La Jornada Semanal, 20 de febrero del 2000



(h)ojeadas

n o v e l a

La modernidad no tiene sexo

Rosa Aurora Chávez

Francisco Rebolledo,
La Ministra,
Editorial Joaquín Mortiz,
México, 1999.

La Ministra es una novela que se desarrolla en un país donde, aunque resulte difícil de creer, el sistema se renueva cada seis años gracias a un canibalismo bestial; donde narcotráfico y política viven en alegre amasiato; donde el enriquecimiento ilícito es fuente suprema de poder Éy de placer. Se trata de un lugar seguramente arrancado de la literatura fantástica, producto de la exquisita imaginación del autor. El relato inicia en el escritorio de Vasconcelos. Una mujer llega a ocuparlo. La voz del secretario de gobernación exclama su júbilo:

¿Cómo consiguió esa mujer -Magda, la Ministra- hincar el colmillo sobre tan preciado hueso? Hija de un poderoso empresario, egresada de una universidad extranjera, casada con un famoso y atractivo médico (que lo que tiene de hermoso lo tiene de idiota) y al cual conoció durante el evento social del año, Magda se inició en la política casi por despecho intelectual. Fue invitada a participar en el equipo asesor de la precampaña presidencial de un joven economista egresado de Harvard en el momento justo, cuando las aspiraciones políticas y académicas de Magda fueron truncadas en la institución donde culminó su doctorado. Hasta ese entonces su vida consistía en desfilar en eventos sociales diversos, darse tiempo para realizar actividades de historiografía e investigación, hacerse acompañar por su llamativo esposo y sólo eventualmente compartir con él una aséptica relación sexual, además de atender a sus dos pequeños hijos. A pesar de su intensa actividad, Magda sentía hundirse en la abulia más densa y progresiva. Fue entonces cuando descubrió en el proceder maquiavélico los orgasmos que nunca se había permitido experimentar; así, gradualmente, fue canjeando su vida académica y familiar por acuerdos, discursos y reuniones a todas horas del día. Sus hijos pasaron a ser incómodos extraños mientras que, para ellos, Magda se convirtió en una diosa inaccesible a quien temer y venerar; su vida conyugal también se desdibujaba al grado de optar por separar los dormitorios, a pesar de lo cual seguían protagonizando revistas y suplementos sociales, pues al fin y al cabo eran una familia feliz, ejemplo para la sociedad. ¿Quién iba a notar esas mínimas contradicciones? Las figuras de su vida emocional iban siendo sustituidas por secretarios y subsecretarios, políticos de todas clases: unos para aprender, algunos para lambisconear, otros para temerÉ y aparentar confianza. Magda se llegó a reconocer pieza del juego y desplazó toda satisfacción ante el placer que el poder le otorgaba. Aprendió bien las reglas: la ley es cuestión de semántica; la verdad sólo retórica (el hombre es la medida de todas las cosas, todo es verdad y por lo tanto nada es verdad, todo es falso) y no hay razón ni justicia que valgan si se interponen al proyecto económico de la modernidad. La realidad se puede adecuar al pensamiento. Magda, al igual que sus compañeros hombres, aprendió a ser dura y sobrevivió al no ceder sino ante sus propios intereses, aunque eso implicara vaciar su realidad dentro de esa realidad distinta, en la cual se deja de ser mujer -o se deja de ser hombre- para acceder a un mundo de impunidad encendido por la chispa de la cocaína, mundo en el cual todos llegan a estar incriminados y todos esconden secretos a costa de lo que sea, al fin y al cabo para el utilitarismo insaciable lo que deja de servir puede ser destruido. Magda se incorpora al sistema. Mientras tanto llega el nuevo periodo preelectoral. Todos los ministros luchan por obtener el favor del presidente (amo absoluto de los destinos), todos menos Magda: ``Una mujer presidenta de México, ¡imposible! Todavía somos un país de machos.'' En medio de una guerra de lealtad y traición, Magda conoce a un gitano de labios generosos, ojos almendrados -casi diabólicos- y movimientos viriles cadenciosos, llenos de sensualidadÉ nada que su dinero no pudiera comprar. En él descubre su propio deseo quemante, convulsivo. Pero sucede que el gitano se enamora. Aceptar su amor implicaría dejar su estilo de vida con el poder y las prerrogativas que incluye; por otra parte, dejarlo no es tan sencillo y él no parece dispuesto a desaparecer, incluso amenaza con irrumpir en la Secretaría. Magda tiene que tomar una decisión. ¿Cómo hacer uso de la libertad?

