La Jornada Semanal, 20 de agosto del 2000 
Angélica Abelleyra
 
Anabel Ochoa: una gran oreja atenta
 
Dice Angélica Abelleyra que “Anabel Ochoa se ha convertido en una gran oreja, también trasnochadora, atenta a ese universo que conforma lo más rico, hondo y complejo de nuestra existencia, la sexualidad”. En estos tiempos de nuevos terrores integristas creados por las insoportables y enfermitas “ninfas del bosque de la virtud”, Anabel Ochoa nos enseña que, como dice Josu Iturbe, “en el sexo no puede haber dogmas. Es demasiado humano”.
 
 

Escritora nocturna de cuentos eróticos, mujer atrevida y descarada para algunos, doctora rigurosa y bromista para muchos, Anabel Ochoa (1955) se ha convertido en una gran oreja, también trasnochadora, atenta a ese universo que conforma lo más rico, hondo y complejo de nuestra existencia: la sexualidad.

Originaria del País Vasco, suma ya trece años de haberse interesado con pasión, profesionalismo y humor por las inquietudes sexuales de l@s mexican@s.

Desde que comprobó el efecto multiplicador de la radio no ha dejado de ofrecer, con micrófono abierto, consultas a hombres y mujeres ávidos de información completa y veraz relativa a la conducta humana en general y a su vida sexual en particular. Entonces, un apapacho, un insulto, un consejo o una orientación médica devienen respuestas para que los escuchas cuestionen su pensamiento, reflexionen sus dudas y, de ser posible, hagan cambios en su actuar cotidiano.

Le telefonean padres y madres de familia heterosexuales, gays de clóset y declarados, travestis, lesbianas, bisexuales, mujeres castradoras, machistas y masculinistas, andróginos desolados, asexuados, promiscuos, castos y transexuales… "Lo que busca la gente es ser escuchada en algo que no le puede decir a nadie porque sería sojuzgada. Y a mí me hablan agresores y agredidos. Víctimas y victimarios, así que manejo mi ética personal, muy abierta y recta también, que me permite poner como chancla a un machín infame y también darle un abrazo a un violador para que ambos entren en terapia, para tratar de comprenderlos pero no de aceptar el abuso, sobre todo frente a grupos vulnerables", dice la conductora de Desnudo total, programa radiofónico que transmite la XEW que cada noche atrapa la atención de unos cinco millones de escuchas, según cálculos indirectos, pues no aparece en la lista del rating a causa del horario (de 11:15 de la noche a una de la mañana).

"El silencio respecto a la sexualidad es inmoral. Hemos cometido un delito sin darnos cuenta. Con todo lo malo que tenga el sida yo me digo: bendito sea que nos permitió empezar a hablar de sexo", dice la presidenta del consejo editorial de la revista mensual DesnuDarse, única en su tipo, que alía la cultura y la educación sexual con un contenido "ni chaquetero ni calenturiento", y que cuenta con un tiraje de treinta mil ejemplares y muchos lectores.

Pero, según Anabel, "el sida es sólo la punta del iceberg de lo que hay debajo. Más fallecimientos que el sida causa el virus del papiloma humano: primera causa de muerte femenina en México. Lo más sencillo es usar condón pero eso no se maneja en las políticas de salud ?subraya? porque hay una especie de ‘pacto machista del silencio’ entre el ginecólogo o el urólogo al silenciar la participación masculina en la transmisión del virus. Dicen: son ‘enfermedades de la mujer’ pero ¿qué la mujer se contagió sola, con el dedo? Hay que hablar claro de éste y de todos los temas y seguir creando espacios para informar a la gente con un lenguaje llano. Porque entre pajarito y verga se puede decir pene, ¿no? Entonces, a encontrar el punto medio entre el griego inentendible del médico y el albur peladísimo del compadre".

Una naturaleza heterogénea marcó a Anabel desde niña. Tiene mucho de su padre anarquista que busca cosas útiles en el basurero, pero también de la sofisticación de su madre que va a comprar el pan con abrigo de mink. Oficial de la Marina, él enseñaba a sus hijos a comer con las manos, luego de un viaje por África, mientras ella colocaba quince cubiertos en la mesa para serle fiel a las reglas de etiqueta. Eso sí, a lo que nunca le fue fiel fue a las convenciones sociales del matrimonio y el sojuzgamiento; la madre les sugirió siempre a sus hijas no casarse ni depender económicamente de un hombre. Por eso la vena feminista le vino a Anabel de su progenitora y el aprendizaje del relativismo de las culturas por el lado paterno.

