La Jornada Semanal, 28 de mayo del 2000
No estás ahí,
¿Cómo pudo abrasarte
Si es eterno este amor,
No estás ahí,
La historia empieza donde sopla el viento.
Celos del mar vacío, del descargado mar,
presa del tiempo en que te tuve nunca:
el tiempo
abstracto.
Días del mal suplicio,
del mal haberme olvidado del
ser
que tú me inventas.
con la brasa oportuna
ese que no era
yo?
Si estaba yo en los planes de tenernos
contra toda codicia
pasajera.
cómo vino a sufrir ese desliz
más allá
del asombro y las hormigas,
más allá de los nombres y del
verso.
No era verso el de aquel
que antes de ser nosotros te
sedujo,
no eran manos las tuyas
porque yo no era yo.
Y no
eras tú tampoco quien besaba
y se tendía mustia
y rezumaba miel
y se venía
en nombre de mi ausencia.
en la ciudad aislada
contra un cielo
remoto,
bajo el clima en que yo te tuve luego.
Es calumnia el no
ser que nos disgrega
y nos deja en los brazos de fantasmas.
Y esa ciudad
arranca
en la infinita esquina
en que un día,
por
fin
(tarde ya
pero a tiempo en la línea
de la pasión
entera),
me reconoces
y te reconozco.
del cielo artero que te
engaña sólo
porque tú no existes,
no existe Dios
ni el
sol
ni el tibio sexo.
Porque no existo yo.
Porque tú no me
existes.