La Jornada Semanal, 11 de junio del 2000



(h)ojeadas

Las mujeres en el cielo platónico

Morgan Quero

Márgara Millán,
Derivas de un cine en femenino,
UNAM/Grupo Editorial Miguel Angel Porrúa,
México, 2000.

Toda reseña es una glosa; comentario al margen de un texto mayor. Centralidad y periferia se encuentran en el territorio único de la misma página. Convergentes en el cerrado espacio de lo impreso, autor y comentarista se reúnen para emitir, sucesiva y desigualmente, voces complementarias sobre un tema.

Pero todo esto se vuelve más complicado cuando ese tema es el cine. En efecto, ese gran arte del siglo XX rompe con lo que podríamos llamar ``la pasión explicativa'' que invade hoy a las ciencias sociales y a la filosofía. Y es peor aún cuando el cine se ve desbordado por otra temática constitutiva de la posmodernidad: los estudios de género. El reto es enorme y Márgara Millán, investigadora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, lo enfrenta con erudición y lucidez en su libro Derivas de un cine en femenino.

De entrada, Márgara Millán se coloca desde la perspectiva feminista. Partiendo de las películas y las cineastas elegidas, la autora trata de situar las propuestas que logran o intentan ``transgredir-deconstruir el orden del discurso dominante para proponer desde la propia subjetividad otro lenguaje, que atente contra el ordenamiento binario del género y las subordinaciones que le son inherentes''. Sin embargo, la trama argumentativa que va tejiendo la autora recupera dos dimensiones más, fundamentales para entender numerosas discusiones teóricas de moda: las representaciones culturales (una epistemología); y la revisión histórica del cine en su doble vertiente, mexicano y feminista (una temporalidad). El todo es rondado por el indecible psicoanálisis que habita las formas interpretativas, informa el lenguaje y desgrana el inconsciente fílmico expuesto por la investigadora.

La filmografía escogida abarca las películas (veintidós en total) de tres directoras conocidas: Busi Cortés, María Novaro y Marisa Sistach, y van desde sus ejercicios de escuela hasta sus películas más importantes. Para muestra basta un botón: Danzón, Anoche soñé contigo y El secreto de Romelia. La autora busca restituir las intenciones y la trayectoria de cada una de estas directoras gracias a entrevistas que sorprenden por su profundidad y franqueza. La trama del libro permite la posibilidad de adentrarse en los imaginarios de cada una de las creadoras. Pero el resultado es mucho más rico, ya que todas se expresan libremente, contando sus itinerarios personales en donde el amor, la militancia política, la condición de madres y el descubrimiento de la vocación artística se van construyendo al mismo tiempo. Así, la autobiografía es parte del argumento creativo que se va desplegando en las imágenes y el relato cinematográfico, pero también aparecen la autocrítica, las dudas, las esperanzas.

De las entrevistas, la de María Novaro aparece con mayor fuerza narrativa por su frescura, pero también con mayores convicciones y autorreflexión artística. Lo atractivo es que las tres entrevistas se estructuran a partir de temáticas definidas por Márgara Millán, quien, a su vez, recompone las palabras de cada una para hacer un texto mayor, ágil e interesante para el lector, y es casi como asistir a una conversación entre las tres. Esta tercera y última parte del libro está armada prácticamente como un guión de documental, introducido por las fotos y diálogos entrecortados de las películas citadas.

Si es en la última parte del libro donde puede disfrutarse del comentario de las cineastas y de las interpretaciones de la autora, en la primera parte del libro, por el contrario, se privilegia la argumentación teórico-discursiva para informarnos acerca de esa difícil relación entre género y representación. Es en esta primera parte donde la autora despliega su esfuerzo teórico mayor. Para Márgara Millán, el objetivo es mostrar que ``la intervención cultural de las mujeres desestructura desde distintas particularidades el discurso dominante (...), al establecer una lucha por la interpretación en muchos niveles''. Esta disputa permitiría, a fin de cuentas, ``una posible política de autorrepresentación'', teniendo como principal vector al arte y conquistando espacios de expresión de la diferencia, en sus lenguajes y con sus miradas.