Esos vaivenes la enriquecieron. Nunca se fió de las capillitas de la ciencia; trabajó lo mismo con los datos del laboratorio de Occidente que con el concepto oriental del equilibrio, la salud y la felicidad. Tomó de la psiquiatría medicamentosa con la que se formó en la Universidad del País Vasco y también de los cursos de psicología social, psicoterapia grupal, hipnosis clínica y psiquiatría comunitaria; roló por los caminos de la experimentación que confluyó en el primer proyecto de educación sexual en las escuelas españolas; fundó la Biblioteca Freudiana del País Vasco y la Biblioteca Lacaniana de Bilbao; más tarde hizo el doctorado en medicina oriental en la Universidad de Pekín (con sede en Sri Lanka)… hasta que buscó otros rumbos: México, donde le decían que "a los mexicanos no les gusta hablar de su sexualidad".

El panorama que encontró aquí fue sin embargo diferente: una amplísima respuesta que se comprueba con el oído madrugada tras madrugada. Pero como testimonio más palpable de esas inquietudes existe un libro: Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura (Selector, 1998), donde Ochoa presenta de forma clara y divertida algo de las 250 mil consultas efectuadas a lo largo de dos años en ese programa de radio.

De aspecto locochón, desertora permanente, la psicoanalista lacaniana dice que México fue una "casualidad" en su vida. Llegó acá luego de una marcha profesional por la India, Nepal, Indonesia, Bali y Sri Lanka, donde aprendió a poner en práctica su constitución híbrida y barajó las tácticas del orientalismo con las ortodoxias más feroces de Occidente. Pero siempre fue una viajera con boleto de regreso, manteniendo en España una clínica y su equipo de terapia… hasta que llegó el momento en que se volvió celosa por la literatura.

Comenzó a escribir cuento, poesía y novela; en dos ocasiones fue finalista del Premio Internacional de Novela Erótica La Sonrisa Vertical (Editorial Tusquets, Barcelona) y a partir de ese momento quedó atrapada en el aliento narrativo. Encontró allí una especie de hilván para hacer entendibles experiencias propias y ajenas, pero ?siempre hay un pero? no la dejaba en paz un gusanito: "no ayudaba a la gente".

Todo empezó a tomar su cauce cuando asistió como invitada a un programa de radio para hablar de sexualidad. Tan bien le fue que salió contratada el mismo día para otro espacio, como conductora. Al ver los alcances, le propuso a Ricardo Rocha (todavía en Televisa Radio) una emisión con micrófono abierto y, ante el escepticismo, "se produjo el milagro". Relata la conductora: "Dos minutos antes de entrar al aire llegó una llamada demoledora: ‘Nací hombre pero desde chico quise ser mujer. Me operé de mujer y ahora quiero volver a ser hombre.’ Me metí en el mayor brete de mi vida, era el caso más difícil en la historia de la sexología… así empecé."

Eso suma una década. Ahora continúa en Desnudo total y ofrece asesoría sexual en tres programas de televisión: Con sello de mujer y TKE, de TV Azteca, y Válvula de escape, en Telehit (Cablevisión). Por cierto, de ambas cadenas le han llovido ofertas para tener su propio show. Y como todos andan en pos del rating, a la sexóloga le ofrecieron contratos millonarios en México (y hasta en España) para ponerse chongo, disfrazarse de una viejita de ochenta años y plantarse frente a las cámaras en una especie de talk show como los que se debaten en estos días porque en ellos "se muestra a la gente para burlarla y ridiculizarla".

Además del disfraz, otros le propusieron guiones novelados de la problemática a tratar en cada emisión y, en el colmo, entrevistar a los artistas sobre su sexualidad. "No quiero farsas", respondió la escritora y cerró la puerta a las ofertas, no sin unas lagrimitas de por medio por dejar ir una suculenta ganancia. "Quiero estar orgullosa de lo que hago. He ido pasito a pasito y me he integrado a la sociedad mexicana de una manera amorosa. Nunca había trabajado tanto la sexualidad de ninguna cultura como la mexicana y deseo seguirlo haciendo con la línea del respeto. Si las televisoras quieren continuar alimentando el rating, perfecto: que sigan con pan y circo. Yo quiero ayudar y ser útil; ofrecer salidas, una terapia y no sólo alimentar el morbo de la gente."

"En el sexo no puede haber dogmas. Es demasiado humano", escribe el editor Josu Iturbe en el prólogo de Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura.

Ante esa verdad tan transparente, Anabel no hace sino asentir con la cabeza, parar oreja… y continuar como escucha atenta.