Ojarasca 48  abril 2001



Esta lucha, se las recomendamos

En los continuados momentos de una convivencia que se gestó durante los días en que los contingentes del Congreso Nacional Indígena

y los delegados zapatistas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, los representantes de las comunidades

y organizaciones indígenas se reconocieron, se acercaron, y fortalecieron un espíritu de grupo ya encendido desde Nurío

gracias al consenso tan legitimado de apoyar la reforma constitucional elaborada por la Cocopa.

Consenso ahora renovado por conocer sus historias mutuas y propias.

Presentamos el testimonio de cuatro delegados, una mujer y tres hombres, que reflejan mucho de lo que los pueblos indios

discutieron en esa primavera defeña que culminó con la comparecencia en el Congreso de la Unión de zapatistas y delegados del CNI.

(Entrevistas: RVH)

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Sin los campesinos, la sociedad no puede funcionar. Por eso estamos abajo allá, como indios. Y por eso cien por ciento nos decimos que somos indios. Si no tuviera a los indios en sus terrenos, en sus comunidades, la capital no funcionara quizá. No tuvieran apoyos para sentarse allá a la mesa, a la tribuna. Con los indios se abasan.

Por eso es muy importante que tengamos reconocimiento. No queremos estar ante una mesa de escritorio, con un podercillo. La ley que nos compete como pueblos indios es lo único que se exige.

La cabecera yo creo que debe de ver. El que está sentado allá arriba en una mesa, en un escritorio se debe de fijar hacia sus comunidades, hacia sus gentes. Supongamos que él es el que tiene mando. Nosotros también tenemos voz para decirle. Si deveramente quisiera él una paz, una dignidad como la habla, bonito fuera.

Creo que cuando se subieron ellos allí arriba del escritorio, todo el pueblo los llevó. Ahora qué pasa. Ya se sienten muy grandes. No debe ser así.

Nosotros tenemos a nuestras autoridades, pero el pueblo manda. El pueblo va a decidir lo que va a hacer el comisariado ejidal, el agente municipal que tenemos nosotros en los ejidos. Ellos deben ser portavoz del pueblo, no mandar ellos. Nosotros somos los que mandamos lo que ellos van a hacer. Así trabajamos nosotros en nuestras comunidades. Eso es lo que yo me pongo a reaccionar, eso es lo que me hace platicar, por qué será, si el pueblo es el que tendría que decidir, entonces tendrían que escuchar. ¿O al cabo al fin solos se subieron allá? Tampoco vamos a quedar con las manos cruzadas. Porque ya sabemos. De por sí somos. Algún día llegarán sus momentos y tendrán que reconocer.

Nosotros estamos en nuestra tierra por la que peleamos. Ya se desapareció el Megaproyecto del Istmo y se volvió Plan Puebla Panamá. Cambian la manera de su palabra para que no lo entiendan los indígenas, pero nosotros de vez en cuando nos damos cuenta porque defendemos a nuestras madres tierras. Una parte de mis paisanos del Istmo dicen que el Plan está muy bien, que va a haber beneficios para las mujeres, para los hombres va a haber trabajo y todo eso. Pero eso es nomás para tapar el ojo. No crean que van a vivir, van a morir ahí por la afectación de las empresas, las maquinarias y la suciedad que nos van a llevar. Todavía nuestro río, nuestro árbol, nuestra tierra, están como están. Todavía tenemos suficientes tierras, todavía están vivas, no están tan maltratadas.

Pero la ampliación de la carretera, una ampliación de ese tren, ¿a poco los indígenas lo van a ocupar? ¿A poco los indígenas van a andar con sus carros de arriba para abajo? Qué carro tenemos nosotros. Solamente tenemos nuestras bestias, con que acarreamos nuestra mazorca, si lo tenemos y si no ni eso. Ni modo que los vamos a orientar a nuestros caballitos, nuestros burritos, nuestras bestias allí a que se sumen a subir en la escalera a que crucen con su leña. Por eso nos llama mucho la atención que el gobierno se compromete solo.

