* CONFLICTO EN LA UNAM

En su propia voz

Intelectuales y artistas mexicanos consultados por La Jornada consideran inadmisible el uso de la fuerza pública en la UNAM. La consigna es unánime: debe prevalecer el diálogo. La inmediata liberación de los estudiantes presos y la apertura de las instalaciones fueron algunas de las inquietudes recurrentes entre Carlos Monsiváis, Alejandro Rossi, Roger Bartra, Olga Harmony, Jesusa Rodríguez, Henrique González Casanova, Alejandro Aura, Gloria Contreras, Fátima Fernández Christlieb y Maris Bustamante, entre otros, quienes respondieron a las siguientes preguntas ƑQué camino debe seguirse para resolver el problema de la universidad? ƑCuáles serían las repercusiones sociales si se optara por una salida violenta al conflicto?, y reacciones a partir del reciente fracaso de las negociaciones entre el CGH y la Rectoría y la intervención de la Policía Federal Preventiva en la Prepa 3.

 

Alejandro Rossi, escritor. Que el CGH reflexione a la brevedad posible y entregue las instalaciones en un gesto y en un acto democráticos que podrían ser el símbolo de la reconciliación universitaria. El problema es que el CGH no quiere admitir los resultados del plebiscito. Tiene que entender el CGH que son una minoría que atropella la voluntad mayoritaria. Ellos quisieran que el plebiscito no existiera, pero la realidad es que sí se dio, y que 180 mil universitarios votaron. Todos preferiríamos una solución que emanara de acuerdos concertados. Sin embargo, debemos reconocer que estamos ante una situación para la cual la universidad carece (yo diría por suerte) de los medios para lidiar con estos problemas. La solución legal es un asunto que compete a instancias no universitarias.

 

Carlos Monsiváis, escritor. Deben seguir más negociaciones. Desde mi punto de vista, tanto el éxito del plebiscito como el acuerdo del Consejo Universitario abrían la puerta para una solución pacífica. Está ya aprobado el congreso y estaban en lo básico contestadas las demandas del pliego de los seis puntos. Por eso propuse, o si quiero ser más realista respecto de mis planteamientos, por eso me hubiera gustado que el CGH devolviese las instalaciones como punto de partida de la solución. La universidad abierta es un requisito para el debate y la realización del congreso. Pero esa devolución tenía que ser voluntaria. Me parece inadmisible, si es verdad la información periodística, que la rectoría ofreciese detener las órdenes de aprehensión, interceder en la liberación de los paristas, sacar a la policía de los planteles y negociar los términos del congreso universitario, a cambio de la entrega de las instalaciones. Espero que no sea así; de serlo, me parece inadmisible, porque las acusaciones de la Procuraduría, especialmente en lo tocante a terrorismo y motín, son ridículas, porque ayudar a la liberación de los estudiantes es un deber de las autoridades no sujeto a condicionamiento alguno; porque la policía nada tiene qué hacer en los planteles, y porque el congreso universitario, cuya realización tanto importa, no debe estar sujeto a negociaciones políticas. Creo que no se puede contestar a la intolerancia y al sectarismo del CGH con más intransigencia; esto es eternizar el conflicto, y por eso juzgo absolutamente necesario seguir con las negociaciones porque, pese a todo, el diálogo es el único camino abierto para una recuperación que no dependa de medidas de violencia. No sacralizo el pacifismo, pero estoy convencido que la violencia sólo intensifica el proceso de incomprensión del conflicto de la UNAM. Tal parece que el gobierno de Ernesto Zedillo, el PRI, la izquierda en un momento, el PAN, la burocracia universitaria, la derecha universitaria, los juristas ųansiosos de remediar la población escasa en las cárcelesų y los ultras piensan en todo menos en la UNAM. No creo posible la entrada de la fuerza pública en Ciudad Universitaria, porque me niego a admitir el comportamiento autodestructivo de las autoridades. En este momento resolver con fuerza pública es admitir que la intransigencia y el autoritarismo de los ultras marcan las reglas del juego. En el caso de las acusaciones a los estudiantes, si la PGR usa la ley como espantajo, sin tomar en serio la ley, es cosa de ellos, y nos toca a nosotros hacer la crítica. Si el gobierno considera que ya no quedan fórmulas que no dependan de la violencia, el gobierno admite del modo más rotundo que ha convertido un problema, ciertamente muy difícil, en un drama.

