Ť La convocatoria del CAE no tuvo respuesta


Ridícula asistencia a marcha antiparo, admiten organizadores

Ť Boicotearon a quien quiso hablar a favor de la huelga

Gustavo Castillo García Ť Cuando una voz de apoyo al paro en la UNAM se hizo oír, el sistema de audio instalado por los antiparistas en el Angel de la Independencia se "apagó". Las no más de 120 personas que acudieron a esta manifestación manotearon para que se le quitara el micrófono a quien dijo llamarse Bruno López.

La convocatoria del Comité Auténtico Estudiantil (CAE) no tuvo respuesta, incluso sus propios miembros reconocieron que fue "ridículo" el número de asistentes, y en sus discursos se preguntaron una y otra vez: "Ƒdónde están?, Ƒdónde están los estudiantes?, Ƒdónde están?... éste es un réquiem por la universidad".

El evento programado para iniciar a las 18:30 se demoró más de una hora, pues el viento impedía que los asistentes al mitin, en conmemoración de la matanza del 2 de octubre de 1968 y contra el paro en la UNAM, encendieran las cinco mil veladoras que fueron colocadas en las escalinatas del monumento.

La estudiante de sociología Tere Calderón, quien dijo haber participado en el movimiento del 68, cuando estudió en la Preparatoria número 6, aseguró que en este movimiento universitario (el antiparista) "no hay un activismo ni partido político alguno, por eso es tan desorganizado. Este movimiento no tiene referencia alguna con el de 1968".

unam-contra-paro-cndh-jpg Tere Calderón aseguró que la política les ha ganado, y que por ello "conmemoraron la muerte de la universidad", y señaló que quizás las autoridades no tuvieron sensibilidad.

La nota chusca la pusieron tres parejas de recién casados que entre veladoras ascendieron la escalinata para tomarse la foto del recuerdo.

Jorge Calzada dijo que era "ridículo decir que somos miles". Se cuestionó dónde está la mayoría silenciosa.

Hiram Melgarejo, de la ENEP Acatlán, aseguró: "Allá enfrente (sobre avenida Insurgentes, hacia Tlatelolco) pasaron no sé cuántos acarreados, ni cuántos invasores", refiriéndose a los estudiantes y otros grupos que participaron en la marcha del 2 de octubre convocada por el CGH y organizaciones sociales.

Luego vino Bruno López, a quien se le "apagó" el sistema de sonido. Los antiparistas organizadores dijeron que se había acabado la energía de la planta portátil, justo cuando esta persona les aseguraba que la huelga estaba bien, que debían estar informados de lo que ocurría en el país y que las demandas del pliego petitorio son justas.

En ese momento, las manos de los asistentes se levantaban, aparecían gestos, mientras dos de los coordinadores hacían intentos por quitarle el micrófono para que no siguiera hablando. Luego vino el apagón del sonido.

Sin embargo, una señora subió hasta el lugar y les dijo: "Déjenlo hablar, aquí somos democráticos, aquí aceptamos las diferencias de ideas; déjenlo que termine". Bruno López ya no pudo terminar aunque algunos le decían que hablara, "termina, pero ya pronto".

A éste siguió Federico Emel, a quien los antiparistas presentaron como uno de los "grandes" participantes del movimiento del 68, y el que momentos antes había sido reconvenido por Tere Calderón por haber llegado en estado de ebriedad. "Así para qué te queremos, mejor vete", le dijo ella.

Uno de los organizadores había dicho minutos antes que esta persona se encontraba atrapada entre el tránsito ocasionado por la marcha. Momentos después tomó la palabra para decir: "Vámonos rápido... Tlatelolco merece esto o lo otro", en referencia a la marcha del CGH.

Visiblemente ebrio e incoherente afirmó: "Cuidado si siembran la guerra sólo porque el sub la cagó. No se vale secuestrar la conciencia del 68".

Luego dijo no estar ni en favor ni en contra del paro, "estamos aquí por la universidad, estamos sembrando velas no por la democracia sino por los muertos del 68".

Se entonó el Himno Nacional, cada quien con estrofas distintas, algunos hasta la letra olvidaron. Ahora sí, para concluir, dijo uno de los organizadores, vamos a encender todas las veladoras, y así lo hicieron. Las cinco mil veladoras permanecieron encendidas por cerca de una hora, y luego las apagaron para echarlas a las 50 cajas en las que habían llegado.