Ingeborg Bachmann
Ingeborg Bachmann nació en 1926 en Klagenfurt, Austria. Escribió poesía y prosa. En 1952 efectuó su primera lectura en el llamado Grupo 47. Recibió numerosos premios por su obra. Vivió muchos años en Roma, donde murió en 1973. La suya es una de las voces fundamentales de la poesía austriaca moderna. En ella, personalísima y sin alardes, resuenan los ecos de la poesía alemana de todos los tiempos, pues es romántica a su modo, expresionista, realista y surrealista en cada poema y en cada momento de su vida-obra. Las vagas estrellas de la Osa Mayor del canto de Leopardi tienen en los montes de Austria garras y agudos colmillos, pues son estrellas antiguas encendidas en la noche greñuda
Silenciosamente reverdece el tilo en el incipiente
verano,
Dondequiera que el cielo de Alemania ennegrece la
tierra,
Un puñado de dolor se pierde sobre la colina. Siete años más tarde
Siete años más tarde,
Ya es mediodía, en el rescoldo
Únicamente la esperanza, encogida y ciega, en la luz. ¡Desata su cadena, llévala
Dondequiera que la tierra de Alemania ennegrece el
cielo,
Lo indecible recorre el campo con un murmullo:
¿Sabes, madre, que cuando la latitud y la
longitud
Pregunta, madre: ¿No regresa ninguno? Somos
arrastrados hacia abajo por la plomada,
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Osa Mayor, desciende, noche greñuda,
El fruto del pino: su mundo.
¡Tengan miedo o no tengan miedo!
Podría ocurrir que la osa
Cuando retumban frente a mi portal los cascos de
la noche,
Y aún escucho tu aliento
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Tarde ebria
Vacila, llevando la oscuridad hacia el mar de casas,
encuentra a un niño. Lo ahuyenta con gritos,
y jadea detrás de todo y de todos
susurrando cosas temibles.
En el patio húmedo circundado por opacos muros
retoza con ratas en los rincones.
Una mujer, vestida de un gris deslucido,
retrocede ante ella, escondiéndose en la
penumbra.
Aún fluye, en la fuente, un hilo delgado,
una gota cae persiguiendo a la otra;
ahora la tarde bebe un líquido viscoso de
la corroída cañería
y ayuda a lavar las negras cloacas.
Tarde ebria, llena de azulada luz,
se tambalea en la ventana y empieza a cantar.
Los cristales se rompen. Ensangrentado el rostro,
irrumpe y lucha contra mi terror