Sin embargo, la crítica de cine es un ejercicio peligroso y poco gratificante. Por lo general, el comentario o interpretación se da como mediación entre el espectador y la película en un territorio que, paradójicamente, está desprovisto de esa separación. El encantamiento que produce el cine se logra a través de la proyección directa de las imágenes en el inconsciente. Al ver una película, la distancia entre la mirada y la razón es abolida por el acto de comerse la pantalla. Devoramos imágenes al ver la película y no sólo escucharla. Hay antropofagia en el acto de ir al cine. Y en el deseo devoramos esas figuras de libertad a las que se accede en la pantalla. Luis Buñuel dijo alguna vez en una entrevista: ``La imaginación humana es libre, el hombre no lo es.'' Podríamos agregar que el hombre es prisionero de su imaginación. En otras palabras, la posibilidad para el cine en femenino del que habla Márgara Millán, de adquirir nuevos caminos de libertad y autorrepresentación en la vida cotidiana para las mujeres, estaría dada por la capacidad de actuar sobre las representaciones que se ponen en acción gracias al arte y, particularmente, en ese espejo simbólico que ofrece el cine.

El texto erudito de Márgara Millán se despliega en todo su misterio en la pregunta emblema que nos ofrece en el epígrafe inicial de su trabajo: ``¿Pero qué es en el fondo ese oscuro objeto del deseo, sino el deseo mismo?'' El aviso inicial se proyecta con todo su esplendor en ese cielo platónico que es el cine. Allí se arman y desarman los montajes de nuestro deseo, revelados por nuestra incapacidad de ponerlo en palabras, construido en términos ideales.

La construcción del libro hace más accesibles y comprensibles muchos debates académicos. Sus referencias a la construcción del cine como fenómeno histórico, a su discusión teórico-metodológica con los feminismos o su guión para documental a través del testimonio de las artistas, mujeres-cineastas enamoradas de sus ficciones, nos ayudan a indagar nuevas derivas.

Pero también nos invita a jugar al vidente: ir sin rumbo, viendo, descubriendo, dejándonos ir al sentarnos en la penumbra de la sala. Allí, entregados al goce fílmico, a la lactancia estética, sumidos en las voces del inconsciente que hacen eco al vértigo y al movimiento de las imágenes, nos quedamos clavados en el asiento. La experiencia de la imposibilidad de la crítica se vuelve a hacer patente después de esa travesía y el comentario sobre el caudal de imágenes se vuelve irrisorio. Contamos una película como quien cuenta un sueño, olvidando muchos detalles que le dan densidad al trabajo intelectual desencadenado por el inconsciente y la vitalidad de la imagen.

La crítica se vuelve entonces un comentario sobre el enigma que nos es transmitido por el cine, pero finalmente incapaz de asir aquello que transmite la película. La crítica es la posibilidad de hablar sobre ese enigma. Por eso, desde el título, Márgara Millán nos anuncia su intención: mostrar al cine en femenino a través de las búsquedas desencadenadas por el juego entre representación y género, la historia del cine en México y la experiencia práctica de sus realizadoras. Pero, al mismo tiempo, el término ``derivas'' nos da la impresión de fomentar el camino por los márgenes, el desafío al orden patriarcal-delirante, el paso de un punto a otro no necesariamente predefinido por una meta o línea de llegada que estructure, a su vez, el cine hecho por realizadoras mujeres.

Márgara Millán insiste también en el plural. La pluralidad del feminismo se convierte en las distintas perspectivas de género y los feminismos en batalla: el de la diferencia y el de la igualdad. La pluralidad teórica pretende informar, a su vez, sobre las miradas y los imaginarios puestos en acción por el trabajo fílmico. Este panteón divino, poblado por los mitos de lo femenino de fin de siglo en su vertiente teórica o artística, se proyecta en las fotos de la portada y el interior del libro como interrogantes o hitos en ese ir y venir de la teoría a la imagen, de la imagen a la emoción que alguna vez sintió la autora como mujer-espectadora de las películas elegidas. Poner palabras en el goce es gozar otro poco y es regalarse, además, la fascinación de un saber sobre el enigma o el deseo, revelado por el itinerario que va del filme a la claridad teórica.