La autonomía es para gestionar nuestros propios proyectos y que nos reconozcan como pueblos indígenas ante las grandes autoridades, ante quienes gobiernan. Que seamos consultados primero antes que inicie sus programas el gobierno. Cuándo nos han ido a consultar. Bonito llegó el programa de Procede: que a nosotros como ejidos nos iban a regalar el título y todo eso. Y la mayor parte de las comunidades le entraron al programa, pero ahora qué viene: muerte, pleito entre familias, entre colindancia con otros ejidos. Es un problema. Es una provocación del gobierno. Como cada quien tiene su título es fácil que venga el rico, a engañarnos otra vez, te doy tanto y voy a utilizar tu tierra. Lo hemos visto con la ampliación de la línea del petróleo que hay allá. Si la línea compete a un ejido, y el problema es para una sola persona (el dueño del terreno), pues la compañía nomás con ese dialoga. Y es fácil que lo convenza, que le diga: te doy tanto y yo hago lo que quiero hacer aquí. No es suficiente.

El gobierno ha jugado mucho con los pueblos indígenas. Dizque nos va a beneficiar. El beneficio ni es para él ni es para el pueblo de México, sino para otra persona que ni sabemos quién es. La verdad el mal gobierno nos entrega y nos vende como que si fuéramos un animalito, como que si no tuviéramos como defendernos. Pero hasta donde yo la veo, mientras uno está vivo uno puede luchar, uno puede seguir. Primeramente a todos los que vienen en camino les llame la atención. Por eso es bonito llevarles informaciones a los más pequeños de todos. Para que ellos también vayan comprendiendo, para que ellos también tengan oportunidad de lucha. Porque si nosotros orita estamos, nadie no sabe a donde nos llega la vida. Orita yo por mi parte, soy una mujer y me gusta luchar. Aunque no sepamos leer y escribir, pero quizá con nuestras palabras también valemos como hombres y mujeres. Aunque no puedas pronunciar bien lo que quieres decir. Yo cien por ciento hablo mi lengua. Aunque se rían y digan que no nos entendieron.

Esta lucha, se las recomendamos. El que no nos quiso escuchar, muchas gracias. Nosotros nos retiramos y nos vamos felices y contentos. Se lo dejamos a su criterio. No nos vamos a esconder, pa qué nos vamos a esconder. No nacimos para escondernos. Ellos quizá quieran esconderse en un huequito para ya no escucharnos. Miles de persona que han asistido a las marchas sienten lo mismo que nosotros. Porque cuando se lucha, la lucha es conjunto. Dios nos dio el espacio de rodar por México, de caminar, de conocer, y nos han conocido el mensaje, el todo. Lo estamos viendo en vivo, en voz, lo que dicen: que la lucha no es de uno solo sino para todos. Esto yo veo. Y por eso damos gracias.

Zoila José Juan, representante de la Comisión de la Mujer,
Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo,
Boca del Monte, San Juan Bichicovi, Oaxaca


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Este momento histórico comenzó cuando los pueblos indígenas de México --junto con el movimiento zapatista surgido el primero de enero de 1994-- participaron en las mesas de diálogo de San Andrés Sacamch'en de los Pobres, Chiapas, que culminaron el 16 de febrero de 1996 con la firma de los primeros acuerdos sobre derechos y cultura indígena. Los diálogos fueron un espacio muy importante en la historia de los pueblos indígenas de nuestro país, ya que se abrió la posibilidad de plasmar nuestras demandas.

Nunca nos han reconocido. Nuestro derecho ha quedado suelto siempre y fue un espacio propio que los gobiernos aprovecharon para saquear nuestros recursos naturales en forma despiadada, lo que afectó profundamente y en muchos casos desapareció diversas especies de animales y plantas. Al no incluir nuestros derechos mantuvieron a nuestros pueblos en una situación de marginación, olvido, abandono, descuido, que significó la imposición de una cultura distinta, y consecuentemente la desaparición de más de cien culturas de más de 200 que existían. Hoy sobreviven en una situación de resistencia unas 56 culturas nacionales que nos quedan.

