Ojarasca, Lunes 14 agosto 2000

Se sabe que cuando una bestia voraz, que ha predado y asesinado, es herida de gravedad pero sigue viva, se torna mucho más peligrosa. En esos casos la comunidad tiene que aprestarse a cazarla, organizarse y resistir los últimos embates del monstruo flechado. Si no, existe la posibilidad de que con maña remonte los caminos que conducen a su madriguera y recupere la fuerza suficiente para después retomar sus malas costumbres.

El 2 de julio se pateó el tablero sobre el que se venía jugando México. Los antiguos dueños tendrán que jugar con nuevas piezas si quieren recuperar la herencia y administrar espacios en el nuevo acomodo de las famiglias.

Para variar, en esta situación, Chiapas vuelve a ser el centro por donde pasarán los acontecimientos que profundicen la debacle del PRI o que permitan que mude de piel y recupere aire para recomponer estructura, influencia y ``base social'', lo que puede ocurrir el próximo 20 de agosto. Es un hecho que no se dejará arrebatar así nomás el país en el que fincó, a fuerza de ``sacarle partido a su partido'', tantos jugosos negocios.

Los medios, claro, remachan que estamos en una era de transición, de cambio real a la democracia. Palabras y palabras acumulan --aunando voces con algunos intelectuales, dirigentes antes radicales y miembros connotados de la sociedad civil-- para convencernos de que el nuevo equipo de gobierno, santificado en las urnas, simboliza por sí mismo el cambio que el país necesita. Intentan persuadirnos de que no hace falta más, que el voto del 2 de julio es suficiente para que se interprete, a modo, lo que la gente quiere y requiere.

Si algo quedó claro en esa jornada es que la sociedad, la gente común, sigue buscando cambiar el país y decidió apostarle al único medio que el Estado permite --en su afán todopoderoso de controlar incluso los cambios.

Esa sociedad tendrá en su historia el haber derribado un régimen corrupto y este hecho marcará a toda una generación que pudo ver el momento en que esto ocurriera.

Pero se equivocan los analistas si suponen cumplida la tarea de la transición. Queda pendiente la demanda de una relación democrática entre gobernantes y gobernados que haga justicia en el ejercicio cotidiano de la gestión social, de la equidad económica y la participación civil.

Es hora de preguntar e inventar, de nuevas formulaciones, nuevas maneras de entender dónde estamos parados y qué sigue. Es hora de revivir lo social y sus profundas motivaciones, tiempo de buscar y juntarnos, de aprender de los signos visibles hoy --después de que cayeron las veladuras que los ocultaban.

Hay signos que anuncian, sin embargo, que el flamante equipo tantea el terreno y mide el efecto de posibles reformas que de instaurarse, dificultarán una relación más respetuosa entre los mexicanos: castigo ejemplar a las mujeres violadas al perpetuar vínculos entre ellas y su torturador; impuestos por alimentarse y curarse. ¿Cuánto durará el enamoramiento de quienes creen en ``el nuevo''? Como en la conocida canción de un grupo inglés de rock, la sociedad parece decir: ``No nos dejaremos engañar otra vez'', y ese sentimiento crece conforme se acerca la coronación.

regresa a portada