Por suerte, las preguntas sobre el cine y la representación siguen allí. Sabemos desde hace mucho que aquello que nombramos con palabras contiene una parte de arbitrariedad e ilusión que nos permite habitar el mundo. En los intersticios, en esos márgenes o derivas, entre la palabra y la cosa se encuentra la falla, aquello que aparece como indecible o innombrable. La intuición de ese espacio que no podemos llenar con palabras (porque cuanto más lo nombramos más se aleja) es el territorio del arte. Y el cine, como montaje del industrialismo moderno, con su frenesí tecnológico, trabaja y alimenta esa falla. Desde ese lugar, los imperativos normativos se disuelven y la imaginación permite acceder a territorios inmensos, capaces de lograr, sólo desde esos márgenes, aquello que interesa primordialmente a la autora: encontrar, en los intersticios de la dominación, una voz íntima desde donde sea posible la libertad.



n o v e l a


Las vidas breves de Pierre

Leo Mendoza

Pierre Michon,
Vidas minúsculas,
Seix Barral,
México, 1999.

En uno de los prólogos a la Colección Biblioteca personal, Jorge Luis Borges señaló, al hablar de la obra de Gide, que Francia era el país más literario del mundo. Como otras muchas afirmaciones del escritor argentino, ésta podría fácilmente encender la polémica. Sin embargo, en su descargo podríamos señalar que infinidad de lectores comparten esta opinión: realmente es difícil encontrar otra nación donde literatura y vida pública se encuentren tan estrechamente ligadas, donde la herencia literaria -y aquí hay que olvidarnos un poco de ese resto simbolista- esté tan presente en el arte de la escritura. No hay que olvidar que es precisamente en la Francia burguesa donde el escritor encuentra la corona de la fama pública.

Un buen ejemplo de la aceptación de este background como parte de una obra -como principio, como detonante y como parte fundamental del texto- es la obra del narrador francés Pierre Michon y de su novela -o conjunto de historias seriadas- Vidas minúsculas, ganadora del Premio France-Culture y editada ahora en México por Seix Barral en la traducción de Flora Bottom-Burlá.

Desde el mismo título, la sombra de Schowb planea sobre estas ocho historias que, a diferencia de las del autor de La cruzada de los niños, son lo que su título señala: vidas sencillas, ligadas a la del autor desde su natal Cards hasta su paso por la etapa adulta y por las alarmas y desastres de la vida amorosa. La materia prima de estas historias es la propia biografía de Michon o, mejor dicho, la evocación, ese poderoso sentimiento que, las más de las veces, reinventa lo que toca: las páginas del libro, nos dice el autor, están engendradas en el pasado aun cuando su visión, lo que convierte en escritura, proviene del presente, de la experiencia misma de un narrador en pleno dominio del oficio.

