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Kaskóyuk rescata a su mujer

Kaskóyuk fue uno de los más poderosos hechiceros onas. Ya se tratara de curar un enfermo, sobrevivir a un eclipse o ganar una batalla, ningún xo'on podía lograr los mismos resultados. Por eso era la envidia de los otros clanes y el motivo de unas cuantas batallas.

Una vez, los miembros de un clan extranjero atacaron a la gente de Kaskóyuk con el objetivo de someterlos y lograr que el hechicero utilizara sus poderes en favor de los nuevos amos.

Los dos clanes se enfrentaron en varios combates, pero, repelidos, los invasores no avanzaban ni desistían.

Mientras seguían las escaramuzas, una tarde, Kaskóyuk advirtió que su mujer no estaba con las demás. La buscó en su toldo y, al no encontrarla, comprendió que había sido raptada por los enemigos.

En efecto, dos de los rivales se habían deslizado hasta las chozas y se habían llevado por la fuerza a la hermosa mujer de Kaskóyuk.

Entonces el hechicero pidió ayuda a su hermano mayor y ambos salieron tras los raptores.

En cuanto se acercaron a ellos pudieron ver que la mujer iba con ellos y que estaba actuando tal como Kaskóyuk le había dicho que hiciera si alguna vez se hallaba en ese trance: se iba rezagando mientras los captores que la vigilaban seguían la marcha, sin osar demorarse para obligarla a avanzar por miedo a que los enemigos la alcanzaran. Ella, mientras tanto, simulaba tener dificultades para andar y en un momento se detuvo.

Los dos hombres que la conducían estaban muy cansados y se sentaron en el suelo para recuperar fuerzas. Apenas uno de ellos se recobró, dejó a la cautiva con su compañero y se marchó, enfilando rápidamente hacia el sitio donde se encontraba el resto del clan, para informar lo que pasaba y pedir ayuda.

Mientras tanto, el hombre que custodiaba a la mujer de Kaskóyuk encendió una hoguera, porque estaba haciendo mucho frío.

Miró desafiante a la muchacha y ésta se acercó al fuego, como buscando el calor y sin demostrar ninguna hostilidad. Entonces el hombre pensó que podía aprovechar la oportunidad y empezó a acariciarla. Después la abrazó y, como ella no se resistía, la cubrió con su cuerpo para poseerla.

En realidad, la mujer no ofrecía resistencia porque había alcanzado a ver a Kaskóyuk, que se acercaba sigilosamente. Éste, por medio de gestos indicó a su esposa que tapara al amante con un cuero y así hizo ella, simulando un gesto afectuoso.

Rápidamente los dos hermanos dispararon sus flechas contra el hombre acostado, que murió al instante. Pero una de ellas, después de atravesar el cuerpo al que estaba destinada, alcanzó a lastimar levemente el pecho de la mujer que lanzó un grito de susto.

Y, después de esta victoria, volvieron a su tierra con aire victorioso Kaskóyuk, su servicial hermano y su mujer, más bella todavía con su herida como una flor roja sobre el seno.
 

Relato tradicional ona, pueblo extinto que habitó en el extremo sur del continente americano, recogido por
Arnoldo Canclini en Leyendas de la Tierra del Fuego,Editorial Planeta Argentina, Buenos Aires, 1998.


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