Por la lucha de resistencia de los pueblos indios y por haber tratado de defender los derechos mismos de la tierra y sus recursos, aguas, bosques, flora, fauna, la respuesta de los gobiernos fue la represión, la persecución, la muerte, como lo demuestran Aguas Blancas, Acteal y muchas otras.

Tenemos claro que la política del gobierno no responde a la realidad de los propios pueblos. Nos sigue afectando profundamente, en todos los aspectos. Ni las comunidades ni la sociedad civil nacional estamos ya dispuestos a seguir tolerando tal trato.

En Nurío el trabajo, como ya lo constataron incluso los medios mismos, se fusionó en una sola palabra: la demanda del reconocimiento en la Constitución de los derechos y la cultura de los pueblos indígenas --rezago de mucho tiempo, de siglos--, según los Acuerdos de San Andrés y la iniciativa de Cocopa. Es impostergable este reconocimiento como un espacio de nuestro tiempo, de responsabilidad, de reflexión, y en donde juntos --los mexicanos y mexicanas--, tenemos que replantearnos el derecho histórico de nuestros pueblos. Estamos en un tiempo nuevo.

Lo que hoy vivimos es un puente, una alternativa en la que vamos a encontrar los caminos y los espacios dentro del marco constitucional que nos permitan impulsar nuestro propio proyecto alternativo, político, histórico y económico. Nuestro propio proyecto educativo, de producción, de salud, de comunicación, de aprovechamiento de nuestros recursos, de fomento, y la reconstrucción de nuestras comunidades, la reconstitución de nuestros pueblos. Exigimos un marco de respeto entre el hombre y la naturaleza. Sin degradar a la tierra, sin perjudicar la naturaleza misma. Hacer un esfuerzo de reconstitución de nuestro entorno a partir de los conocimientos históricos, culturales, que tienen un contenido muy profundo, ecológico, en la visión de los propios pueblos indígenas.

Si se alcanza el reconocimiento de los derechos y cultura de los pueblos indígenas, estaríamos fortaleciendo las bases sólidas de la soberanía nacional misma, se fortalecería la nación, se fortalecerán las estructuras de la Constitución y se podría garantizar el correcto aprovechamiento de los recursos, sobre una base sólida en la que no queden sueltos algunos espacios del marco constitucional como para que las transnacionales sigan haciendo y deshaciendo sobre los recursos estratégicos del país.

Juan Chávez, Nación Purépecha, Nurío, Michoacán


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Por no estar reconocidos en el margen constitucional, nos tratan como ellos quieren. Nos utilizan como ellos quieren. Nuestros abuelos dieron su sangre. Desde la Independencia, de 1810, desde la Revolución mexicana, los indígenas fueron a defender nuestra patria, para que otros aprovechen. Como están aprovechando hoy los gobiernos mestizos.

Tal vez por la ignorancia. Pero creo que los que dieron sangre, nuestros abuelos, no eran ignorantes. Es real que lo hicieron por defender. Dieron. Supieron lo que hicieron. Pero no les dieron su reconocimiento. Si hubiera ese reconocimiento creo hoy todos los pueblos no estuvieran levantando la voz. No habría levantamientos. No habría guerrilleros. Pero la necesidad obliga. A los pueblos los obliga a ser. Los culpables son los gobiernos.

El cambio con el actual gobierno nunca se va a dar. Son peores. Son muy racistas. Lo están demostrando orita. El presidente Vicente Fox no es comprensivo. No es cierto que quiere la paz.

La paz no se hace en palabras, tendrían que ser letras en la Constitución. Para que los pueblos indígenas tengan ese derecho.