¿Quiénes son estos minúsculos personajes? ¿Por qué los ha elegido Michon? ¿O acaso fueron ellos quienes eligieron, como criaturas de Pirandello, a su autor? Son hombres y mujeres que, tangencialmente o de manera muy directa, se cruzaron en la vida de Michon y dejaron huella en su trabajo literario: el huérfano recogido por su familia que se va a Africa a realizar el sueño de las colonias y que posee la certeza de que son las palabras las que lo hacen ser; un pariente lejano que tan sólo dejó, como recuerdo de su paso por el mundo, una reliquia, un tesoro que el niño admiraba mientras su abuela sacaba de una caja todo tipo de chucherías transfiguradas por la mirada infantil; sus dos abuelos; una hermana muerta a quien reencuentra o quizá convoca muchos años más tarde; un cura y paciente de un sanatorio mental; una amante a quien Michon jamás pudo entregarse; dos hermanos que le descubrieron, en el internado, tanto el placer de la lectura como los primeros tanteos con las mujeres; y un analfabeto enfermo de cáncer. Pero aun cuando las vidas son minúsculas, la verdad es que la forma de contar no es ni minúscula ni sencilla. En cada una de estas historias, además de la mirada del escritor, se encuentran tanto la búsqueda constante de los adjetivos y las palabras precisas como un estilo cuidadoso, propio, con una textura poética y arcaica en ocasiones, que hace que los personajes vivan merced precisamente a ese sistema parásito que es el lenguaje. Michon mantiene un diálogo constante con las palabras y con su herencia literaria y cultural. Pintores, músicos, grabadores y otros escritores están presentes en sus textos: sus personajes se asemejan a los que pinta tal o cual artista, a aquéllos descritos por alguno de esos novelistas que de una u otra forma marcaronÊa este autor que, las más de las veces, apuesta por un milagro al revivir a sus antepasados a partir del lenguaje y de sensaciones recuperadas. Al encarnarlos, Michon los salva de la terrible trampa del olvido al tiempo que nos cuenta su propia vida, su historia personal, íntima, que también es invención. El es testigo y protagonista tanto del placer revivido de las primeras lecturas, como del dolor y el deseo que atenazan al triste inmigrante, o del desamparo de un viejo enfermo. Sin embargo, al final, el escritor acepta su derrota, o por lo menos la acepta en un hecho que de golpe nos recuerda que la vida es mucho más que literatura, y es precisamente el tío Foucault -cuyo apellido nos recuerda a un filósofo de las palabras y un misionero- el encargado de recordárnoslo: enfermo pero aún a tiempo para una cura, se resiste a abandonar el hospital donde se encuentra porque, analfabeto, es incapaz de llenar los formularios. Con este gesto supera al mismo autor, ya que, como lo dice en el libro, el tío Foucault prefiere la muerte a la ausencia de letra.

Vidas minúsculas: literatura desde y para la literatura que, como todo arte, siempre será imitada por la vida real.



c u e Ť t o


Delicias tormentosas

Natalia Cervantes Larios

Pedro Angel Palou,
Los placeres del dolor,
Universidad Autónoma de Puebla,
Puebla, México, 1999.

Los placeres del dolor es un viaje por el complejo entramado de las relaciones humanas, apenas con el equipaje indispensable: goce, belleza, sufrimiento aflicción... Con una versatilidad en la prosa y una imaginación en verdad admirables, disfrutamos de un equilibrio entre el tono general de los escritos y lo variado de tramas, personajes e historias. El resultado: cuentos inconfundibles, únicos, que merecen ser reunidos bajo un mismo título.

Con un estilo ágil y atrevido, estos once relatos son un enfrentamiento entre lo que a primera vista parece antagónico e irreconciliable. Un vaivén entre la inevitable búsqueda de compañía y el disfrute y comodidad de la soledad. El ``otro'' es el factor que llega para cambiarnos y, por ende, a complicarnos la vida. El ``otro'' nos incomoda, nos cuestiona, nos trastoca, nos mata.

Los personajes, como todos nosotros, se ven obligados a convivir o, al menos, a intercambiar presencias... es decir, el acercamiento nunca es total, pero sí trascendente, y basta para que la frágil y segura burbuja que nos protege de los demás, se rompa a cada momento.

El encuentro puede ser imaginario, como en ``La frágil molécula del deseo'' (donde el personaje, mientras ve una película, sueña despierto con la desquiciante y a la vez atractiva presencia de la mujer sentada en la butaca conjunta); auditivo, como en ``Susurros y silencios'' (donde el molesto vínculo se debe a la cercanía de los cuartos); sexual, como en ``Las guerras pánicas'', o intelectual, como en ``Arte poética''.