A lo largo de la novela se plantean varios dilemas éticos: Magda y los demás políticos que la rodean únicamente obtienen el sentido de ser, de sentirse plenamente realizados al sumergirse ``en la más pura esgrima política'' sin importar lo que se tenga que sacrificar; entonces, ¿es su verdad ontológica el adecuar su ser a su propia naturaleza?, ¿es eso liberalismo?, y en tal caso, ¿el fin justifica los medios? Si la respuesta es negativa, de cualquier forma existen medios de comunicación que justifican el fin. ¿Existe prioridad social respecto al individuo? ¿El bien común debe anteponerse al bien individual? ¿Es ésa la diferencia entre un buen gobernante y un hombre que impone su poder? ¿Quién carga con el costo y quién cosecha el beneficio? Si concluimos, como el cacique Gonzalo N. Santos, que la moral es tan sólo ``un árbol de moras'', ¿por qué entonces la culpa ha germinado con tanta desigualdad entre los seres humanos? Pareciera que la humanidad se puede dividir en dos grupos: aquellos enfermos por exceso de culpa y aquellos que enferman por carecer de ella por completo y de ser así, ¿es factible proponer la inclusión de la conducta política voraz en algún manual de diagnóstico de enfermedades mentales?

Acaso, como refiere el autor al retomar la tesis de Leonardo Sciascia, ``la prueba suprema de poder es matar impunemente''.

¿Es un milagro que siga vivito y escribiendo el autor de esta novela?



FICHERO

Entrevista

Cazar al vuelo. (Po)éticas y (ex)posiciones, Armando Oviedo, Ediciones Arlequín/Fondo Nacional para la Cultura y las Artes/Sigma Servicios Editoriales, México, 1999, 73 pp.

Ensayo (filosófico)

Celebrar el pensamiento, Ikram Antaki, Editorial Planeta, México, 1999, 143 pp.

El nuevo humanismo, Daisaku Ikeda, traducción de Paula Tizzano, Col. Tezontle, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, 295 pp.

Instituciones suicidas. Estudios de ética y política, Ernesto Garzón Valdés, Col. Biblioteca iberoamericana de ensayo, núm. 7, Editorial Paidós/Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, México, 2000, 285 pp.

Rumores del camino, Susana Francis, Grupo Editorial Miguel Angel Porrúa, México, 2000, 256 pp.

Tres guineas, Virginia Woolf, Col. Femenino Lumen, Editorial Lumen, Barcelona, España, 1999, 253 pp.

Ensayo (literario)

Tablero de divagaciones, Eduardo Lizalde, t. I y II, Col. Letras mexicanas, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, 515 pp y 390 pp., respectivamente.

Borges y México compilación, prólogo y notas de Miguel Capistrán, Plaza & Janés, México, 1999, 424 pp.

Ensayo (sociológico)

Forjar nuestro país. El pensamiento de izquierdas en los Estados Unidos del Siglo XX, Richard Rorty, traducción de Ramón José del Castillo, Col. Biblioteca del presente, núm 10, Ediciones Paidós, Barcelona, España, 1999, 213 pp.

Historia

España y el imperio de Maximiliano, Clara E. Lidia, compiladora, presentación de Andrés Lira, El Colegio de México, México, D. F., 362 pp.

Narrativa

Alas de ángel. Episodios tropicales de A.C. Roy, David Martín del Campo, Editorial Planeta, México, 1999, 288 pp.

A todos los voy a matar, Martha Beatriz Bátiz Zuk, Col. Más allá, núm.32, Ediciones Castillo, Monterrey, Nuevo León, México, 2000, 111 pp.

Donde el gimnasta, Jesús Gardea, Col. La torre inclinada, Editorial Aldus, México, 1999, 101 pp.

Mariana, Pascual Mora, Col. Ojos del búho, Serie Novela, núm. 15, Universidad de Sonora/Editorial Unisón, México, 1999, 104 pp.

Vida y milagros, Héctor Anaya, Nueva Imagen, México, 1999, 198 pp.

Vidas minúsculas, Pierre Michon, traducción de Flora Botton-Burlá, Col. Biblioteca Breve, Seix Barral, México, 1999, 213 pp.

Poesía

Comarcas, Miguel Huezo Mixco, Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, Universidad Tecnológica de Panamá, Panamá, 1999, 99 pp.

La arena de los días, José Francisco Conde Ortega, Col. Carmesí coagulada, Daga Editores, México, 1999, 58 pp.

Poesía popular mexicana, selección y prólogo de Luis Miguel Aguilar, Col. Los imprescindibles, Cal y Arena Editores, México, 1999, 499 pp.

Revistas

Los universitarios, núm. 5, febrero del 2000, Quinta época, textos de Eduardo Casar, Silvia Heyser Guerrero, Myriam Moscona, Christopher Domínguez Michael, José Luis Martínez, Mauricio Molina, entre otros, Difusión Cultural UNAM, México, 45 pp.

Tierra Adentro, núm. 102, febrero-marzo del 2000, textos de Eve Gil, Gonzalo Vélez, Mónica Mayer, Juan Armando Rojas, Juan Antonio Molina, Sylvia Navarrete, entre otros, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 80 pp.