La Jornada Semanal, 16 de julio del 2000
La lluvia alcanza de noche
los tiernos horizontes de las sombras
y en el rumor que alientan sus espigas
un nicho de silencio aflora al tiempo y se dilata
La tierra pulsa sus claros minerales
Nutre la hondura y la luz de sus colores
Y en el eco de sus cuencas minuciosas
concibe el arco de las voces con que tañe
al caracol de cielo y sangre
en el caracol de los oídos
Con un soplo de química divina
acierta en el aire la intención de sus aromas
y en secreto alumbra
la infancia de las cosas
que serán mañana.