Ciertamente, el roce con los demás es el centro de nuestras vidas, pero la incomprensión, el hastío, o simplemente la imperfección humana, hacen que toda relación pueda ser dolorosa y al parecer esté condenada a terminar trágicamente. Y es que sólo un personaje ha dejado de sufrir: un vampiro cansado de matar mujeres que decide vivir sin dolor (como apunta el título del cuento), es decir, alejado de todo ser humano y compartiendo la vida con insectos y legumbres. Los que vivimos rodeados de seres humanos no podemos, pues, más que añorar la apacible soledad.

``Con la misma casualidad con la que aparecen y se esfuman los grandes amores.'' Ese es el tono del libro: no es lamento, ni tampoco indiferencia por la pérdida o por la fugacidad de la felicidad. Amores y mujeres van y vienen.

El cuerpo, la figura o la sola presencia femenina encarnan las mayores contradicciones: aparentemente sublimes, objetos de deseo, de admiración y de interés, sufren, enloquecen y pierden su perfección. Dominantes, ellas conducen a los personajes por senderos insospechados, por caminos no deseados.

En breves momentos de compenetración, ``entusiasmado por el pánico instantáneo de la felicidad'', el hombre cree entender y gozar lo que está viviendo, aunque sólo sea para notar, minutos después, que la felicidad ya terminó.

Historias de amor y desencuentros, de sensualidad, de placer, de vida y de muerte: de relaciones humanas. Contadas por un narrador externo o por un personaje, al lector, a otro personaje o a sí mismo. A final de cuentas todo es un diálogo, que se supone es la forma más sencilla de intercambiar experiencias y pensamientos, el refugio ideal para intentar la temible tarea de acercarse al otro; aunque, en realidad, sólo sea una forma más de incomprensión.



e Ť s a y o


América Latina vista por Chomsky

Siddharta Camargo

Heinz Dieterich,
Noam Chomsky habla de
América Latina y México,

Océano,
México, 2000.

Lo menos que se puede decir de un intelectual como Chomsky (1928), investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y autor de más de una veintena de libros, es que es un hombre polémico. Es uno de los pocos intelectuales norteamericanos críticos, que a pesar de contar con un sólido prestigio académico y con un amplio reconocimiento público, ha sufrido y sufre la exclusión y la censura en los medios masivos de comunicación de su propio país.

En el presente texto, el entrevistado aborda, tal como el título lo indica, una serie de problemáticas de nuestro continente y de la difícil relación de nuestros países con el vecino del norte, desde Granada y Panamá hasta Cuba y México, pasando por Chile, Guatemala, El Salvador y Nicaragua. De una u otra manera, en todos estos países el gobierno norteamericano ha decidido intervenciones militares, golpes de Estado, ayudas multimillonarias para los militares y los contrarrevolucionarios. El análisis de Chomsky y las muy pertinentes preguntas de Dieterich nos conducen a entender las razones históricas, ideológicas y económicas de estas políticas intervencionistas por parte de un gobierno que vio la luz como una ``república conceptualizada, desde su inicio, como un imperio en expansión y con total desprecio por otros Estados y pueblos. República imperial hacia el exterior, democracia excluyente hacia el interior''. La edición de las entrevistas se ha complementado con la inclusión de una serie de documentos obtenidos en los Archivos Nacionales de los Estados Unidos, que resultan muy interesantes.

Chomsky revisa críticamente fenómenos complejos como el neoliberalismo, del que dice, por ejemplo, que ``son programas neoliberales para las víctimas pero no para los manipuladores. Estados Unidos sirve de ejemplo. La gente que trata de imponer los principios del neoliberalismo en el tercer mundo y en los slums [barrios pobres] de nuestras ciudades, no quiere esos principios para ella misma. Quiere un poderoso Estado nodriza para protegerlos, como siempre... la prensa, los intelectuales y los economistas tienen que aparentar que no entienden esto, eso es parte de su trabajo''. Otros temas discutidos son el libre comercio y su relación con los capitales financieros; sobre el TLC, el entrevistado afirma que ``ha sido muy benéfico para los ricos y muy perjudicial para los pobres, en ambos países... Hoy en día los promotores del TLC reconocen abiertamente que lo que prometieron fue un fraude total: hablaron sobre los efectos maravillosos que el TLC iba a tener... Ahora dicen... que el propósito del TLC era encerrar a México... De tal manera que si algún día se diera lo que ellos llaman una apertura democrática en México... [éste] no podría hacer nada, porque las políticas económicas que subordinan al país al capital transnacional, asentado en Estados Unidos, estarían bajo candado a raíz del TLC''. Otros tópicos sobre los que se realiza una revisión exhaustiva y bien documentada, con una crítica radical que realmente clarifica muchos puntos oscuros, son la relación de los intelectuales y el poder y, sobre todo, un análisis muy interesante sobre la historia de los movimientos sociales en los Estados Unidos, que se podrían considerar como antecedentes del desarrollo de la sociedad civil, hoy en plena ebullición de protestas contra las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en Washington y Seattle.

