Lunes en la Ciencia, 10 de abril del 2000



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Lillian von der Walde Moheno

El mundo medieval, añoranza por lo perdido

El interés por el mundo medieval que se dio en el siglo XIX y cobró nuevo auge en fechas relativamente recientes demuestra una suerte de añoranza por lo que se ha perdido. Así opina la doctora Lillian von der Walde Moheno (México, 1957), investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa.

van-der-walde-investigadora Asociada con Medievalia, proyecto con más de 20 títulos publicados, una revista semestral y la celebración bienal de las Jornadas Medievales en la UNAM, Von der Walde reseña cómo un investigador de México se presenta en los congresos internacionales: "Por ser del Tercer Mundo, se llega con un tache previo que hay que quitar; los colegas del Primer Mundo asisten a intentar reafirmar la paloma que ya poseen". Por ello se enorgullece del "pequeño espacio" ganado a nivel mundial.

"Tengo vocación literaria y de historiadora. El estudio de la cultura medieval es una pasión que no puedo explicar muy bien. Siento que la Edad Media nos fundamenta, pero además, por mi formación literaria, me apasiona ver los primeros intentos de crea-ción en nuestra lengua."

Las supuestas innovaciones en la cultura, la ciencia, las relaciones sociales y humanas que se han hecho famosas en el siglo XX, tienen su base en el medievo y ensombrecen un tanto la idea de novedad.

"Nosotros vemos como aportaciones actuales hechos que son comunes en la Edad Media. No es más que desconocimiento; si examinamos ese periodo, comprobamos que mucho estaba ya prefigurado". Los ejemplos: la semiótica, el narrador no digno de confianza, la libre asociación de ideas propia del surrealismo y hasta los albures...

"Basta leer el Libro del buen amor, del Arcipreste de Hita, para observar la clara conciencia de la plurivalencia del signo, que frecuentemente oculta connotaciones sexuales -algunas muy obscenas-; de hecho, la intentio autoral, el sistema que priva en el libro, es la ambigüedad". Incluso, es posible decir que los orígenes del método de investigación científica se encuentran en el medievo, un periodo injustamente considerado como oscuro y mediocre.

"La inducción, que es la forma que sustenta la determinación de las leyes de la ciencia, se debe a aquella respuesta medieval al método deductivo aristotélico-tomista". En el caso de la ciencia, dicho sea de paso, no se privilegiaba una determinada forma de investigación de la realidad, dice la académica; ahora, cualquier método que se aparte de lo que se considera la norma científica es, en verdad, muy mal visto o despreciado.

"Uno de nuestros errores es creer que la cultura es lineal y progresiva. Por ejemplo, en la

Edad Media hubo muchísima mayor libertad sexual que en el Renacimiento, ya que, debido a una muy fuerte incidencia de perspectivas neoplatónicas, se privilegiaba el amor disociado del elemento carnal; son, en realidad, muy pocas las representaciones del amor sexual en el mundo renacentista."

-ƑQué nos vincula ahora con la Edad Media?

van-der-walde-investigado-1-jpg -Me especializo, entre otros, en un genero literario del cual sólo hay 15 investigadores en el mundo: el de ficción o novela sentimental. Es muy interesante, porque surge en el siglo XV, cuya constante fue la pérdida de valores. Mi objeto de estudio es, pues, el de una literatura que refleja un mundo en crisis; en ella aparecen valoraciones opuestas que reciben pesos semánticos similares y no se hallan armonizadas, de lo que resulta una solución trágica. Lejos están las ficciones sentimentales de conducirnos a mundos de fantasía; por el contrario, nos envuelven en una época conflictiva en la que los individuos, muy frecuentemente, no encuentran sino el fracaso. Quizá por ello tengan aún mucho que decirnos. Y es que el XX, al igual que el XV, es un siglo golpeadísimo. Y, también, con muy buena muy buena literatura.

"Quizá una de las grandes aportaciones de la baja Edad Media a la cultura es el amor, que toma carta de naturalización hasta nuestros días. Me refiero a una teorización en concreto: el amor cortés. Este es el triunfo del individualismo, una reacción de un sector de la sociedad (la nobleza, y luego la alta burguesía) contra la valoración negativa de su libido; en otras palabras, el hombre medieval reconoce y asume el propio erotismo, y lo enaltece al asociarlo con el amor mediante un código que no dudo en calificar de ético."

Sin embargo, Von der Walde Moheno se pregunta: "ƑPor qué nos dice tanto el amor?" Y responde: "Porque hace referencia a un romanticismo que se pierde, no obstante que la cultura nos lo vende en infinidad de canciones o películas. Pero en la vida real, en esta posmoderna, hay una falta de entrega y de compromiso cada vez mayor. Ya no hay más actos heroicos por amor, ni fidelidad absoluta, ni voluntario vasallaje amoroso, ni consideración del propio ennoblecimiento en virtud del amor", concluye Lillian von der Walde. (José Juan de Avila) (Fotos: José Antonio López)

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