La Jornada Semanal, 13 de febrero del 2000



Naief Yehya

De qué hablamos
cuando hablamos de la vida

Vidas artificiales

En septiembre de 1987, alrededor de un centenar de científicos se reunieron en Los Alamos, Nuevo México, para crear un nuevo campo de la ciencia, la vida artificial, el cual se dedicaría a la creación y el estudio de organismos aparentemente vivos, no hechos de materia sino de información pura, engendrados en computadoras, es decir in silico. Aún estamos muy lejos de crear vida en un laboratorio biológico a partir de sustancias inorgánicas (in vitro) y a lo más que se ha llegado es a la creación de formas de protovida, las cuales quizás tienen semejanzas con los primeros organismos que aparecieron en la tierra. En cambio, las simulaciones computarizadas de vida que han demostrado ser extremadamente útiles en las matemáticas, la ingeniería y la astronomía, entre otros campos, se han convertido en poderosas herramientas para biólogos y ecólogos. Gracias a estos programas (se pueden conseguir muchos en forma gratuita en internet) es posible estudiar, en pocos minutos, procesos evolutivos que en la vida real podrían tardar miles de años. La aparición de organismos digitales cada vez más complejos, variados e impredecibles nos obligan a preguntarnos si finalmente hemos arrebatado su mayor secreto a la naturaleza y nos hacen poner en duda nuestras certezas acerca de lo que consideramos vivo. Esto se debe, en buena medida, a que no hay una definición terminal de lo que es la vida, ya que mientras algunas teorías son demasiado inclusivas, otras son discriminantes en exceso. Lo claro es que difícilmente podríamos utilizar hoy la definición aristotélica de que lo vivo es aquello capaz de nutrirse a sí mismo y de decaer.

Lo vivo, lo no vivo y todo lo demás

La vida es la condición que distingue a los animales y las plantas de los objetos inorgánicos y los organismos muertos. Se manifiesta por el crecimiento, el metabolismo, la reproducción y la homeostasis (la habilidad intrínseca a los seres vivos de mantener estados operativos estables a pesar de los cambios en el ambiente). El biólogo John Maynard Smith apunta: ``La vida debe ser definida por poseer aquellas propiedades que son necesarias para asegurar la evolución y la selección natural... Las entidades con propiedades de multiplicación, variación y herencia están vivas y las entidades que carecen de una o más no lo están.'' No obstante, esta definición es obsoleta debido a que hay una variedad de sistemas que consideramos vivos pero que no exhiben todas estas propiedades. Por ejemplo, las mulas y otras especies híbridas son incapaces de reproducirse y difícilmente podríamos decir que no están vivas. Asimismo, hay sistemas considerados no orgánicos que exhiben propiedades de seres vivos, como el fuego, cristales en una solución saturada e incluso algunos polímeros capaces de reproducirse. La categoría que pone en tela de juicio cualquier clasificación simplista de la vida son los virus, los cuales son incapaces de tener una existencia independiente pero a la vez son una especie de parásitos voraces. De acuerdo con Francis Crick, un organismo vivo puede transmitir su información a sus descendientes, es decir, puede duplicarse. Los virus toman por asalto los nutrientes de las células pero también se apropian de parte de la información de la misma para poderse reproducir, por lo que cumplen tan sólo a medias con el requerimiento de Crick.

La complejidad de lo vivo

Hay varias formas de establecer una frontera entre lo vivo y lo no vivo. Una de ellas es la estructural, la cual implica que lo vivo está constituido de células. Esto es ambiguo, ya que unos zapatos de piel y la salsa catsup están hechos de células y no resulta fácil considerarlos como seres vivos. Lo vivo es, según muchos, aquello que usa o produce proteínas o ácidos nucleicos. Tener un programa genético es una característica de los organismos vivos pero no es exclusiva de éstos, debido a que una computadora puede emular esta propiedad. También podemos pensar que los organismos vivos se caracterizan por su complejidad. Un sistema complejo es aquél tan intrincado que su comportamiento no puede ser predecido mediante ecuaciones lineares, ya que es el resultado de una infinidad de efectos, consecuencias y reacciones. Como dice la teoría general de los sistemas: el todo es más que la suma de las partes. El físico Erwin Schrodinger determinó que la vida podía definirse desde el punto de vista estadístico, esto es, que en los sistemas inorgánicos hace falta un gran número de moléculas para producir resultados predecibles, mientras que un número muy pequeño de moléculas orgánicas producen invariablemente resultados determinados, ya que el genotipo gobierna la función y estructura de todo el organismo.

La vida está en otra parte

Otros piensan que la percepción de la vida es subjetiva y que es una función de la velocidad: si bien hay formas de vida ``rápidas'', como animales y plantas, también hay otras más lentas como ciertas semillas, insectos y esporas que pueden pasar años en animación suspendida; incluso algunos minerales quizás tienen un flujo vital tan lento que nos resulta imperceptible. Para tratar de conciliar posturas, científicos como el biólogo Robert Shapiro y el físico Gerald Feinberg han definido la diferencia entre vida física y vida química, siendo ejemplos de la primera la vida del plasma, la vida nuclear y la radiactiva; en cambio, la vida química sería aquella basada en compuestos de carbono. Es decir que los procesos que tienen lugar en el sol, las estrellas, el centro de la tierra, los átomos, los campos magnéticos y las nebulosas, podrían considerarse manifestaciones de cierto tipo de vida. Podría ser que lo que definimos como vivo sea tan sólo un subgrupo de un universo mayor. Además, la vida química es el resultado aleatorio de un proceso evolutivo. Por lo tanto, sus características particulares quizás sean totalmente distintas a las que podría tener la vida en otras partes del universo o incluso del ciberespacio.

[email protected]