Si los problemas de Vicente Fox no los va a resolver, es una vergüenza para él. Se va iniciando con su partido él, y qué lastima que no tenga cómo cumplir, como que no tiene capacidad de gobernar. Cómo es posible que un senador de su partido tenga más poder que el presidente.

Mucha gente lo engañó a través de la televisión. Hasta los dos enemigos se juntan, por la paz. Eso no es cierto. La paz no se firma allí en la televisión. Es un engaño para el pueblo mexicano. La paz es en este momento que abra el congreso, que entren los compañeros, para que digan lo que sentimos, lo que siente el pueblo indígena. Que no inventen cosas.
 
 

Roque Nava Calvario, miembro de la dirección colectiva
del Consejo Guerrerense 500 Años de Resistencia Indígena



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En 1989 nace nuestra organización porque el pueblo ya no soportaba estar abandonado, marginado, olvidado, perseguido, criticado por la gente mestiza que vive en el centro, lo que es el casco de Huehuetla, que son llegados, no son de ahí.

Al nacer la organización le dio gusto al pueblo porque ganamos el municipio, en elección. Yo fui electo como el primer presidente municipal indígena de ese municipio de 90 a 93. Al ganar el municipio trabajamos la electrificación, aulas, caminos, teléfonos y agua potable. En aquel tiempo no existían ni caminos. La organización sigue hasta orita. Va a ser 12 años de la organización el próximo 22 de julio.

Por eso participamos en la caravana zapatista. Solamente así podemos estar en enlace, tener más fuerza a nivel municipal, distrital, estatal y federal, y que en esos gobiernos se den cuenta que no es como dicen, que los totonacos ya no existen. Aquí estamos presentes. Aquí estamos demostrando que sí vivimos, que sí existimos y como totonacos reclamamos nuestro derecho. Reclamamos nuestras tradiciones, reclamamos nuestra lengua. Porque no queremos que se desaparezca la raíz.

Esa lengua que a nosotros nos prestaron, el español, no es de nosotros, esa nos la vinieron a embarrar, esa vestimenta que viste la gente --el pantalón, el calzado de piel-- no es de nosotros.

Y otra cosa, es mentira que los totonacos cargan armas. Nuestra arma es todo lo que tenemos: nuestras tradiciones. Nuestra arma es la organización, tener un solo sentir, un solo pensamiento, por cualquier obra o trabajo para el pueblo. Esa es nuestra arma. El arma es conocer algo en la ley. Cómo debemos caminar. Dónde debemos hacer el respeto, el derecho, en la ley.

Aquellos que dicen que conocen la ley, que la manejan, no respetan esa ley. ¿Quiénes son? los grandes gobernantes que viven. Los diputados, los senadores. Los que llegan en grandes poderes. Son aquellos que hojean la ley y saben dónde está escrito los artículos, mas no respetan.

Aunque todavía no aparezcamos en la ley, nosotros sabemos respetar a nuestros prójimos. No importa el color, el tamaño, si es una persona analfabeta o un sabio.

Si estamos acá es para que aparezcamos en la ley que nos proteja, que sintamos que estamos escritos para que a partir de hoy empiece la igualdad, a partir de hoy empiece la democracia, que empiece la justicia. Pero tenemos que practicarlas. De nada serviría si nosotros no la practicáramos, esa ley indígena. Que no nos pase como a aquellos los gobiernos, los diputados, los senadores, que conocen la ley mas no la practican.

La Organización Independiente Totonaca está ahora, con otras organizaciones, para demostrar esa fuerza que el 2 de diciembre demostraron los zapatistas: que juntaron a toda la gente. Que los zapatistas no sientan que ellos van solos. No luchan solos. Estamos luchando todos juntos para encontrar la libertad, la democracia, la igualdad, la justicia, la fraternidad, donde nos sintamos todos iguales. La lucha no ha terminado.

Mateo Sánchez Espinoza, presidente de la Organización Independiente Totonaca,
del municipio de Huehuetla en la Sierra Norte de Puebla


 




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