 

Henrique González Casanova, catedrático. El camino a seguir, luego del fracaso de las recientes negociaciones entre Rectoría y el CGH, debe ser el mismo que se debió seguir desde un principio: cumplir la ley. Esto no quiere decir ni mucho menos proceder policialmente; ni menos aún penalmente; quiere decir respetar los mandatos de la ley. Hay personas que se preguntan qué es la autonomía; unas dicen que la autonomía consiste en la extraterritorialidad; otras sostienen que la universidad no tiene por qué ser extraterritorial, puesto que es nacional. Lo curioso es que, ahora, altos funcionarios del gobierno han declarado reiteradas veces que la UNAM es extraterritorial, sin darse cuenta, tal vez, que la autonomía impide que las autoridades competentes conozcan de los delitos o posibles delitos que se cometen contra nuestra casa. Por eso recomiendo a todos los interesados en la UNAM, trátese de ciudadanos comunes y corrientes, de funcionarios públicos, de autoridades gubernamentales o de los propios universitarios, que lean atentamente la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, la cual define y precisa sus derechos y facultades, que tienen por objeto garantizar, mediante la acción universitaria consecuente, los fines de la universidad: impartir la educación superior para formar profesionistas, profesores e investigadores universitarios, y técnicos útiles a la sociedad; organizar y ejecutar investigaciones científicas, principalmente sobre los problemas nacionales, y extender con la mayor amplitud posible los beneficios de la cultura. En el cumplimiento de estos fines, todos los universitarios, absolutamente todos, tenemos el deber de conducirnos dentro de nuestra propia autonomía individual y colectiva, sin ignorar en ningún momento que el derecho de la universidad (su ley orgánica) es la garantía de los derechos de los universitarios como profesores e investigadores, como estudiantes y como trabajadores al servicio de la institución... La posibilidad de que entre la fuerza pública a la Ciudad Universitaria es real. Política y jurídicamente es indebida. Si de este suceso se quiere hacer una acto de pedagogía nacional, lo primero que hay que hacer es respetar a las personas físicas y, por consiguiente, los bienes propios de la universidad, que son producto del trabajo del hombre. La posibilidad de que la tropa o la policía entren a la universidad es enteramente real, recordemos el trágico año 1968, pero es indeseable. Lo que se necesita es dialogar y, como diría Antonio Machado, "para dialogar, preguntar primero; después, escuchar". Pero también es necesario, al hablar, decir lo que se quiere, lealmente, y fundar cualquier expectativa de derecho en la normatividad jurídica vigente. Si se quiere cambiar la ley, hay procedimientos legales para hacerlo, pero no es la fuerza pública o privada el camino para conseguirlo.

 

Olga Harmony, crítica de teatro. Antes de dar mi opinión quiero aclarar que no soy socióloga, pero como vieja maestra universitaria me parece que lo primero que debe hacerse es liberar a los muchachos que están presos, porque son ridículas las acusaciones en su contra. Su detención nos duele, a pesar de todas las incoherencias que ha mostrado el sector ultra del movimiento estudiantil. Los acusan de terrorismo, motín y otros delitos que me recuerdan los tiempos de la guerra fría; el mismo lenguaje de entonces, y eso es inaceptable. No debe acudirse a la fuerza: recordemos que la violencia sólo engendra más violencia. Y claro que una medida de esa naturaleza tendría repercusiones negativas. El primer término serviría para propiciar el voto del miedo, que ya se está manejando en favor de la "estabilidad" ųes decir, en favor del PRIų, y otra de sus consecuencias sería intimidar a los mexicanos para que aceptemos mansamente toda violación a las leyes y a toda injusticia que se cometan. Se debe insistir en que no intervenga la fuerza pública, y hago un exhorto a los comités de huelga para que no endurezcan su postura, sino que busquen una salida, porque la huelga no puede prolongarse indefinidamente. No, no me parece que este conflicto pueda compararse con el de 1968. Hay muchas diferencias. El rector Javier Barros Sierra nunca hubiera llamado a la fuerza pública para que entrara al campus universitario. Además los tiempos son distintos.

 

Jesusa Rodríguez, actriz. Es evidente que Francisco Labastida está detrás del conflicto en la universidad; los indicios son clarísimos, y creo que es urgente que la sociedad civil exija la inmediata libertad de los presos políticos y demande que Labastida saque sus asquerosas manos de la UNAM. El actúa desde la clandestinidad, y el rector es su operador visible. Debe aclarar su posición Juan Ramón de la Fuente. Y si hay una salida violenta, vendrá de ellos, porque ellos son los ultras que se mueven en la oscuridad. Es momento que salgamos por miles a las calles a detener esto. Debemos movilizarnos, porque toda salida violenta es una pérdida irrecuperable para el país. La violencia sólo puede verse como un acto de atraso y autoritarismo. Ahora resulta elemental e indispensable efectuar el congreso universitario y abrir la universidad sin abandonar la lucha, como bien lo dijo el maestro Adolfo Sánchez Vázquez.

