La Jornada Semanal, 21 de mayo del 2000



Angélica Abelleyra

Mercedes Iturbe:
provocación que construye

Con el amor, la libertad y el arte como ejes, Mercedes Iturbe define aquí su ``espíritu antiinstitucional'', que sin embargo no le ha impedido desempeñar varios cargos oficiales. ``Brava y lanzada'', dispuesta a reconocer sus propios errores, pero cansada de los encargos públicos, ahora Mercedes piensa dedicar su insumisión a la escritura.

A un costado del lavabo en su cuarto de baño, muy próximo a la jabonera y al sitio donde siempre reposa la toalla, un cuadro revela el título diplomático que la nombra ``Caballero de Artes y Letras'' del gobierno francés. Para algunos, colocar el diploma en tal sitio de intimidad y recogimiento significará una falta de respeto; para otros, un simple juego; pero los más desconfiados podrían ver en ello una táctica segura de Mercedes Iturbe para compartir con sus amigos el recuerdo de aquella condecoración gala, tan reciente o tan añeja como lo es el año de 1992. Plan con maña, como se dice, porque ¿habrá mejor lugar para observar con detenimiento lo que nos rodea que ese pequeño espacio donde lo mismo examinamos figuritas en los mosaicos que el saldo del rollo de papel higiénico, el desgaste de la pasta dental o el tapete bajo nuestros pies?

``Caballero'' entonces, Mercedes suelta la risa ante la observación del diploma y su lugar en el departamento: ``Es rico que reconozcan mi trabajo pero no lo tomo en serio. Es uno de los tantos símbolos que no me determinan en la vida.''

Lo que sí la distingue es una triada que retomó de Isadora Duncan al leer a los quince años Mi vida, autobiografía de la bailarina. El amor, la libertad y el arte son los tres ejes que la sostienen y la determinan en su vida privada y en su labor pública; en sus veinte años como promotora cultural, funcionaria y curadora de exposiciones, y también en su paralela vocación de escribir gracias a sus sueños y pasiones.

En la vertiente como funcionaria ha transitado por diversas dependencias, como el Salón de la Plástica Mexicana, el Centro Cultural de México en París, el Festival Internacional Cervantino (FIC) y el Instituto de Cultura de Morelos, estas dos últimas, instancias tras las que dejó un halo de polémica y disconformidad, pero también de apoyo y adhesión. Actualmente es Comisaria Adjunta de Cultura para el Pabellón de México en la exposición mundial Hannover 2000, igualmente cuestionado.

Como curadora de exhibiciones ha enfocado su interés en el arte popular y el arte contemporáneo de nuestro país. Es por ello que desde 1989 las figuras de Ocumicho ocuparon buena parte de su escena. Con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa, los diablillos de barro creados por las artesanas purépechas se mostraron en París, y en 1992 el controversial Quinto Centenario quedó plasmado en piezas sobre la Conquista en la exhibición del Museo de Arte Moderno (México) con el título Ocumicho: arrebato del encuentro. Recientemente, Voces visuales de México viajó por museos de California y Washington hasta concluir en Tijuana (a partir de este mes de mayo) bajo las constantes de la vida, la muerte, los mitos, lo sagrado y la fiesta plasmadas en imágenes populares, fotografías y pinturas.

Además, en el plano de la escritura dio origen a Espíritus cómplices (Grupo Editorial Vid), libro que para Alvaro Mutis es una ``ardua y gozosa confesión'' de Mercedes sobre su ``estar en la tierra y lo que esto le deja como razón para seguir viviendo''. Su compilación de textos suma un lustro y medio de colaboraciones en el ámbito del periodismo cultural para rendir tributo al arte y a sus ejercitadores. Buñuel y Vlady, Rulfo y Onetti, Severo Sarduy y Josef Koudelka se entrelazan con la autora, a quien le gustaría escribir como Marguerite Duras o Clarice Lispector ``pero siendo yo misma, es decir, sin el aire atormentado de ellas sino vinculada con lo vital. Mi pulsión es de vida''.