Una duda que probablemente estará en la mente de los lectores de este texto desde el primer momento es: ¿qué pueden hacer las víctimas de las políticas intervencionistas para cambiar las cosas? ¿Qué alternativas existen? En el epígrafe del prólogo, Chomsky dice:



c u e Ť t o


el último miedo

Alfonso Simón Pelegrí

Fernando Solana Olivares,
El peso de la esperanza,
Breve Fondo Editorial, 2». edición,
México, 1999.

Fernando Solana cuenta en su haber con una serie de títulos felices; pienso en Oaxaca, crónicas sonámbulas, La rueca y el paraíso y El Budismo, textos en los cuales es de considerar la madura maestría joven de su prosa y el rigor puntual de su buen oficio.

En esta, su última obra hasta la fecha, El peso de la esperanza, transcurre un tiempo transido entre las aboliciones de un pasado y un futuro que sólo lo son de un presente agustiniano, y en el cual ``al hombre lo rodea el espíritu de un mundo sin espíritu''.

El autor tiene muy claro que la prosa (pero la prosa es el libro) se hace con palabras. Palabras que hay que seleccionar y ensamblar en una comunión entre el fondo y la forma dentro de un rito, tono y matiz necesarios, puestos al servicio acólito de una carpintería literaria.

Esta sabiduría de quehacer y conocer nos la muestra Fernando Solana desde el primero de los relatos del libro, ``Historia de un deseo'', en donde la compartida ofrenda de una veladora, en su calidad de humilde eucaristía de la luz, se desdobla en una dual ofrenda a los pies de un Cristo agónico y sangrante, ``mientras en el atrio las palomas retozan con las alas desplegadas y el sol acaricia sus giros ejemplares''.

Pero también en ``Rita epifánica'', cuando nos habla de ``tardes de una luz altiva, recién inaugurada'', donde ella era, entre otras colegialas, equivocada epifanía para inocentes caricias adivinadas. Y eso fue durante evocaciones de jornadas vesperales, hasta que Rita lloró por algún desacato que nunca conocimos: ``-¿Recuerdan cuando lloró Rita? -nos decíamos absortos en la urdimbre de nuestra añoranza sin versión aceptable-. Busquen al novio, pregúntenle, que nos diga qué pasó -sugería algún racionalizador de aquella melancolía. Pero las monedas danzaban cada vez más exactas, rodaban apenas porque habíamos aprendido a convertirlas en mariposas, y se nos iba Rita de entre los dedos.''

En ``La sombra'', Solana nos propone el tema de la felicidad, del descanso espiritual dentro de la concepción chardiana de la renuncia a nosotros mismos, y quitándole prioridad a la circunstancia de sentirse feliz o desdichado, ``...deja tu deseo y te dejará lo que atormenta tu corazón'' -nos dice fray Juan de Vepes- y regresando a Teilhard de Chardin sin dejar de la mano al fraile carmelita, en nuestro acontecer todo lo que nos va sucediendo ``se convierte en adorable única y exclusivamente porque tiene el privilegio de ser adoptado por lo Real que nace''. Y nada lejos de esto, las pasividades de las que trata el teólogo jesuita en El medio divino, para que con dichas pasividades, sean o se nos antojen positivas o negativas, ``veamos cómo se enciende la mirada bendita de Dios'' con arreglo a la otra génesis teilhardiana, salvadora de una desintegradora entropía cósmica, de la que nos habla Xirau en su Introducción a la historia de la filosofía.

