La Jornada Semanal, 20 de febrero del 2000
harapos de viento en calabozos de aire.
Salvador
Espriú
Rocas erguidas frente al mar,
Esperanzas clausuradas de habitar otro momento,
Alegre simiente que da hielo,
sueño atento de la luz que es hoy
lucero,
del tiempo que vive gimiendo para sí.
desierto sin
batallas,
aprensivo rumor de un otro mundo
de delirios,
estandartes, duermevelas.
anuncio claro del partir a
sorbos,
corazones de abril para notarios.
Y sañuda prisa del que
viene pateando la escalera.
Atrás, un dial de radio que gime en la
espesura, nos trae,
contoneándose, a la diva que ofrece
fruslerías.
Oye una música que estaría mejor en el fondo
Tu corazón es un ventilador que hace volar las tiritas
Habitas en esta noche, horno de mis deseos,
Te besa en la frente y, como un cuidador de medianoche,
de un estanque
y
se pregunta por qué es necesario nacer para la nada
y si las formas
de las nubes serán distintas al mirarlas
desde Kuala
Lumpur.
Quiere decir que está solo en mitad de la noche
y te
bendice.
de papel
de su ilusión,
y piensa entonces en Eurídice y en el torpe Orfeo
tocando la dulzaina o el contrabajo.
pues no has tenido
miedo,
y no me dejaste cuando los otros lo hicieron.
hace que la
linterna recorra el rostro atónito de las cosas
para descubrir en
ellas las huellas de tu presencia,
amigo querido que te das a la
mar.