Ojarasca, agosto 1999


Literatura Zapoteca

En la madurez de su escritura, dos autores istmeños de lengua zapoteca, el poeta Víctor Terán y el narrador Francisco de la Cruz, acuden a nuestras páginas gracias al apoyo de la Casa del Escritor en Lenguas Indígenas. De la Cruz, quien ha colaborado en Ojarasca anteriormente, publicó el libro Palabra derretida y tiene inéditas las Historias del viejo solterón. Terán a su vez publicó Gubdxa cubi (Como un sol nuevo) y tiene inédito El sol combate.

Dos muchachas

En el patio de la casa
dos muchachas descansan boca arriba
sobre una cama nueva de pencas
mientras la tarde se sumerge.

Refresca la brisa del mar,
las hojas de los árboles tiemblan,
en la frente de las casaderas
dos desvelos imperan.

ųƑTe casarás?
ƑCuántos hijos tendrás?
ųšCállate, boca suelta!
Que es tu suerte la que presionas.

En el cielo, ocho atentos oídos
que parecen luceros,
ríen su abierta carcajada
como pitahaya madura.

Dos buenas mozas,
como dos soles enteros,
en una cama de pencas
hilvanan palabras.

Chuppa ba'dudxaapa'

Ruaa yoo, nexhesá
chuppa ba'dudxaapa',
lú ti luuna' cubi,
ti huadxí ziyaapa.

Cuxooñe' bi nisa,
caniibi ca yaga,
lucuá ca xunaxi
chuppa yuuba' naga'.

ųƑZachaganalu' la?
ƑPanda xiiñu' gapu'?
ųšBigani ruaa didi!
Pa caa lii qui zapu'.

Guibá' xhono diaga,
ninapiou' beleguí,
cuxidxi ndaga ca'
sica bidxi ma' güi.

Chuppa ba'dudxaapa',
sica chupa gubidxa,
lú ti luuna' cubi
cayúndaca' diidxa'.

Víctor Terán


La mujer del reptil

Xheella' ti beenda

Francisco de la Cruz

Aun desde que era pequeña, la muchachita hablaba poco; no le importaba que hubiese alguien que intentara platicar con ella, únicamente repetía lo que escuchaba o guardaba silencio. Aunque Dios la hizo bonita, se sospechaba que le faltaba algo de inteligencia.

literatura Conforme crecía más, dejó de hablar totalmente, hasta parecía que olvidó cómo se platica con la gente. Fijaba la vista hacia quien la abordara y quisiera conversar con ella, a veces reía y otras mostraba enojo.

Ni siquiera su mamá, su papá o sus hermanos, nadie podía arrancarle palabra alguna.

Su familia pretendió llevarla con algún curandero, pero ella no aceptaba ir. Platicaban con ella de cualquier cosa para hacerla reír y no alcanzaban a moverle los labios.

Una noche, la buscaron para que llegara a dormir, no contestó a los llamados. Muy angustiada estuvo su familia, por esa razón la buscaron por todo el pueblo, sin poder hallarla; tardaron mucho tiempo en dar adonde ella se encontraba: en el monte, enroscada en los brazos de un reptil, que acercaba su hocico a la boca de ella, se besaban y movían su cuerpo como si estuvieran bailando.

Discretamente se acercaron adonde estaba la muchacha y el reptil, que entresacaba su lengua: hacían bizcos, entre otras cosas.

Hasta cuando pudieron desatarse los dos, huyeron a sus casas. La muchacha corrió, sin saber que la espiaban. Mientras que el reptil entró en su madriguera. Hasta ahí llegaron los familiares de la muchacha, apedrearon al reptil, que logró salir de su escondite. Aplastaron su cabeza con varias rocas y murió.

Estaban por regresar a casa, cuando la mamá tropezó con una piedra, descubrió que debajo de la piedra estaba oculta la lengua de la muchacha, porque al reptil se le ocurrió pensar que era su crío lo que tenía la muchacha dentro de la boca, lo mutiló y ocultó debajo de la piedra, para que ahí naciera un pequeño reptil, hijo de ellos dos.

Nadie confesó a la muchacha que ya habían matado al reptil. Días después, esta joven salió a buscar al reptil, lo encontró cubierto de hormigas, muerto.

Fue demasiado el amor que le tuvo esta muchacha al reptil, por eso ella guardó el luto a quien consideraba su marido. Sin importar que jamás volverá a hablar, porque el reptil le cortó su lengua.

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