La Jornada Semanal, 14 de mayo del 2000


CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Céfalo defiende la senectud

En los primeros compases de la República, el más famoso, tal vez, de los diálogos de Platón, Sócrates (que narra los hechos) y Glaucón llegan a cenar a casa de Polemarco, en el Pireo. Ahí hay un grupo de personas, que serán interlocutores en el diálogo: Lisias, famoso orador, hermano de Polemarco, Eutidemo, sofista (del que se burla Sócrates en el diálogo que lleva su nombre) Trasímaco que, en la conversación, sostendrá la tesis repulsiva de que ``la justicia es lo que es ventajoso al más fuerte'', Carmántides y Clitofón hijo de Aristónimo. ``La mayoría de los oyentes de Sókrates (sic), escribe Mosterín, solían ser jóvenes pertenecientes a las mejores familias de Atenas, ciudadanos ricos, guapos y bien vestidos, cuyo aseo impecable contrastaba con el descuido del maestro por el atuendo personal.''

Además de estos jóvenes, estaba ahí un viejo, Céfalo, padre de Polemarco y Licias, único personaje que aquí nos interesa. De él dice Sócrates: ``Dentro estaba también Céfalo, y por no haberle visto después de largo tiempo, me pareció que había envejecido mucho. Sentado estaba en una silla, apoyado sobre un rico almohadón y con corona en la cabeza por haber ofrecido ese día un sacrificio doméstico.'' Comentario: los griegos acomodados tenían altares en sus casas y ahí hacían ceremonias religiosas (sacrificios), para no tener la molestia de acudir a los altares públicos en los templos. En el diálogo Las leyes, Platón reprueba esta costumbre: ``que ningún particular tenga en su casa capilla o altar'', prescribe.

Céfalo y Sócrates intercambian breves fórmulas corteses (que nos saltamos) y de inmediato, según su costumbre, Sócrates empieza a interrogar a Céfalo. Y son estas preguntas y respuestas las que nos interesa exponer aquí.

``Yo me deleito -dice Sócrates- de tratar con los ancianos, porque me parece que conviene informarse de ellos, como que han andado aquel camino por el cual debemos nosotros pasar necesariamente algún día, si es escabroso y difícil o llano y expedito.'' Así se marca el tema: ¿cómo es la vejez?, ¿qué juicio debe merecernos?, ¿de veras es horrible? O como pregunta Sócrates: ``¿Por ventura miras ese periodo como el más penoso de la vida?''

Céfalo inicia su respuesta con una afirmación que, aunque parece muy obvia, a mi juicio es perspicaz y tiene su miga: ``Me sucede muchas veces'', dice, según el antiguo proverbio, ``concurrir con algunos de mi misma edad.'' Esto es, lo semejante busca lo semejante: los niños buscan juntarse con niños, los doctos con doctos, los malos con malos, las mujeres con las mujeres, los ancianos con los ancianos, y así. Y en efecto, hay muchos refranes y dichos que lo explayan: ``cada oveja con su pareja'' o ``dime con quién andas y te diré quién eres'', por ejemplo. Pero si te parece muy obvio, dime: ¿por qué es esto así?, ¿por qué lo semejante busca, se deleita y recrea con lo semejante? No, no es fácil ni obvia la respuesta, aunque lo parece. Este asunto pasa del tema de la vejez que seguiremos viendo aquí a otro también muy de predilección de griegos y romanos, a saber, el tema de la amistad. Aristóteles y Cicerón escribieron también tratados sobre el asunto. El de Aristóteles, que figura en la Etica nicomaquea, según mi maestro Gaos, no ha sido superado en calidad y penetración hasta la fecha. Seguimos el próximo domingo.


LAS ARTES SIN MUSA

Ernesto Priani Saisó

La justicia en los medios

Cuando todos pensábamos que el asesinato de Paco Stanley era un asunto del pasado y que alguna enseñanza había dejado a los medios el bochorno de su propia actuación el día de los hechos, he aquí que la lucha electoral lo vuelve a poner en primer plano y los medios de comunicación electrónica, particularmente las dos televisoras, vuelven a hacer desfiguros asumiendo ya el papel de ministerio público, ya el de la defensa, ya el del juez pero, sobre todo, el de verdugo.

