, los procesos de la globalización y la informatización del mundo actual.

Sin embargo, la característica más notoria de la que hemos dado en llamar novela de en medio es la enorme diversidad de su carácter. En efecto, el término en cuestión abarca desde obras profundas que han sido recibidas con gran seriedad, como las novelas de Wilhelm Dichter, Koñ Pana Boga (El caballo de Nuestro Señor) y Szkola bezbozników (Escuela de herejes) –libros totalmente opuestos a lo que podríamos considerar prosa de entretenimiento–, hasta obras que, si bien han sido creadas pensando en un lector adulto, parecen encontrar en el lector joven su mejor receptor; tal es el caso de la sonada novela de Tomek Tryzna, Panna Nikt (Señorita Nadie), traducida a más de diez idiomas. Tal heterogeneidad no debe sorprendernos: ciertamente, el atractivo de la prosa de en medio radica en que cada lector puede encontrar algo para sí –y ello se debe al hecho de que, a pesar de todo, el lector tiene siempre la razón.

Traducción de Joanna Zeromska