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Pedro Garfias (1901-1967) nació en España y murió exiliado en México. En Guadalajara, Torreón, Guanajuato y Monterrey muchas personas recuerdan su talante amistoso, sus ojos desorbitados y llenos de desasosiego, su voz ronca de sed, sus memorias de la lucha republicana y su poesía dicha de memoria en las noches de la taberna, una poesía ajustada a la regla de la íntima concordia, decía Arturo Rivas Sáinz.
El ala del sur, Poesías de la guerra española, Héroes del sur, Primavera en Eaton Hastings y Río de aguas amargas son algunos de sus libros principales. Escribió además reflexiones sobre la poesía y, junto con Gerardo Diego, los textos fundamentales del movimiento ultraísta.
Su vida nómada, la sensación de desarraigo, el menosprecio de algunos líderes de opinión del exilio y la nostalgia fueron la materia de su trabajo poético enriquecido por un personalísimo humor negro, un profundo autosarcasmo y una idea absolutamente original del ritmo y de los significados polivalentes de la palabra.
En 1981 su poesía regresó a España y fue objeto de un homenaje en el Centro Cultural de la Villa de Madrid y de múltiples estudios en universidades de España y el mundo.
Garfias conoció a un árbol que lo quería bien, a él le dolía el tronco. A mí el tronco y la sien, y en medio de la desolación afirmó, con su poesía urgente y desasosegada, los valores de la sobrevivencia.