A raíz de la ya famosa ``retractación'' del ``cocinero'', conocido también como ``el Flama'', hecha no ante la autoridad judicial sino ante los medios de comunicación, el caso parece haber dejado de ser incumbencia del sistema de justicia tradicional mexicano, para jugarse en el tribunal superior de los medios de comunicación masiva.

En vano, la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal ha tratado de mostrar a la opinión pública cuál es el procedimiento al que se sujeta un caso como éste. Simple y sencillamente, las televisoras han atraído el caso y han ignorado el valor real de la ``retractación'' como, después, del amparo concedido a los inculpados en el caso.

No se trata propiamente de una tergiversación de la información, sino de verdadera autonomía de juicio: cuando televisoras, cadenas radiales y hasta periódicos decretaron que se había ``caído el caso Stanley'' no mentían: estaban juzgando. Y, en efecto, este es el verdadero problema: como parte de su independencia, las cadenas noticiosas de este país, y señaladamente las de mayor impacto, han asumido como propio el juicio popular. En otras palabras, han decidido que no tienen por qué esperar a que la opinión pública opine, sino que son ellas mismas las que deben emitir ese juicio. Un juicio, por cierto, detrás del cual subyacen intereses muy lejanos a los del auditorio y, para muestra, un botón: la heroína de esta historia, si es que hay una, es Paola Durante, bien sea porque es la pieza clave del rompecabezas para comprometer a los Amezcua, porque es rubia de ojos azules, o porque inspira lo mismo compasión que lujuria. En cualquier caso, ella ha decidido que sólo concederá entrevistas a Televisión Azteca, empresa que, por cierto, ha hecho suya la defensa de los inculpados en el caso.

Por supuesto, la pregunta es obvia: ¿por qué ella, en particular, ha tomado la decisión de sólo ofrecer entrevistas a TV Azteca? Puede uno especular mucho sobre las razones de Paola; sin embargo, es probable que vayan desde un intercambio comercial entre la televisora y la inculpada para conceder entrevistas en exclusiva a cambio de una remuneración sustanciosa, hasta el hecho de que Paola, simplemente, sienta que TV Azteca representa mejor sus intereses en el juicio de la opinión pública. Pero si esto es de suyo grave, porque ya existe un sesgo evidente en la información que recibe el auditorio, más graves son las razones que puede tener TV Azteca.

Aun si excluimos las ``razones oscuras'' o de interés político que la televisora del Ajusco pudiera tener, es obvio que la exclusividad de Paola Durante es parte de la batalla por el rating. De hecho, para generarle más auditorio a sus noticieros, tanto TV Azteca como Televisa, de la misma forma que numerosos noticieros radiales, se está apostando no sólo a tener la mejor información y de primera mano de los protagonistas de este drama, sino a determinar la culpabilidad o inocencia de los mismos. En otras palabras, no sólo se busca la información, sino la simpatía del auditorio -incluso su complicidad- hacia la posición del medio informativo frente a la inocencia o culpabilidad de los implicados.

La apuesta es arriesgada, sobre todo porque esto está llevando a un callejón sin salida en donde, si el fallo de la justicia es favorable a los indiciados, entonces quedaría la sospecha de si no habrá influido en dicho fallo la presión de los medios. Si ocurre lo contrario, es decir, que la justicia se declare en su contra, entonces es muy probable que la opinión publica vuelva a cuestionar al sistema judicial.

En cualquier caso, lo que importa en todo esto es la responsabilidad de los medios o, más bien, su profunda irresponsabilidad. Porque más allá del fallo que dé la justicia, esos medios están imponiendo, desde ya, penas trascendentes que afectarán de forma permanente la fama pública de los involucrados en estos hechos -¿o usted desearía la fama de la que gozarán Paola o ``el Cholo'' cuando salgan, si es que salen, de prisión? Además de que, con su forma de proceder, los medios muestran una vez más su proverbial falta de profesionalismo y de talento.