Y en este punto nos parece oportuno traer a colación ``Variantes del Go'', donde nos dice Fernando Solana que, en cuanto al desmoronamiento del tiempo, ``lo que importa es hacer el alto, nunca el tiempo que pasó''. Y también, en ese mismo lugar, nos platica de un hombre triste que le dice a otro: ``si el veneno se cura con veneno, si lo que mata a unos a otros los libera, si el mismo suelo que hace caer ayuda a levantarse''; cosas así.

En el penúltimo de estos apartados, ``Confesión y parte'', entona Solana un credo literario con referencia a varios autores. En primer lugar figura Flaubert, ``dios padre que nos dejó a sus hijos la fisiología del estilo, superó el relato y creó la descripción. Para lograrlo se privó de metáforas, se abstuvo de comparaciones, y produjo muy poca psicología''.

Un segundo lugar en El peso de la esperanza lo ocupa Kafka, ``dios en la tierra'', el cual ``empequeñeció'' a sus personajes para, siguiendo la enseñanza flaubertiana, describir y no relatar. Claro está que en esto el empequeñecimiento de los personajes, genuflexión histriónica que denuncia Canetti a lo largo de El otro proceso de Kafka, tiene el antecedente de retablo de maese Pedro, arquetipo cervantino indiscutible.

Y de aquí se sigue Fernando Solana Olivares con una atinada confesión de sus discípulas credibilidades para terminar con esta galanura: ``Creo en Juan Lacónico Rulfo, hermano de Kafka, miembro del panteón, padre de todos nosotros, sepulturero. Creo que porque pudo mejor que nadie lo dejó de hacer. El envilecedor de Emma lo hubiese aplaudido.''

Termina el autor de El peso de la esperanza con un capítulo que denomina con este mismo título. En él glosa determinados pasajes de El corazón secreto del reloj, de Canetti, y lo inicia con el estupor de un sufrido habitante de ``la ciudad del purgatorio'', el cual se dice a sí mismo ``hoy es viernes'' al despertar, a la vez que mira sin ver el manto gris que envuelve cotidianamente sin remedio a la ciudad: ``Hoy soy viernes, pensó en la noche cuando terminó de mirar.'' Y así prosiguió -nos refiere Solana- hasta un domingo en el cual habría de ser lo de ``saberlo todo sin haberlo aprendido'', según comenta Moliére que le sucede a los grandes artistas, los cuales están siempre en estado de gracia.

Pero les sea dado o no este gratis data, que en esto no se ponen de acuerdo los teólogos ni los escritores, lo cierto es que nuestro personaje piensa cautamente en que ``de lo que empieza el domingo nadie sabe, pero unos pocos descubrirán que su novedad es otra forma de lo anterior''. Sin embargo, queda la esperanza de un lunes insólito, donde, nos dice Fernando Solana, ``el alma de Canetti será una alondra de ideas''. Y aquí el aludido Canetti, gran socarrón, comenta como epílogo: ``Depuso su último miedo y se murió.''



FICHERO

aCocina

Recetario mexiquense. Siglo XVIII, Dominga de Guzmán, Col. Recetarios Antiguos, CONACULTA, México, 1999, 241 pp.

Recetario tradicional. Celaya, fines del XIX, Celerina Maldonado, Col. Recetarios Antiguos, CONACULTA, México, 1999, 72 pp.

Economía

Más sobre la plata. El camino para México y Latinoamérica, Hugo Salinas Price, Editorial Diana, México, 2000, 175 pp.

Ensayo

La luna en el pozo, Carmen Leñero, Sello Bermejo/CONACULTA, México, 2000, 157 pp.