 

Roger Bartra, sociólogo. Soy profundamente pesimista en cuanto a la situación que se vive en la universidad. Me parece que hay muchas probabilidades que haya una fuerte intervención del gobierno, lo que pondría a la universidad al borde de la quiebra y en un proceso de transformación bastante incierto. Yo firmé un desplegado que recomienda que el CGH abra las puertas de la universidad. Estoy seguro que, en estos momentos, esta apertura sería la más importante contribución que podría hacerse para evitar el deterioro de la UNAM, pues abriría inmediatamente las puertas del diálogo. Me parece que las autoridades ya hicieron concesiones enormes, mientras que el CGH no se ha movido un centímetro. Además, abrir las puertas no quiere decir levantar la huelga, sino eliminar las barricadas y alambrados que están pesando como un símbolo negativo. Si a los estudiantes en paro les diera este ataque de sensatez, seguramente habría más gente apoyándolos en su siguiente manifestación.

Alejandro Aura, escritor. Aunque hayan fracasado las negociaciones entre el CGH y rectoría, me parece que la sociedad debe presionar a favor del diálogo. Usar la fuerza pública traería consecuencias sumamente graves. Si nos remontamos al origen del conflicto, podremos ver que se creó adrede. Tener un desenlace de violencia como fuerza pública sería un grave retroceso de nuestra sociedad.

 

Maris Bustamante, artista plástica. Sólo puedo decir que lo pasa en la UNAM es un modelo a escala de lo que sucede en el país, y que la gente que nos ha gobernado ha llegado a tal punto de decadencia, que en la universidad llegó a desbordarse una terrible corrupción orientada a quitarle a la gente todas las opciones que le quedaban. Quieren reducir al máximo los derechos humanos. Es un problema perverso que habla de la perversidad que existe en las estructuras del país.

 

Gloria Contreras, directora del Taller Coreográfico de la UNAM. Me parece muy peligrosa la intervención de la fuerza pública. Creo que todos estamos contra de ella. Yo personalmente me encuentro desesperada. Debió seguirse la ruta del consenso universitario, y no quedaba más que acatar la voluntad de las mayoría, pero la cerrazón del CGH complica las cosas. Ellos han conquistado mucho ya; han promovido un congreso donde realmente se analicen las deficiencias de la UNAM por todos los sectores que la componen. Yo tengo mucha confianza en el rector, porque ha demostrado que realmente quiere solucionar el conflicto.

 

Fátima Fernández Christlieb, investigadora. Rechazo la violencia en la UNAM como la que se presentó esta semana. Lo indicado es continuar con el diálogo, pero en otro formato; uno en el que puedan participar todos los miembros de la comunidad universitaria, porque el CGH no tiene la representatividad necesaria. La universidad debería abrirse por lo menos para que las discusiones se desarrollaran en el auditorio de cada escuela, con estudiantes que portaran su credencial y tira de materias en mano, para que participen sólo los miembros activos de la comunidad y nadie infiltrado. Este conflicto sólo se resolverá si existe la disposición de ceder en algunos planteamientos, y creo que el CGH debe hacerlo.

 

Luis Villoro, profesor emérito. No sé qué decir, es muy difícil... salvo lamentarme terriblemente porque no se hayan puesto de acuerdo las dos partes. No tendría nada qué decir... Es imposible. (Angel Vargas, Miryam Audiffred y Yanireth Israde)

 

Javier Torres Parés, del Colegio de Profesores de la Facultad de Filosofía y Letras. Un resultado probable escala el conflicto: por parte del CGH, porque introduce nuevas demandas y hace más difícil solucionarlo; por otro lado está la posibilidad de la represión y, para mí, Mario Benítez se escapó el martes para pedir que inmediatamente entre la policía a Ciudad Universitaria. Algunos pensamos que la provocación se orquesta, tanto dentro de los sectores duros de las autoridades, como desde la rectoría, con Juan Ramón de la Fuente, y también en el propio CGH, donde existe la presencia de concepciones políticas muy duras, que tienen incluso algunas vertientes militaristas. Responder con procesos judiciales tan duros en contra de los universitarios detenidos, muestra que en años previos se montó un aparato represivo que reduce las garantías individuales, en este caso, a la participación de una huelga o manifestación social. El CGH debe participar consecuentemente, sin trampas, en las asambleas de la comunidad que pide abiertamente pasar al congreso.

 

Agustín Rodríguez, líder del STUNAM. La reunión en la Antigua Escuela de Medicina no fracasó. El inicio del encuentro es importante porque deja abierta la posibilidad de construir una salida para la solución. Que no hubiera resultados no hay que considerarlo como algo acabado. Sin embargo, la liberación de estudiantes no debe ponerse como condicionante para solucionar. Esto debe asumirlo la UNAM, y en ello debe trabajar y por tanto retirar las demandas. Hablar que la última salida es la intervención de la fuerza pública, es irresponsable. El STUNAM rechaza el uso de la fuerza y pugna por que no se repitan sucesos como los de la Preparatoria 3.

