La Jornada Semanal, 30 de julio del 2000
En el mudo arrecife de mi mente
se van diseminando los
recuerdos
sobre la contundencia de la piedra,
los bordes
quebradizos
y las grietas, toda la incertidumbre
que descansa en
la tierra.
Ahora el agua y la luz lo reconfortan,
bañan la
superficie, no provocan en él
esa sed incesante de la
esponja.
Un mar de reflexiones lo rodea,
sin dejarse
llevar
vive inmerso en la fe de la materia
que en el suelo lo
puso a resistir,
no quiere ser arena antes de tiempo.