Ensayo (feminismo)

Debate feminista. Fragmentos y proposiciones, núm. 21, abril 2000, año II, textos entre otros de Nelly Schnaith, Diamela Eltit, Guadalupe Flores, Estela Serret, Ana Amado, Carlos Monsiváis, Productos Culturales, México, 2000, 326 pp.

Ensayo (literario)

El libro de los brevísimos, mágicos y milagrosos cuentos memorables de Matías, Matiana, el Hombre Invisible, el Fariseo y otros vecinos que viven, lloran y cantan sus historias verdaderas en Guadalupe Zacatecas como si ta-ra-rea-rean la letra de una melancólica canción y otros poemas y animales, Jorge Salmón, Escuela Normal ``Manuel Avila Camacho''. Zacatecas/H. Ayuntamiento de Guadalupe, Zacatecas/Facultad de Derecho, Universidad Autónoma de Zacatecas, México, 2000, 157 pp.

Juan Ruiz de Alarcón ante la crítica, en las colecciones y en los acervos documentales, Margarita Peña, Universidad Autónoma Metropolitana/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades/Miguel Angel Porrua Grupo Editorial, México, 2000, 324 p.

Por el país de Montaigne, Adolfo Castañón, Col. Los libros del arquero, Juan Pablos Editor, México, 144 pp.

Ensayo (sociológico)

El reto de la diversidad, Willem Assies/Gemma van der Haar/André Hoekema, El Colegio de Michoacán, México, 1999, 558 pp.

La política agrícola europea y su papel en la hegemonía mundial, Arturo León López, Universidad Autónoma Metropolitana/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Plaza y Valdés Editores, México, 1999, 230 pp.

Historia

La bandera mexicana, Enrique Florescano, Ed. Taurus, México, 2000, 180 pp.

Narrativa

Cuentos para pensar, Jorge Bucay, Editorial Océano, México, 2000, 185 pp.

Diario del Delta, Adolfo Castañón, Col. Breves, Fundarte, Alcaldía de Caracas, Caracas, 1999,85 pp.

El largo adiós, Raymond Chandler , Col. Para leer en libertad, Gobierno del Distrito Federal, México, 2000, 495 pp.

Memorias del tacto,José Luis Cuevas, selección y notas de Francisco León, Col. Grandes autores, Ed. Nueva Imagen, México, 2000, 272 pp.

El vampiro de almas, Dalton Trevisan, Traducción, selección y prólogo de Rodolfo Mata y Regina Crespo, Col. Torre Abolida, CONACULTA, México, 1999, 140 pp.

El Zen y las pasiones, Sergio López Ramos, Plaza y Valdés Editores, México, 2000, 116 pp.

Ultimas cartas de Jacopo Ortis, Ugo Foscolo, traducción e introducción de Stella Mastrángelo Puech, Col. Cien del mundo, CONACULTA, México, 2000, 173 pp.

Visitando el mundo. Imágenes de viaje, Helda González de Benavides, Plaza y Valdés Editores, México, 2000, 437 pp.

Pedagogía

La trama de la escuela secundaria: Institución, relaciones y saberes, Etelvina Sandoval Flores, Universidad Pedagógica Nacional/Plaza y Valdés Editores, México, 2000, 386 pp.

Poesía

Aquí es ninguna parte, Francisco Serrano, presentación de Vicente Quirarte, Col. Lecturas mexicanas, cuarta serie, CONACULTA, México, 2000, 254 pp.

Las andanzas del Huy Huy Huy y El Chichicaxtle con su ñero, Alberto Roblest, Ediciones Mixcóatl, México, 2000, 19 pp.

Los hábitos de la ceniza, Jorge Fernández Granados, Editorial Joaquín Mortiz, México, 94 pp.

Recuerdos de Coyoacán, Adolfo Castañón, Col. Las cascadas prodigiosas, 45, Verdehalago, 2000, 61 pp.

Teatro

Pericles, príncipe de Tiro, William Shakespeare, traducción de Andrés Ehrenhaus, Col. Shakespeare por escritores, Grupo Editorial Norma, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1999, 145 pp.