 

Jorge Ramos Avilés, secretario general del SITUAM. Las muestras del rector Juan Ramón de la Fuente y del gobierno son por una salida violenta en todo. Cuestionamos que se estén violando las garantías individuales de los cegeacheros, y esperamos que no haya justificación para reprimir a los estudiantes de la UNAM, es decir que no haya una salida de sangre. Lamentablemente hechos como los del martes son una forma de castigar algo que no responde a las expectativas del rector, y todo indica que el camino es el de la violencia. El plebiscito del 20 de enero se quiere usar para justificar la represión. (Alma E. Muñoz)

 

Cecilia Loría, hasta ayer coordinadora de Causa Ciudadana: La ausencia de una educación cívica entre los universitarios es la causa de que en el actual conflicto de la máxima casa de estudios, un sector minoritario mantenga paralizada a la institución. La mayoría de los estudiantes permanece inerte y sin posibilidad de participar en la solución del conflicto. Durante años la participación estudiantil fue desalentada; hace un año Causa Ciudadana fue invitada para desarrollar proyectos de educación cívica en la UNAM. Pero prevaleció el temor a las reuniones estudiantiles y las asambleas por parte de algunos funcionarios para que el proyecto no se llevara a cabo. Es negativa las frustradas negociaciones que durante 12 horas mantuvieron los estudiantes en paro con las autoridades universitarias el viernes pasado. Hace un año, parecía urgente la introducción de la educación cívica en la UNAM, pero cuando Causa Ciudadana presentó sus proyectos aparecieron los obstáculos, los problemas y reticencias para permitir las reuniones con los estudiantes. De no haber sido así, la situación en las asambleas que decidieron el paro y el alargamiento del conflicto en la UNAM habría sido distinta, pues habría un contrapeso para quienes mantienen paralizada a la institución.

 

Onésimo Cepeda Silva, obispo de Ecatepec y vocero de la Conferencia del Episcopado Mexicano: Yo creo sinceramente que el diálogo será todo el camino para trabajar, pero el diálogo tiene que ser entre estudiantes y el rector de la universidad, no puede haber un diálogo entre el rector de la universidad y gente ajena a la universidad, vuelvo a decir lo mismo, los que sean ajenos a la universidad no tienen nada que hacer ahí, pues que los manden para fuera.

 

Carlos Medina Plascencia, coordinador de la diputación federal panista: El gobierno federal ha optado por administrar el conflicto (universitario) en vez de resolverlo. Acción Nacional respalda las decisiones e impulsos que tome el rector. La UNAM no puede ser rehén de un grupo de intransigentes. Las autoridades, como lo ha dicho el jefe nacional, deben estar en disposición de escuchar las solicitudes que les haga el rector y que se pongan a las órdenes del rector, y ojalá que entren y contribuyan en darle el respaldo a las decisiones del plebiscito impulsado por el rector y qué bueno, pues desgraciadamente son cosas que ahora se presentan en esta forma, pero ha sido porque el gobierno ha optado por administrar el conflicto, en vez de resolverlo. Ahí están los moderados o los ultras, porque ahí ya también está eso muy dividido, y ahí parece que teniendo muy clara su legislación, su propia reglamentación, su propia normatividad, la UNAM, no de debe permitir, no puede ser rehén de un grupo de intransigentes.

 

Vicente Fox, candidato presidencial de la Alianza por el Cambio, ante vecinos de Atizapán: El conflicto de la UNAM requiere la decisión del presidente Zedillo; por su importancia y trascendencia no se le pude dejar a un chícharo. Pero, además, el gobierno no entiende, sólo ellos pueden tropezarse cien veces con la misma piedra, las cien veces han querido aumentar las cuotas, y las cien veces no han podido. Se necesita ser verdaderamente terco y falto de visión. Sólo a ellos se les ocurre cerrar las oportunidades en educación superior y disminuir el presupuesto a la educación, cuando es precisamente este rubro el que más necesita el país. Todo progreso y avance de un país inicia con una revolución educativa. El conflicto se resuelve con diálogo. Si lo que se necesita son mayores recursos para la universidad, eso le toca al gobierno; si el problema es académico y de calidad, eso le toca a los universitarios. Espero que la ofensiva al rector sea para provocar el diálogo y no la violencia.

 

Dionisio Pérez Jácome, senador del PRI y ex vocero gubernamental: Es alentador que el rector Juan Ramón de la Fuente insista en su propuesta de llegar a un acuerdo con los paristas mediante el diálogo, a fin de dar respuesta a la demanda de la comunidad universitaria de reabrir las instalaciones de la máxima casa de estudios y reiniciar las clases. Debe reconocerse al rector que está haciendo todos los esfuerzos para evitar la violencia. (Juan Antonio Zúñiga, Angeles Cruz y Javier Salinas Cesáreo, corresponsal)