La Jornada Semanal, 22 de octubre del 2000
 

 
 
Marcela Sánchez

Escuela de arte en monte verità
 

La pequeña ciudad de Ascona, entre los Alpes suizos, a orillas del Lago Maggiore en el Ticino, región suiza-italiana, dotada de un clima privilegiado, se convirtió, junto con otras ciudades de la zona, en un lugar que ofrecía la posibilidad de una utopía. Desde 1870, la presencia en el lugar de los anarquistas rusos (como Mijail Bakunin) contribuyó a la creación de un terreno fértil para ideas vanguardistas. Ascona fue un enclave del espíritu laico centroeuropeo con la confluencia de tendencias muy heterogéneas, como sociedades teosóficas, grupos naturistas, profetas, anarquistas y escritores. Monte Verità, situado sobre la ciudad de Ascona, fue el lugar elegido para fundar una colonia naturista. La idea surgió de la pareja formada por una maestra de piano, Ida Hoffmann (1864), y Henri Oedenkoven (1875), hijo de un industrial. Compartían su aversión por la civilización y coincidían en pensar que el retiro de la sociedad moderna podría convertirse en una nueva escuela de vida. Otros fundadores fueron Karl Gräser (1875), ex oficial del ejército, su hermano Gustav Gräser (1879), poeta y pintor, perteneciente a los círculos bohemios de Alemania, Lotte Hattemer y Ferdinand Brune. Muchos otros pensadores y artistas estuvieron en Monte Verità: anarquistas como el médico Raphael Friedeberg, Erich Mühsam, Ernst Frick, Otto Braun; los psicoanalistas Otto Gross y C.G. Jung; el pintor Paul Klee; los escritores Hans Arp, Hugo Ball y Hermann Hesse.

El proyecto de Hoffmann-Oedenkoven en Monte Verità tuvo desde su inicio el retorno consciente a la naturaleza, llamado lebensreform (reforma de vida), que podía alcanzarse por medio del vegetarianismo y el nudismo, así como la liberación del hombre –entendido como unidad del cuerpo, el alma y el intelecto– a través del potencial físico e intelectual reprimido. El cuerpo fue el protagonista. La enseñanza consistía en usar "ritmos biológicos primitivos", la práctica de tratamientos de helioterapia (curas de sol) y ejercicio físico. Bajo la visión de un esfuerzo autopedagógico que revitalizara al cuerpo, se obtendría la pureza de espíritu. La danza como el arte del cuerpo por excelencia encontró en Monte Verità el centro ideal. Aquí, la danza se convirtió en la expresión más emblemática, en el símbolo ideal y unificador de un mundo heterogéneo de ideas y personalidades.

Varios innovadores de la danza fueron atraídos por Monte Verità. En 1909, Jacques Dalcroze, estudioso del sentido rítmico originario de la danza, permaneció varios meses en la colonia. En 1913, la influencia de Isadora Duncan en Monte Verità quedó grabada tras su visita. Habiendo sido la primera en inspirarse en las esculturas griegas y en la eurritmia (síntesis de música y movimiento acorde a la metodología del ritmo plástico) de la antigüedad clásica para sus interpretaciones, fue quien la difundió desde 1899. Fue refutada por su danza con los pies desnudos y adorada por otros como la sacerdotisa de una nueva danza sagrada. El bailarín húngaro Rudolf von Laban (1879-1958), quien había iniciado una escuela de danza dramática en el teatro nacional de Bratislava y, hacia 1910, abierto una escuela de danza libre y absoluta en Mónaco, en 1913 decidió fundar en Monte Verità una filial de su escuela, bautizándola como "Escuela de arte cooperativa individual de Monte Verità", cuya tarea fue encontrar una forma de vida simple para alcanzar la regeneración vital de las artes, basada en las ideas difundidas por gesamtkunswerk (síntesis de las artes). Se rechazó toda forma artística esquemática e institucionalizada. El retorno al ritmo original del movimiento fue la reforma principal de la danza.

En la nueva escuela, la teoría del movimiento de Laban se basó en los factores de movilidad: el peso, el tiempo, el espacio y el flujo. Los cursos se dividieron en cuatro secciones: el arte del movimiento, el arte del sonido, el arte de la palabra y el arte de la forma. Con la esperanza puesta en el trabajo comunal, Laban esperaba encontrar la fusión del individuo en una danza común, de manera que cada integrante mantuviera una expresión libre total que vibrara al unísono con los demás. Para Laban este sueño se llamaría la Catedral del futuro. La nueva escuela de danza estuvo regida por los principios del cooperativismo; sus discípulos adoptaron una estricta alimentación vegetariana, sembraban, cocinaban, hacían sus vestidos, hacían ejercicio al aire libre con los pies desnudos, en flotantes túnicas, tratando de penetrar en los secretos del cuerpo y su relación con el espacio y la naturaleza. La creación coreográfica de Laban era concebida como poesía danzada y lo llevó a crear para Monte Verità obras como la danza dramática El viaje al infierno de Istar, inspirada en mitos de la antigua Babilonia, y Danza la baqueta del tambor, inspirada en las antiguas religiones de México. Entre las alumnas de Laban estuvieron su asistente Mary Wigman, promotora de la danza absoluta, antecesora de la danza expresionista alemana, y Sophie Taeuber, compañera del poeta dadaísta Hans Arp.

En 1920, la escuela de Monte Verità fue cerrada tras la partida de la pareja Hoffmann-Oedenkoven, pero la danza continuó a cargo de la bailarina Charlotte Bara, quien promovió una danza expresiva de carácter ritual y religioso. Ese mismo año, el barón Eduard von der Heydt compró Monte Verità para convertirlo en un centro cultural internacional, hasta su donación al cantón Ticino en 1956.