Jornada Semanal, 1o. de abril del 2001 


Edith Negrín

La vida cotidiana de
José Revueltas, según Olivia
 
 

Nos dice Edith Negrín que en Mi vida con José Revueltas Olivia Peralta entrega el resultado de “analizar su relación con José, de decantar sus reminiscencias, de suavizar sus resentimientos... hasta cierto punto”, y que “parece tener la intención única de dejar claro su papel en la vida del escritor”. Sin duda, el libro de Peralta será útil para conocer la manera revueltiana de vivir, según palabras de Negrín, “ese espacio llamado cotidianidad” e intentar el establecimiento de correspondencias entre el ámbito privado y el universo público de este humanista que alguna vez eligió “vivir dignamente en la zozobra”.


A los escritores hay que buscarlos en sus libros, antes que en ninguna otra parte, dijo alguna vez José Revueltas. Qué duda cabe. Sin embargo, el multiforme material paraliterario que en distintos momentos va agregando pinceladas a la imagen de un artista, retocándola, conformándola, rehaciéndola, despierta de manera inevitable nuestra fascinación. Los diarios, las autobiografías y las biografías, los epistolarios, las entrevistas, las anécdotas dispersas en diversas publicaciones, constituyen información valiosísima para atisbar el proceso de producción de un escritor, para captar el clima afectivo en que se gestaron sus obras, para saber de los aconteceres que cristalizaron como texto, para orientarnos en los meandros del campo cultural. O tal vez, simplemente, este material contribuye a satisfacer la inagotable curiosidad de los lectores por conocer a un autor desde todos los ángulos posibles.

Una personalidad tan compleja y apasionada como la de José Revueltas resulta de especial interés. Paradigma del intelectual militante, comprometido a ultranza, figura controvertida en su madurez, legendaria en sus últimos años y después de su muerte, el escritor se ha convertido en personaje de narraciones y de películas. No es casual.

Existen diversos documentos para reconstruir la participación política del novelista, que va del Socorro Rojo Internacional al movimiento estudiantil de 1968, pasando por las principales agrupaciones de oposición, sobre todo el Partido Comunista Mexicano. Pero aún hay mucho que decir de su vida privada. Un hombre como Revueltas, decidido desde muy temprana edad a entregar su existencia a las grandes acciones –aquellas que dejan huella en la historia–, a las definiciones fundamentales, a las situaciones límite, pareciera haber prescindido de ese espacio llamado cotidianidad, confeccionado con actos menores, detalles insignificantes, sucesos rutinarios. La aparición de Mi vida con José Revueltas, surgido de la voz de Olivia Peralta, primera esposa del escritor, y publicado en 1997 por Plaza y Valdés y el Instituto Veracruzano de Cultura, ayuda a develar la forma en que el autor habitó ese espacio.

En 1936, la estudiante normalista Olivia Peralta, que tenía menos de veinte años, conoce al fogoso militante de las Juventudes Comunistas José Revueltas. El joven, apenas unos años mayor que ella, era ya un veterano de la prisión política: había estado en un reformatorio juvenil y había sido deportado dos veces a las Islas Marías. En 1937 tuvo lugar la boda. Luego de una década de amorosa, si no tranquila, vida en común, se divorciaron a petición de José, que se había enamorado de María Teresa Retes. La separación legal no significó una ruptura entre él y Olivia, que continuaron frecuentándose. Significó, sí, el desmoronamiento de las ilusiones juveniles de la primera esposa sobre José, sobre la humanidad en general.

Mi vida... describe etapas muy significativas: los inicios de Revueltas como narrador y su entrada en el mundo de la cinematografía. El régimen de Lázaro Cárdenas no sólo fue el trasfondo histórico de los comienzos de la unión de la pareja; también conllevó una armazón ideológica que dejó su marca permanente, al menos en Olivia. Educada en los principios que los maestros de educación pública profesaban durante el cardenismo, auténticos misioneros, ella compartía con su compañero la honestidad, la abnegación, la entrega al trabajo, el espíritu de sacrificio. No llegaba, sin embargo, a los extremos delirantes del escritor, por lo que hace a la autoflagelación.

A Olivia le tocó ser testigo del devenir y el fallecimiento de Revueltas, de su presencia en la cultura mexicana. Tras décadas de ejercicio magisterial que le permitieron la autonomía económica, satisfecha de haber cumplido la misión de formar a los hijos en condiciones nada fáciles, tranquila por no haber renunciado a sus valores fundamentales, ella ha tenido tiempo de analizar su relación con José, de decantar sus reminiscencias, de suavizar sus resentimientos... hasta cierto punto. Habiendo compartido de buena gana ese “vivir dignamente en la zozobra” que, en palabras de Enrique González Rojo, fue la elección vital de Revueltas, con este texto Olivia parece tener la intención única de dejar claro su papel en la vida del escritor. Así, cuenta las precarias condiciones económicas con que iniciaron su vida conyugal, las modestas casas que habitaron, el desprecio de José por todo lo relacionado con comodidades pequeñoburguesas, su torpeza para las actividades manuales. Evoca la alternancia temperamental del escritor, sus momentos de depresión, los de entusiasmo, su sentido del humor. Recuerda los múltiples trabajos que felizmente llevaba ella a cabo para hacerle un hogar a su esposo. Y fija los momentos entrañables, como cuando compró a plazos la primera máquina de escribir que poseyó Revueltas.

Por su parte, el novelista, en las cartas que envió a Olivia Peralta antes y después de casarse –incluidas en el volumen Las evocaciones requeridas–, reitera la ternura y la pasión que sentía por ella. En cada misiva relata Revueltas a su compañera sus actividades, sus lecturas, sus angustias, sus dudas, sus proyectos, sus sueños, entreverándolos con sugerencias y consejos. Comparar el torrencial y desbordante discurso revueltiano que corresponde al presente de los acontecimientos, con el sobrio y contenido discurso de ella, enunciado muchas décadas después de los mismos, dice mucho de su relación. Pese a la disparidad temporal, puede intuirse el esfuerzo de Olivia, durante sus años matrimoniales, y aun después, por encuadrar en dimensiones manejables la genial desmesura de Revueltas. Propósito imposible para ella e incluso para él mismo.

Mi vida con José Revueltas es un texto conmovedor, que nos permite asomarnos tanto a la juventud del autor como a las posibilidades y el desarrollo de la sensibilidad femenina en el México posrevolucionario.