Psicóloga por la UNAM y con posgrado en Historia del Arte por la Sorbona (París), Iturbe dice que el azar siempre le ha jugado bromas. Lo demuestra su actividad profesional en organismos gubernamentales, a pesar de su ``espíritu antiinstitucional'' que le ha provocado enfrentamientos. ``Dicen que soy muy brava y lanzada. Sé que genero tempestades: eso no me gusta porque complica las cosas, pero lo asumo plenamente. Provoco reacciones porque no me pliego a patrones convencionales. Intento, no sé si lo logre, tener un espíritu muy abierto y libre que me permita ubicar las cosas como creo. La gente tiene muchos temores y eso me irrita profundamente porque le tiene terror a la vida y a la expresión creadora. ¿Cuándo hemos visto en la historia que una obra de arte genere cosas negativas: guerras, crímenes, delincuencia? Puede generar rechazos, inconformidades, porque algo que surge de una mente creadora es lúcido, te cuestiona, te confronta y se adelanta a los acontecimientos.''

Funcionaria atípica, durante su gestión al frente del Cervantino apareció retratada en un cuadro de Alberto Gironella para la exposición Tren de vida. En la pintura Mercedes se muestra con mantón amarillo, flores azules y un seno al descubierto que generó una ola de críticas absurdas en la prensa no sólo guanajuatense sino nacional. Ella sonrió, como tal vez lo hizo después de renunciar a dicho festival, ``por no aceptar ciertas líneas del gobierno panista en detrimento de un proyecto cultural''.

Más adelante se fue a vivir a Cuernavaca para dirigir el Instituto de Cultura de Morelos durante la gestión del gobernador con licencia Jorge Carrillo Olea, de quien se pide un juicio político por considerarlo responsable de la ola de violencia en el estado. Durante cuatro años Mercedes promovió proyectos de música popular, teatro campesino y escolar, creó centros culturales y festivales. Pero sus detractores, la mayoría de los diputados locales, le llamaron ``extravagante, arrogante y extranjerizante'' por el tipo de manifestaciones artísticas que impulsó en un estado donde no había nacido. Además, algunas auditorías practicadas por el Congreso local revelaron supuestas ``irregularidades'' en los ejercicios presupuestales del instituto bajo su cargo, a lo que la involucrada respondió: ``Es una difamación. En su oportunidad di respuesta a las observaciones de los auditores internos y externos que supervisaban la operación del instituto. Si fuera necesaria otra aclaración, las autoridades competentes pueden solicitarla``.*

Así las cosas, mujer gitana, más cercana al espíritu libertario de Carmen que al de la Malinche, ella misma se pregunta por qué tantas piedritas en su camino. ``Es que soy provocadora. Pero en el aspecto profesional mi desafío tiene un fin constructor. La provocación que construye es una brecha que abre caminos, mueve espíritus y amplía miradas. Lo que pasó en Morelos lo resumo así: soy mujer, no soy morelense y sí muy subversiva. Los diputados criticaron que el presupuesto para la cultura era excesivo. Nunca lo fue: simplemente por vez primera hubo una partida especial para el rubro cultural, con la que se podían hacer cosas. Cuando advertí las críticas propicié mi comparecencia en el Congreso local. Preparé todo con anticipación, hablé con los representantes de los partidos, les ofrecí todo tipo de información de gastos, inversiones y proyectos. Mi decepción fue enorme al llegar al podio y darme cuenta de que todo lo habían dejado de lado. Me cuestionaron por unos murales en el antiguo cine Morelos, remodelado durante mi gestión para servir como un espacio alternativo con bar, sala de exposiciones y de cine. El mural se borró porque era una agresión visual tremenda. Ese fue el único aspecto que les importó. Fueron agresivos y misóginos. Si hubieran podido, las mujeres también hubieran acabado allí conmigo. Finalmente me di cuenta de que mi comparecencia se debió a dos razones: la primera fue un deseo real de que los diputados comprendieran un proyecto cultural; la segunda, una vanidad inconsciente de suponer que mi trabajo me respaldaba y que podía ponerlo sobre la mesa de una forma clara y abierta. Me equivoqué.''

En lo que tal vez no se equivoca es en su decisión definitiva de despedirse de ese papel de funcionaria. ``Creo que ya me pasé del tiempo para cerrar un capítulo. Empiezo tarde porque no tengo tanto tiempo en el futuro para escribir. Cuando termine lo de Hannover me voy a una casa cerca de Cuernavaca para dedicar la mitad de mis horas a la escritura.'' La otra mitad le servirá quizás para releer sus libretas de sueños, permanecer en su interés por el arte popular y para continuar guiñándole el ojo al azar mientras sigue desatando tormentas.

* Un extenso reportaje del conflicto se publicó en los números 1210 y 1212 del semanario Proceso.